China crece por año cinco veces más que Estados Unidos

Si las estadísticas son dignas de crédito, China –pese a la pulmonitis- cerró el primer trimestre con 9,9% de crecimiento anual. En términos de producto bruto interno, deja muy atrás a EE.UU (apenas 1,6%) y la Unión Europea (sólo 1,1%).

28 abril, 2003

Naturalmente, varios analistas independientes en Hongkong, Tokio y Londres toman las proyecciones oficiales de Beijing con un grano de sal. Sin embargo, hay un síntoma de fondo difícil de soslayar: desde que entró en la Organización Mundial de Comercio, hace casi dos años, China figura entre los países de mayor productividad en el planeta (aunque influyan los salarios, magros si se calculan en dólares). Esta situación, estiman en Hongkong y Seúl, afronta ahora sólo dos amenazas: guerra en la península coreana –riesgo a corto plazo- y pulmonitis asintomática, en el mediano o largo.

Por otra parte, la “economía de la bicicleta” (fabrica 60% de las existentes en el mundo), caracterizada por manufacturas de poca tecnología y bajísimo precio, ahora incursiona en la producción de semiconductores y otros rubros de alto valor agregado. En 2001, las exportaciones subieron 23% y representaban 4,4% del comercio internacional. Estimaciones preliminares sugieren que, en 2002, esa proporción pasó a 4,6%.

Este avance económico constituye un problema geopolítico para Estados Unidos y el proyecto del “milenario norteamericano” que tiene su actual gobierno. China, el país más poblado de la Tierra, desarrolla mecanismos de mercado ajenos a la democracia occidental y, dejando de lado las “democracias limitadas” (Malasia, Indonesia, Pakistán, Bangladesh), surge como un modelo atractivo para el mundo islámico. Como Irán, parece prosperar sin copiar el sistema anglosajón ni sus afines. Hoy, entretanto, surge el problema de la pulmonitis, aunque ni siquiera los analistas de Taiwán creen que afecte a la economía en corto plazo.

Naturalmente, varios analistas independientes en Hongkong, Tokio y Londres toman las proyecciones oficiales de Beijing con un grano de sal. Sin embargo, hay un síntoma de fondo difícil de soslayar: desde que entró en la Organización Mundial de Comercio, hace casi dos años, China figura entre los países de mayor productividad en el planeta (aunque influyan los salarios, magros si se calculan en dólares). Esta situación, estiman en Hongkong y Seúl, afronta ahora sólo dos amenazas: guerra en la península coreana –riesgo a corto plazo- y pulmonitis asintomática, en el mediano o largo.

Por otra parte, la “economía de la bicicleta” (fabrica 60% de las existentes en el mundo), caracterizada por manufacturas de poca tecnología y bajísimo precio, ahora incursiona en la producción de semiconductores y otros rubros de alto valor agregado. En 2001, las exportaciones subieron 23% y representaban 4,4% del comercio internacional. Estimaciones preliminares sugieren que, en 2002, esa proporción pasó a 4,6%.

Este avance económico constituye un problema geopolítico para Estados Unidos y el proyecto del “milenario norteamericano” que tiene su actual gobierno. China, el país más poblado de la Tierra, desarrolla mecanismos de mercado ajenos a la democracia occidental y, dejando de lado las “democracias limitadas” (Malasia, Indonesia, Pakistán, Bangladesh), surge como un modelo atractivo para el mundo islámico. Como Irán, parece prosperar sin copiar el sistema anglosajón ni sus afines. Hoy, entretanto, surge el problema de la pulmonitis, aunque ni siquiera los analistas de Taiwán creen que afecte a la economía en corto plazo.

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