Crudos a más de US$ 73,70 el barril, oro a US$ 631,50

Las tasas avanzan (T-10 a 5,04%, T-30 a 5,12%, Libor a 5,2%) y el oro toca US$ 631,50. Entretanto, a 73,20 en Nueva York y 73,70 en Londres, el petróleo marca récords nominales, por gestos bélicos de EE.UU. y señales inflacionarias (19-4).

19 abril, 2006

Con altibajos, la onda alcista en hidrocarburos alcanza los cuatro años anotándose nuevos récords absolutos en términos nominales. Varios expertos y el Fondo Monetario Internacional temen que los crudos superen US$ 80/90 el barril en relativamente poco tiempo. En esta fase, las actitudes de George W.Bush echa nafta al incendio: el presidente señalaba el martes que, llegado el caso, ordenaría ataques nucleares sobre Irán.

Durante los dos últimos años de la fase alcista, el precio del petróleo ha aumentado algo más de 110%. Buena parte de esto de debe a que una masa de fondos especulativos fue volcándose a hidrocarburos, desilusionados con bonos, acciones y el mito de la “economía norteamericana robusta”. Pero, en esta nueva coyuntura, esas mismas carteras compran oro -cuyo precio se retrotrae a fin de 1980-, para asegurarse contra incertidumbres geopolíticas y un riesgo convergente: estanflación en Estados Unidos.

Cabe recordar que el máximo anterior para crudos tejanos, US$ 70,85, se tocó el 30 de agosto de 2005, como secuela del huracán Catalina. Ya durante el fin de semana largo y en vísperas de una reunión del Grupo de los 7 con el Banco Mundial, Fondo Monetario, éste formulaba severas advertencias. A su criterio, la crisis creada por Irán y las presiones norteamericanas –sin contar el terrorismo palestino-puede frenar el ya modesto crecimiento de las economías centrales. Si los crudos siguen como hasta ahora, la entidad teme que se produzca una crisis global.

En un informe destinado a la inminente reunión en Washington, el Fondo estima que “un alza de 10% en el petróleo puede restar de 1 a 1,5% al crecimiento del producto bruto de las principales economías” (al redactarse el trabajo, el WTI estaba en US$ 67). Esa cota ha sido superada con creces estos días en la plaza a término neoyorquina –el miércoles tocó US$ 73,40-, pero mucho más en la londinense: en efecto, el Brent nórdico marcó un máximo de US$ 73,90 el barril.

Aparte de ser un récord nominal, ocurre que -normalmente- el precio en ese mercado es algo inferior al de aquende el Atlántico, por la diferencia de calidad y contenido métrico del barril: 161 litros en Estados Unidos, 159 en Inglaterra (una de los incontables anacronismos que perturban los negocios con productos primarios). En otras palabras, US$ 73,70 en Londres equivale a casi 75,50 en Nueva York y explica las inquietudes del FMI.

La entidad tiene otro argumento. “Sólo en los últimos dos años (2004-5), el aumento de crudos ha elevado los déficit estadounidenses un punto en términos de PBI”. Este año, señala el informe, “las relaciones entre oferta y demanda serán negativas. Así lo indican la escasa capacidad adicional de producción y exportación en escala mundial”. Sólo el gas natural, por ahora, no parece tan cerca del agotamiento técnico.

La masa de exportaciones de hidrocarburos llegó a US$ 800.000 millones el año pasado. En valores constantes, eso significa más que el pico de 1980. Por otra parte, el papel que entonces desempeñó en la reducción de oferta la Organización de Países Exportadores de Petróleo (instrumento de las “siete hermanas”) les cabe hoy, por razones muy distintas, a Irán (cuarto exportador) y a Irak (antiguamente, tercero).

Entretanto, una típica maniobra timbera infló paneles en Wall Street el martes, sólo para esfumarse al día siguiente. ¿Qué había pasado? Simple: el índice de precios minoristas norteamericano no mostró el 0,2% de alza augurado por lo gurúes, sino justo el doble +0,4%. Al mismo tiempo, se esfumaban versiones en torno de la Reserva Federal y sus supuestas intenciones de suspender ya los ajustes periódico en la tasa básica. Como el FMI, el emisor estadounidense teme que la volatilidad del petróleo y los metales preciosos, junto con la situación en torno de Irán, lleven a un horizonte de “estanflación” (estancamiento con inflación). Sin embargo, varias bolksas grandes persisten en máximos nominales, sin un solo dato real que justifique la burbuja

Con altibajos, la onda alcista en hidrocarburos alcanza los cuatro años anotándose nuevos récords absolutos en términos nominales. Varios expertos y el Fondo Monetario Internacional temen que los crudos superen US$ 80/90 el barril en relativamente poco tiempo. En esta fase, las actitudes de George W.Bush echa nafta al incendio: el presidente señalaba el martes que, llegado el caso, ordenaría ataques nucleares sobre Irán.

Durante los dos últimos años de la fase alcista, el precio del petróleo ha aumentado algo más de 110%. Buena parte de esto de debe a que una masa de fondos especulativos fue volcándose a hidrocarburos, desilusionados con bonos, acciones y el mito de la “economía norteamericana robusta”. Pero, en esta nueva coyuntura, esas mismas carteras compran oro -cuyo precio se retrotrae a fin de 1980-, para asegurarse contra incertidumbres geopolíticas y un riesgo convergente: estanflación en Estados Unidos.

Cabe recordar que el máximo anterior para crudos tejanos, US$ 70,85, se tocó el 30 de agosto de 2005, como secuela del huracán Catalina. Ya durante el fin de semana largo y en vísperas de una reunión del Grupo de los 7 con el Banco Mundial, Fondo Monetario, éste formulaba severas advertencias. A su criterio, la crisis creada por Irán y las presiones norteamericanas –sin contar el terrorismo palestino-puede frenar el ya modesto crecimiento de las economías centrales. Si los crudos siguen como hasta ahora, la entidad teme que se produzca una crisis global.

En un informe destinado a la inminente reunión en Washington, el Fondo estima que “un alza de 10% en el petróleo puede restar de 1 a 1,5% al crecimiento del producto bruto de las principales economías” (al redactarse el trabajo, el WTI estaba en US$ 67). Esa cota ha sido superada con creces estos días en la plaza a término neoyorquina –el miércoles tocó US$ 73,40-, pero mucho más en la londinense: en efecto, el Brent nórdico marcó un máximo de US$ 73,90 el barril.

Aparte de ser un récord nominal, ocurre que -normalmente- el precio en ese mercado es algo inferior al de aquende el Atlántico, por la diferencia de calidad y contenido métrico del barril: 161 litros en Estados Unidos, 159 en Inglaterra (una de los incontables anacronismos que perturban los negocios con productos primarios). En otras palabras, US$ 73,70 en Londres equivale a casi 75,50 en Nueva York y explica las inquietudes del FMI.

La entidad tiene otro argumento. “Sólo en los últimos dos años (2004-5), el aumento de crudos ha elevado los déficit estadounidenses un punto en términos de PBI”. Este año, señala el informe, “las relaciones entre oferta y demanda serán negativas. Así lo indican la escasa capacidad adicional de producción y exportación en escala mundial”. Sólo el gas natural, por ahora, no parece tan cerca del agotamiento técnico.

La masa de exportaciones de hidrocarburos llegó a US$ 800.000 millones el año pasado. En valores constantes, eso significa más que el pico de 1980. Por otra parte, el papel que entonces desempeñó en la reducción de oferta la Organización de Países Exportadores de Petróleo (instrumento de las “siete hermanas”) les cabe hoy, por razones muy distintas, a Irán (cuarto exportador) y a Irak (antiguamente, tercero).

Entretanto, una típica maniobra timbera infló paneles en Wall Street el martes, sólo para esfumarse al día siguiente. ¿Qué había pasado? Simple: el índice de precios minoristas norteamericano no mostró el 0,2% de alza augurado por lo gurúes, sino justo el doble +0,4%. Al mismo tiempo, se esfumaban versiones en torno de la Reserva Federal y sus supuestas intenciones de suspender ya los ajustes periódico en la tasa básica. Como el FMI, el emisor estadounidense teme que la volatilidad del petróleo y los metales preciosos, junto con la situación en torno de Irán, lleven a un horizonte de “estanflación” (estancamiento con inflación). Sin embargo, varias bolksas grandes persisten en máximos nominales, sin un solo dato real que justifique la burbuja

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