Acero: 12 días de tregua antes de golpear a EE.UU.

Mientras Japón se aprestaba a represalias y casi en vísperas de una ofensiva colectiva contra el proteccionismo siderúrgico. Estados Unidos negoció ayer una tregua hasta el 10 de diciembre.

27 noviembre, 2003

A juicio de observadores británicos, “el amague japonés le torció el brazo a Washington”. Lo cierto es se pactó ayer una tregua de doce días antes de que la Organización Mundial de Comercio ratifique las sanciones contra los aranceles siderúrgicos estadounidenses.

Tras febriles contactos, la Casa Blanca obtuvo el OK de Japón y la Unión Europea. Entretanto, mediadores suizos hablaban con la OMC. A última hora, las partes aceptaron el pedido norteamericano, persuadidos de que los aranceles –declarados ilegales por la OMC- pueden eliminarse en fecha temprana.

Washington afronta represalias que afectaran exportaciones por cerca de US$ 4.000 millones anuales. El bloque opositor se compone de la UE, Japón, China, Surcorea, Brasil, Noruega, Suiza y Nueva Zelanda.

Horas antes, Tokio se había plegado a la decisión de la OMC. Olvidando sus propios subsidios al arroz y otros productos agrícolas, anunció que impondría aranceles a importaciones desde EE.UU., a causa del proteccionismo siderúrgico.

Iban a ser represalias aduaneras sobre una gama de productos estadounidenses, desde aceros -naturalmente- hasta combustibles, plásticos, textiles y ropa. Los gravámenes abarcarían una docena de posiciones arancelarias e implicaban de US$ 90 a 100 millones anuales de recaudación extra. La apuesta surtió efecto psicológico y político.

Hasta ese momento, EE.UU. no daba señales de que pensase reducir o suspender gravámenes. Sólo había pálidas alusiones en dos discursos de George W. Bush, pero las necesidades reelectorales del presidente habían devuelto el tema a segundo o tercer plano. En teoría, los subsidios indirectos a la influyente industria siderúrgica tienen validez hasta 2005.

Algunos observadores sospechaban que el gesto japonés era casi simbólico, pues los montos involucrados son muy inferiores a los manejados por los europeos. Bruselas amenazaba con recargos de hasta 30% “ad valorem” sobre más de US$ 2.000 millones en ventas norteamericanas a la UE.

Entretanto, Surcorea dio a entender que emularía la actitud japonesa. Ayer mismo, Tokio transmitió a la OMC una lista de productos e insumos, dejando en claro que, si Washington adoptaba medidas concretas para levantar la protección, sus represalias no cristalizarían.

Tal como estaban las cosas en Japón, al menos un grupo de posiciones sería castigado con 30% de recargos, como en la UE. Se trataba, obviamente, de aceros y demás subproductos siderúrgicos. Pero, aun así, el monto de las ventas norteamericanas a Japón afectadas (US$ 527 millones) sería muy inferior al caso europeo

A juicio de observadores británicos, “el amague japonés le torció el brazo a Washington”. Lo cierto es se pactó ayer una tregua de doce días antes de que la Organización Mundial de Comercio ratifique las sanciones contra los aranceles siderúrgicos estadounidenses.

Tras febriles contactos, la Casa Blanca obtuvo el OK de Japón y la Unión Europea. Entretanto, mediadores suizos hablaban con la OMC. A última hora, las partes aceptaron el pedido norteamericano, persuadidos de que los aranceles –declarados ilegales por la OMC- pueden eliminarse en fecha temprana.

Washington afronta represalias que afectaran exportaciones por cerca de US$ 4.000 millones anuales. El bloque opositor se compone de la UE, Japón, China, Surcorea, Brasil, Noruega, Suiza y Nueva Zelanda.

Horas antes, Tokio se había plegado a la decisión de la OMC. Olvidando sus propios subsidios al arroz y otros productos agrícolas, anunció que impondría aranceles a importaciones desde EE.UU., a causa del proteccionismo siderúrgico.

Iban a ser represalias aduaneras sobre una gama de productos estadounidenses, desde aceros -naturalmente- hasta combustibles, plásticos, textiles y ropa. Los gravámenes abarcarían una docena de posiciones arancelarias e implicaban de US$ 90 a 100 millones anuales de recaudación extra. La apuesta surtió efecto psicológico y político.

Hasta ese momento, EE.UU. no daba señales de que pensase reducir o suspender gravámenes. Sólo había pálidas alusiones en dos discursos de George W. Bush, pero las necesidades reelectorales del presidente habían devuelto el tema a segundo o tercer plano. En teoría, los subsidios indirectos a la influyente industria siderúrgica tienen validez hasta 2005.

Algunos observadores sospechaban que el gesto japonés era casi simbólico, pues los montos involucrados son muy inferiores a los manejados por los europeos. Bruselas amenazaba con recargos de hasta 30% “ad valorem” sobre más de US$ 2.000 millones en ventas norteamericanas a la UE.

Entretanto, Surcorea dio a entender que emularía la actitud japonesa. Ayer mismo, Tokio transmitió a la OMC una lista de productos e insumos, dejando en claro que, si Washington adoptaba medidas concretas para levantar la protección, sus represalias no cristalizarían.

Tal como estaban las cosas en Japón, al menos un grupo de posiciones sería castigado con 30% de recargos, como en la UE. Se trataba, obviamente, de aceros y demás subproductos siderúrgicos. Pero, aun así, el monto de las ventas norteamericanas a Japón afectadas (US$ 527 millones) sería muy inferior al caso europeo

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