Bush, el más duro entre los duros. Pero a Wall Street no cree en su decálogo

Como si su actuación en la petrolera Harken (1992/2) estuviese aclarada, el presidente Bush propone llevar a diez años la condena para directivos, ejecutivos, contadores y auditores involucrados en fraudes, maniobras y maquillaje de balances.

10 julio, 2002

Su discurso ante Wall Street incluyó un decálogo. Amén
de aumentar penas, éstas serán más duras si el ejecutivo
afectado hubiese sido parte de la conducción, si hubiera obstrucción
a la justicia y si hubiesen mediado préstamos blandos (al directivo,
sus familiares o amigos) y remuneraciones exageradas. Los diez punto abarcan,
además, transparencia, independencia de los directores y restricciones
al pago con opciones accionarias.

El último ya es objeto de debate: una "policía especial"
tipo SWAT para detectar e investigar casos como Enron, Global Crossing,
Arthur Andersen, Qwest, WorldCom, Merck y similares.
El tono presidencial ("sobreactuado y poco creíble", lo calificaron
Joseph Stiglitz, Paul Krugman y Peter Schlesinger) cayó mal en una jornada
que ya venía negativa, con amplias caídas en el sector farmoquímico,
encabezadas por Merck y Wyeth.

El clima bursátil había olvidado la "euforia"del viernes.
El índice Standard & Poor´s 500 sufrió la peor baja
en cinco semanas (2,5%) y ya pierde 17% en el año, pese a sucesivos informes
oficiales y privados que hablan de reactivación económica, mientras
descendían nueve de cada diez cotizantes.

Tal es la sensibilidad de los mercados que las acciones de Wyeth se
desplomaron por una cuestión no bursátil ni financiera: un estudio
independiente sugiere que las terapias basadas en sustitución o reposición
de hormonas -desarrolladas por ese laboratorio- elevan el riesgo de tumores
mamarios y problemas cardíacos. Por fin, la sesión cerró
con el Dow Jones cediendo 1,9% y 1,7% el Nasdaq compuesto.

Su discurso ante Wall Street incluyó un decálogo. Amén
de aumentar penas, éstas serán más duras si el ejecutivo
afectado hubiese sido parte de la conducción, si hubiera obstrucción
a la justicia y si hubiesen mediado préstamos blandos (al directivo,
sus familiares o amigos) y remuneraciones exageradas. Los diez punto abarcan,
además, transparencia, independencia de los directores y restricciones
al pago con opciones accionarias.

El último ya es objeto de debate: una "policía especial"
tipo SWAT para detectar e investigar casos como Enron, Global Crossing,
Arthur Andersen, Qwest, WorldCom, Merck y similares.
El tono presidencial ("sobreactuado y poco creíble", lo calificaron
Joseph Stiglitz, Paul Krugman y Peter Schlesinger) cayó mal en una jornada
que ya venía negativa, con amplias caídas en el sector farmoquímico,
encabezadas por Merck y Wyeth.

El clima bursátil había olvidado la "euforia"del viernes.
El índice Standard & Poor´s 500 sufrió la peor baja
en cinco semanas (2,5%) y ya pierde 17% en el año, pese a sucesivos informes
oficiales y privados que hablan de reactivación económica, mientras
descendían nueve de cada diez cotizantes.

Tal es la sensibilidad de los mercados que las acciones de Wyeth se
desplomaron por una cuestión no bursátil ni financiera: un estudio
independiente sugiere que las terapias basadas en sustitución o reposición
de hormonas -desarrolladas por ese laboratorio- elevan el riesgo de tumores
mamarios y problemas cardíacos. Por fin, la sesión cerró
con el Dow Jones cediendo 1,9% y 1,7% el Nasdaq compuesto.

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