Con 20 millones de personas infectados en el mundo y 735.000 muertes provocadas por el virus hasta el 10 de agosto, está cada vez más claro que se necesita una vacuna para que las sociedades y las economías vuelvan a la normalidad.
En este momento, en todo el mundo hay investigadores desarrollando más de 150 vacunas diferentes, con 24 ya llegando a la etapa de pruebas.
El tema presenta un problema para los mercados emergentes, pues existe las preocupación de que sean los últimos en acceder a la vacuna, que en un primer momento será acaparada por los países ricos.
A fines de julio el gobierno norteamericano anunció que había firmado un contrato por US$ 2.000 millones con Pfizer y la alemana BioNTech para desarrollar 100 millones de vacunas para fin de año. En junio Alemania invirtió €300 millones – que equivalen a una participación de 23% – en la compañía bio-farmacéutica local CureVac, que está trabajando en una vacuna contra la Covid-19.
China también invirtió fuerte en una serie de compañías nacionales. La prensa internacional informa que ha gastado cerca de US$ 140.000 millones en medidas para combatir el virus, incluido el desarrollo de tratamientos y vacunas.
Avanzan los testeos
Algunos mercados emergentes buscaron colocarse en posición ventajosa para el acceso a la vacuna colaborando con compañías farmacéuticas internacionales para los testeos.
En Medio Oriente, Arabia Saudita, Unión de Emiratos Árabes y Baréin han comenzado las pruebas clínicas para una vacuna en cooperación con compañías chinas. En la tercera fase de pruebas para una potencial vacuna participarán unos 5.000 adultos en cada país que participa de la prueba.
Mientras tanto en Asia, la compañía Bio Farma, propiedad del estado de Indonesia – se asoció con la China Sinovac para realizar pruebas de fase tres en el Oeste de Java. Otra firma de Indonesia, Kalbe Farma, se asoció con Genexine de Corea del Sur para testeo de fase dos de la vacuna de la compañía. También en Indonesia un consorcio nacional controlado por el Ministerio de Investigación y Tecnología ha comenzado a trabajar para el largo plazo en una estrategia de autosuficiente ara desarrollar su propia vacuna.
Otros esfuerzos similares para la autosuficiencia en vacunas se realizan en Perú y México.
El nacionalismo, también en vacunas
La capacidad de los mercados emergentes para desarrollar relaciones funcionales con las naciones líderes en investigación médica es clave para lograr acceso a las futuras vacunas.
Ha indicado que dará a Filipinas acceso prioritario a cualquier de las vacunas que desarrolle.
La importancia de mantener sólidos lazos con los países ricos surge de la preocupación de que éstos pagarán más por las vacunas una vez que estén aprobadas para entrar al mercado y dejarán a las naciones más pobres en el último lugar de la cola.
Ya la Organización Mundial de la Salud advirtió contra el “nacionalismo en vacunas”. Dijo que dada la naturaleza interconectada de la economía mundial, será en el interés de todos compartir los beneficios de cualquier vacuna potencial.
Para evitar una situación de ese tipo, una coalición internacional de organizaciones desarró COVAX Facility, un mecanismo diseñado para brindar acceso rápido, justo y equitativo a las vacunas contra Covid-19 en todo el mundo. La iniciativa indica que los países de ingresos altos y medianos financien vacunas con sus propios presupuestos públicos y que luego se asocien con las naciones de bajos ingresos para brindar ayuda en forma de donaciones voluntarias al COVAX Advance Market Commitment, dirigido por Gavi, la Alianza para la Vacuna.
Hasta ahora, 75 países han expresado interés en financiar la iniciativa, que beneficiaría a 90 naciones de bajos ingresos.
La meta es entregar 2.000 millones de vacunas aprobadas para fin de año. Según los planes, se entregarían equitativamente a todas las naciones participantes, en forma proporcional a sus poblaciones e inicialmente darían prioridad a los trabajadores de la salud.
Multilateralismo
Es necesario entonces volver a un buen y eficaz multilateralismo para proteger a los países menos desarrollados. Para eso habría que neutralizar una puja que encarezca la producción y distribución de vacunas y evite que la solución quede reservada a unos pocos países, alianzas bilaterales o bloques.
Lo que podría favorecer una salida multilateral es el hecho que los propios productores de vacunas necesitan insumos importados de otros países para fabricarlas y en algún momento se verán obligados a cooperar con ellos para salir juntos de la crisis. Nadie se salvará solo.
En algunos casos, la reacción ha sido positiva. La alianza AstraZeneca-Universidad de Oxford anunció que si logra la vacuna que desarrolla, según estima a finales de año, la venderá “a precio de costo” en todo el mundo, a 2,5 euros la dosis.
“Nuestro objetivo es suministrar la vacuna a todo el mundo y también hacerlo sin beneficio”, declaró Pascal Soriot, director general del laboratorio.