Brasil: Meirelles podría ser un operador a dos puntas
La designación de Henrique Meirelles (ex FleetBoston) como presidente del Banco Central brasileño es una clara señal a mercados y acreedores. De paso, desbarata las operaciones fomentadas por algunas bancas y sus voceros paulistas.
Luiz Inácio de Silva (Lula), presidente electro del Brasil, ha optado por
un operador financiero y bursátil de primera línea internacional
(en este plano, Alfonso Prat Gay tiene dimensión más local). De
hecho, es el primer caso de un ex CEO -manejaba la red global de FleetBoston Financial,
antiguamente First National Bank of Boston- que llega al frente de un banco central
latinoamericano. Este tipo de “enroques” es habitual en el Primer Mundo
y las economías líderes de Asia.
A diferencia de lo “normal” en la región -donde los banqueros
o ex banqueros internacionales actúan como grupos de influencia o presión,
como ocurriera con la cúpula de la ex Citicorp en Argentina-, Lula directamente
le entrega el organismo emisor a un financista de Wall Street. Esto ha impresionado,
especialmente porque muchos recuerdan que el discurso de campaña era
muy hostil a los banqueros. “Parece que el ejemplo de Carlos Ménem
cunde, en cuanto a decir una cosa y hacer otra. Fernando Henrique Cardoso hizo
lo mismo, pero no al extremo de Lula”, comentaba John Welch, analista jefe
para Latinoamérica de WestLB. En Londres también trajeron a colación
la campaña de Arturo Frondizi (1957) contra las petroleras internacionales
y los contratos celebrados con ellas, una vez presidente en 1958.
En cierto modo, Meirelles complementa al próximo titular de Economía,
el médico Antonio Palocci, a cuyo criterio hace falta un banco central
independiente y una política de crecimiento basada en controlar tanto
los desmedidos gastos públicos cuanto la corrupción sistémica
y la inflación. “La corrupción y la violencia son tan endémicas
en Brasil que, sin duda, erradicarlas llevará varias presidencias”,
señala en privado Armínio Fraga, titular saliente del BC y allegado
a Meirelles.
Luiz Inácio de Silva (Lula), presidente electro del Brasil, ha optado por
un operador financiero y bursátil de primera línea internacional
(en este plano, Alfonso Prat Gay tiene dimensión más local). De
hecho, es el primer caso de un ex CEO -manejaba la red global de FleetBoston Financial,
antiguamente First National Bank of Boston- que llega al frente de un banco central
latinoamericano. Este tipo de “enroques” es habitual en el Primer Mundo
y las economías líderes de Asia.
A diferencia de lo “normal” en la región -donde los banqueros
o ex banqueros internacionales actúan como grupos de influencia o presión,
como ocurriera con la cúpula de la ex Citicorp en Argentina-, Lula directamente
le entrega el organismo emisor a un financista de Wall Street. Esto ha impresionado,
especialmente porque muchos recuerdan que el discurso de campaña era
muy hostil a los banqueros. “Parece que el ejemplo de Carlos Ménem
cunde, en cuanto a decir una cosa y hacer otra. Fernando Henrique Cardoso hizo
lo mismo, pero no al extremo de Lula”, comentaba John Welch, analista jefe
para Latinoamérica de WestLB. En Londres también trajeron a colación
la campaña de Arturo Frondizi (1957) contra las petroleras internacionales
y los contratos celebrados con ellas, una vez presidente en 1958.
En cierto modo, Meirelles complementa al próximo titular de Economía,
el médico Antonio Palocci, a cuyo criterio hace falta un banco central
independiente y una política de crecimiento basada en controlar tanto
los desmedidos gastos públicos cuanto la corrupción sistémica
y la inflación. “La corrupción y la violencia son tan endémicas
en Brasil que, sin duda, erradicarlas llevará varias presidencias”,
señala en privado Armínio Fraga, titular saliente del BC y allegado
a Meirelles.
