Crisis hipotecaria: ahora, una ola de juicios cruzados

Cada cual apunta al otro. Las demandas caen sobre el mercado inmobiliario y alrededores. Los propietarios litigan contra prestamistas hipotecarios, éstos contra bancas, éstas contra asesores de crédito y los inversores contra el resto.

23 enero, 2008

Las complicaciones jurídicas y regulatorias pueden ser peores que las creadas por la burbuja puntocom (1997/2001), Enron y escándalos subsiguientes. Volumen, refinamiento y abusos del moderno mercado hipotecario han generado una trama ardua de desarmar. Algunos casos dan la vuelta al planeta. Otros implican instancias federales, estaduales y municipales, en una calesita sin fin.

El campo de batalla desborda geografías y jurisdicciones. Propietarios y prestamistas se enfrentan en innumerables tribunales, con los primeros acusando a los segundos de malicia y prácticas usurarias. Ciudades como Cleveland (Ohio) o Baltimore (Maryland) accionan contra firmas de Wall Street. Arguyen que residentes locales fueron victimas de hipotecas de mala calidad en paquetes de alto riesgo.

Dos preguntas echan luz sobre el trasfondo de muchos casos. Primera: ¿prestamistas y bancas alertaban a los clientes sobre los riesgo de malas hipotecas y bonos respaldados en ellas? Segunda: ¿hasta qué punto estaban obligados legalmente a hacerlo?

Mientras proliferan moras, insolvencias y embargos, cada sector culpa al otro. Fiscales estaduales, como el neoyorquino Andrea Cuomo, investigan si las bancas de inversión que titulizan y empaquetan esas hipotecas revelan sus riesgos reales a inversores y agencias calificadoras. Esas firmas, por su parte, acusan a prestamistas de prácticas incorrectas.

En realidad, lo que está podrido es el sistema. Eso explica que bancas y prestamistas hipotecarios sena demandados en remotos rincones. Así, Lehman Brothers –la mayor cartera inmobiliaria en Wall Street- está siendo pleiteada por varios municipios en Australia. Una de sus divisiones (la ex Grange Securities) les vendió colocaciones hipotecarias en Estados Unidos sin explicarles en qué se metían.

Mucho más cerca de casa, una familia de Nueva Jersey demanda a Lehman por US$ 4.140 millones. La acusan de involucrarla en complejos paquetea de bonos ahora imposibles de recolocar. Por su parte, LB litiga contra seis prestamistas y agentes inmobiliarios (entre ellos, Fremont Investments & Loan y Fieldstone Investments) por haberle transferido créditos dudosos.

En otro caso, PMI Group, asegurador de hipotecas, acusa a WMC Mortgage (prestamista usurario) de haber dejado de dar crédito. El asunto implica a la matriz de la firma nada menos que General Electric Finance.PMI intenta revenderle los créditos a WMC. Un consultor fue contratado para dictaminar si hubo fraude y su veredicto es duro: tras examinar 5.000 operaciones, señaló que 120 tenían serios defectos..

Un fideicomisario, entretanto, descubrió que un grupo de paquetes subscriptos por Union des Banques Suisses mostraba pérdidas de hasta 100% del capital. Sea como fuere, este tipo de casos hace a títulos respaldados en malas hipotecas, Su trámite judicial es más complejo que referido a acciones. En verdad, la crisis actual se parece más a la de ahorro y préstamo para vivienda en los años 80 (Michael Milken y sus bonos chatarra) que a la puntocom.

Para colmo, las demandas por fraude con bonos han sido dificultada hace poco por dictámenes de la Corte Suprema (de mayoría republicana) sospechosamente favorables a Wall Street, sus firmas y contadores. Exponiéndose a juicio político, este mismo mes este tribunal laudó contra partícipes en el fraude de una compañía de cable para inflar ingresos. Pretexto: los inversores perjudicados no mostraron “evidencias irrebatibles de estafa”- No obstante, algunos expertos creen que estos precedentes no se aplican a la titulización de hipotecas y situaciones similares.

Las complicaciones jurídicas y regulatorias pueden ser peores que las creadas por la burbuja puntocom (1997/2001), Enron y escándalos subsiguientes. Volumen, refinamiento y abusos del moderno mercado hipotecario han generado una trama ardua de desarmar. Algunos casos dan la vuelta al planeta. Otros implican instancias federales, estaduales y municipales, en una calesita sin fin.

El campo de batalla desborda geografías y jurisdicciones. Propietarios y prestamistas se enfrentan en innumerables tribunales, con los primeros acusando a los segundos de malicia y prácticas usurarias. Ciudades como Cleveland (Ohio) o Baltimore (Maryland) accionan contra firmas de Wall Street. Arguyen que residentes locales fueron victimas de hipotecas de mala calidad en paquetes de alto riesgo.

Dos preguntas echan luz sobre el trasfondo de muchos casos. Primera: ¿prestamistas y bancas alertaban a los clientes sobre los riesgo de malas hipotecas y bonos respaldados en ellas? Segunda: ¿hasta qué punto estaban obligados legalmente a hacerlo?

Mientras proliferan moras, insolvencias y embargos, cada sector culpa al otro. Fiscales estaduales, como el neoyorquino Andrea Cuomo, investigan si las bancas de inversión que titulizan y empaquetan esas hipotecas revelan sus riesgos reales a inversores y agencias calificadoras. Esas firmas, por su parte, acusan a prestamistas de prácticas incorrectas.

En realidad, lo que está podrido es el sistema. Eso explica que bancas y prestamistas hipotecarios sena demandados en remotos rincones. Así, Lehman Brothers –la mayor cartera inmobiliaria en Wall Street- está siendo pleiteada por varios municipios en Australia. Una de sus divisiones (la ex Grange Securities) les vendió colocaciones hipotecarias en Estados Unidos sin explicarles en qué se metían.

Mucho más cerca de casa, una familia de Nueva Jersey demanda a Lehman por US$ 4.140 millones. La acusan de involucrarla en complejos paquetea de bonos ahora imposibles de recolocar. Por su parte, LB litiga contra seis prestamistas y agentes inmobiliarios (entre ellos, Fremont Investments & Loan y Fieldstone Investments) por haberle transferido créditos dudosos.

En otro caso, PMI Group, asegurador de hipotecas, acusa a WMC Mortgage (prestamista usurario) de haber dejado de dar crédito. El asunto implica a la matriz de la firma nada menos que General Electric Finance.PMI intenta revenderle los créditos a WMC. Un consultor fue contratado para dictaminar si hubo fraude y su veredicto es duro: tras examinar 5.000 operaciones, señaló que 120 tenían serios defectos..

Un fideicomisario, entretanto, descubrió que un grupo de paquetes subscriptos por Union des Banques Suisses mostraba pérdidas de hasta 100% del capital. Sea como fuere, este tipo de casos hace a títulos respaldados en malas hipotecas, Su trámite judicial es más complejo que referido a acciones. En verdad, la crisis actual se parece más a la de ahorro y préstamo para vivienda en los años 80 (Michael Milken y sus bonos chatarra) que a la puntocom.

Para colmo, las demandas por fraude con bonos han sido dificultada hace poco por dictámenes de la Corte Suprema (de mayoría republicana) sospechosamente favorables a Wall Street, sus firmas y contadores. Exponiéndose a juicio político, este mismo mes este tribunal laudó contra partícipes en el fraude de una compañía de cable para inflar ingresos. Pretexto: los inversores perjudicados no mostraron “evidencias irrebatibles de estafa”- No obstante, algunos expertos creen que estos precedentes no se aplican a la titulización de hipotecas y situaciones similares.

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