Alza del oro: pasó de US$ 573 a 692 en dieciséis meses

En semana signada por la debilidad del dólar, el oro alcanzó US$ 692 la onza “troy” en Nueva York y Londres. Los futuros proyectaban 725 a mediados de año. Algunos lo vinculan a malas relaciones Rusia-Estados Unidos, otros al alza de combustibles refin

28 abril, 2007

La inmovilidad de la Reserva Federal (que quizá mantenga en mayo la tasa básica a 5,25% anual), las alteraciones en la composición de reservas del banco central chino, la inestabilidad del dólar (el euro estuvo a más de US$ 1,365, pico en dos años), el problema iraní y la guerra en Nigeria han inflado el metal 20,8% desde inicios de 2006.

Cabe recordar que, hacia diciembre, el metal áureo había subido 11% en todo 2006. Sin duda, los mercados creen que el oro puede beneficiarse de una eventual diversificación de reservas chinas y crudos que vuelven a pasar de US$ 62/65 el barril.

Por cierto, Beijing reiteró semanas atrás que analiza nuevas formas de administrar reservas (superiores a US$ 1,2 billones) y, probablemente, la imiten varios países de la región. En cuanto al contexto general, debe recordarse que el oro viene sostenido desde inicios de 2001, cuando estaba en apenas US$ 280. Tras rozar US$ 750 a principios de 2005, retiene acumula 148,6% en algo más de siete años.

Irónicamente, Union des Banques Suisses le ve riesgos a la repreciación del metal áureo, viejo amor de los hélvetas. En efecto, UBS, Wall Street y la City temen que el alto precio del oro ponga en peligro acciones, bonos públicos y privados, etcétera. Por dos caminos: presiones inflacionarias y freno al sostenido –pero moderado- crecimiento de la economía norteamericana (+2,2% anual en el IV trimestre de 2006).

Como muchos expertos han señalado, la firmeza actual del oro no es como los anteriores a 1980. Primero, por la ausencia de proyecciones unívocas. Contra UBS, por ejemplo, Deutsche Bank estima que el promedio al contado en 2007 no pasará de US$ 600 y recién volverá a 700 en 2008. En el extremo opuesto, varios grandes intermediarios pronostican que este año el oro terminará en US$ 750 o más.

En segundo lugar, este grupo y los suizos creen que los inversores –individuales e institucionales- ven firme demanda en la actividad joyera. También, creen que el dólar volverá a deteriorarse ante divisas rivales, en un contexto de menor crecimiento del PBI norteamericano y recuperación en la Eurozona. El euro, pues. podría llegar a US$ 1,40 este mismo año.

En verdad, el oro ya no está tan lejos del precio nominal más alto en la historia, US$ 850 (20 de enero de 1980). Por supuesto, a dólares constantes, hoy debiera rozar 1.200 para igualar aquel valor. Sea como fuere, el papel del metal como refugio en caso de guerras, catástrofes y corridas fue atenuándose desde ese máximo. Así, la segunda crisis petrolera lo hizo subir 75% en 1979, mientras el Standard&Poor’s 500 se desplomaba 43,5%. Pero la violenta alza de crudos experimentada desde mediados de 2004 hasta julio de 2006 no tuvo ni de lejos aquellos efectos en el oro.

La inmovilidad de la Reserva Federal (que quizá mantenga en mayo la tasa básica a 5,25% anual), las alteraciones en la composición de reservas del banco central chino, la inestabilidad del dólar (el euro estuvo a más de US$ 1,365, pico en dos años), el problema iraní y la guerra en Nigeria han inflado el metal 20,8% desde inicios de 2006.

Cabe recordar que, hacia diciembre, el metal áureo había subido 11% en todo 2006. Sin duda, los mercados creen que el oro puede beneficiarse de una eventual diversificación de reservas chinas y crudos que vuelven a pasar de US$ 62/65 el barril.

Por cierto, Beijing reiteró semanas atrás que analiza nuevas formas de administrar reservas (superiores a US$ 1,2 billones) y, probablemente, la imiten varios países de la región. En cuanto al contexto general, debe recordarse que el oro viene sostenido desde inicios de 2001, cuando estaba en apenas US$ 280. Tras rozar US$ 750 a principios de 2005, retiene acumula 148,6% en algo más de siete años.

Irónicamente, Union des Banques Suisses le ve riesgos a la repreciación del metal áureo, viejo amor de los hélvetas. En efecto, UBS, Wall Street y la City temen que el alto precio del oro ponga en peligro acciones, bonos públicos y privados, etcétera. Por dos caminos: presiones inflacionarias y freno al sostenido –pero moderado- crecimiento de la economía norteamericana (+2,2% anual en el IV trimestre de 2006).

Como muchos expertos han señalado, la firmeza actual del oro no es como los anteriores a 1980. Primero, por la ausencia de proyecciones unívocas. Contra UBS, por ejemplo, Deutsche Bank estima que el promedio al contado en 2007 no pasará de US$ 600 y recién volverá a 700 en 2008. En el extremo opuesto, varios grandes intermediarios pronostican que este año el oro terminará en US$ 750 o más.

En segundo lugar, este grupo y los suizos creen que los inversores –individuales e institucionales- ven firme demanda en la actividad joyera. También, creen que el dólar volverá a deteriorarse ante divisas rivales, en un contexto de menor crecimiento del PBI norteamericano y recuperación en la Eurozona. El euro, pues. podría llegar a US$ 1,40 este mismo año.

En verdad, el oro ya no está tan lejos del precio nominal más alto en la historia, US$ 850 (20 de enero de 1980). Por supuesto, a dólares constantes, hoy debiera rozar 1.200 para igualar aquel valor. Sea como fuere, el papel del metal como refugio en caso de guerras, catástrofes y corridas fue atenuándose desde ese máximo. Así, la segunda crisis petrolera lo hizo subir 75% en 1979, mientras el Standard&Poor’s 500 se desplomaba 43,5%. Pero la violenta alza de crudos experimentada desde mediados de 2004 hasta julio de 2006 no tuvo ni de lejos aquellos efectos en el oro.

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