Al mismo tiempo que ciudades como París en Francia, Auckland en Nueva Zelanda y Ho Chi Min City en Vietnam están construyendo nuevos sistemas urbanos de subterráneos mejora la infraestructura para la circulación de bicicletas y las tecnologías están revolucionando el tránsito urbano con apps para llamar taxis y nuevos patrones de trabajo en todo el mundo.
Incluso antes de la disrupción provocada por la pandemia de Covid-19. Ya se mostraban estancados los número de pasajeros en los sistemas de transpurte público en cinco ciudades del mundo. En Londres los viajes cayeron 3,5% interanual en 2019 a su nivel más bajo desde 2014.
En París, donde la alcaldesa Anne Hidalgo intentó reducir el número de autos e invirtió mucho en bicisendas, los viajes en subterráneo se estancaron durante la última década. En 2019 cayeron 4% con respecto al año anterior marcando el nivel más bajo en 10 años. Hong Kong mostró un patrón similar con una caída en 2019 de 6,1%. En Nueva York, los viajes en subte cayeron 3,7% en 2019 desde su pico en 2015.
La tendencia tiene consecuencias importantes. El objetivo de los sistemas subterráneos en todo el mundo no ha cambiado desde el primero que se construyó en la Inglaterra victoriana (1863): trasladar grandes cantidades de personas desde los suburbios hacia las ciudades en crecimiento lo más rápidamente posible y sacar a la gente de las veredas atestadas. Durante más de cien años los tendidos fueron creciendo y el número de pasajeros crecía.
Pero eso cambió en el siglo 21. Entre 2002 y 2019 se observó una declinación en todos los tipos de transporte urbano. Incluso antes de la pandemia ya eran menos las personas que viajaban al centro los cinco días de la semana. Eso debilitó el sentido de invertir en nuevos proyectos urbanos en esas ciudades. De los 56 nuevos sistemas de subterráneo que se inauguraron en todo el mundo entre 2010 y 2020, 44 pertenecen a la región Asia Pacífico, y solo uno en Europa. La pandemia aceleró y cimentó el cambio. OY son muchos los trabajadores del conocimiento que realizan sus tareas desde el hogar o en lugares cercanos as sus hogares, como cafés o espacios de co-working.
Casi todos los grandes proyectos de transporte requieren subsidios del Estado, aunque terminen generando sus ganancias con la venta de pasajes. Pero el shock de la pandemia y de la lenta caída en el número de pasajeros está perforando un gran agujero en el presupuesto de transporte y se convierte en un desafío para los gobiernos.