En 2003, y con 16 años, el estadounidense Ethan Couch atropelló y mato a cuatro personas a la vez que hirió a otras nueve. Couch conducía su camioneta a 110 kilómetros por hora en una calle cuya velocidad máxima permitida es de 65. Además, su porcentanje de alcohol en sangre era tres veces superior a lo que en Texas se considera índice de embriaguez. Ante esto, el fiscal pidió para Couch 20 años de prisión. Sin embargo, fue hallado culpable de homicido involuntario por intoxicación y sentenciado a 10 años de libertad condicional y a rehabilitación. La juez Jean Boyd aceptó como atenuante el principal argumento de la defensa: que el joven sufría afluenza, “la enfermedad de los niños ricos”.
La afluenza (que es un silogismo de dos palabras en inglés, afluencia e influenza) se entiende es una condición mental que conlleva a irresponsabilidad, falta de límites o consecuencias por vivir en el seno de una familia adinerada. Fue el psicólogo clínico Dick Miller el que reforzó el argumento de la defensa, al testificar a favor de Couch. El experto explicó que el acusado, miembro de una de las familias más acaudaladas del estado, era víctima de unos padres irresponsables que lo habían malcriado. Como ejemplo, contó que le habían regalado la camioneta a los 13 años, a pesar de que ya había tenido problemas con la ley. El experto aseguro que por su condición no era capaz de medir ni entender las consecuencias de sus actos. No obstante, El supuesto padecimiento no está reconocido por la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos ni ningún otro ente oficial. Tampoco está incluido en ninguna versión del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM, por sus siglas en inglés), la Biblia de los psicólogos y psiquiatras, ni se enseña sobre tal trastorno en las facultades de psicología. “Lo que prevaleció fue el dinero”, declaró en ese sentido Eric Boyles, quien perdió a su esposa y a su hija en el accidente provocado por Couch.
Actualmente, el niño rico enfrenta una pena de hasta 120 días de prisión luego de que la policía lo encontrara, junto a su madre, infringiendo su libertad condicional. Ambos habían iniciado una fuga que concluyó este lunes en las inmediaciones de un complejo turístico de lujo en Puerto Vallarta, a casi 2.000 kilómetros de su punto de partida. Quien sí afronta una condena de entre 2 y 10 años de cárcel es la madre del joven, Tonya Couch, a la que se acusa de obstaculizar la justicia.