Así lo advierte Dirk Holemans, director de la London School of Economics and Political Science, en su ensayo: ‘What Do We Owe Each Other? Social Contracts for the 21st Century’.
Incluso antes de que golpeara la pandemia, las encuestas mostraban que cuatro de cada cinco personas en Estados Unidos, Europa, China e India y varios países en desarrollo creían que “el sistema” no les estaba funcionando.
El coronavirus hizo más evidentes las deficiencias de los sistemas de salud, la naturaleza cada vez más precaria del trabajo y la inequidad de los intercambios entre las generaciones. Ahora existe la oportunidad de usar esta crisis para definir cómo sería un nuevo contrato social más justo para todos.
En salud, ha llegado el momento para lograr una verdadera cobertura universal. Tres epidemias mortales recientes –Sars, Mers y Ébola– tuvieron consecuencias devastadoras, pero geográficamente estuvieron contenidas. Por el contrario, el coronavirus circunnavegó el mundo sembrando caos, particularmente en aquellos países con vulnerabilidades sanitarias
La Organización Mundial de la Salud recomienda que todos los países brinden un paquete sanitario esencial de atención prenatal, inmunizaciones y tratamiento de enfermedades de transmisión.
Cuesta cerca de 5% del PBI. La mayoría de los países pueden hacer frente a eso, excepto las comunidades con bajos ingresos y poblaciones en rápido crecimiento que necesitarán ayuda externa para atender esos mínimos requisitos de salud.
Las disrupciones económicas serán más frecuentes en el futuro no solo por pandemias sino por el rápido cambio tecnológico asociado con la revolución digital y la automatización. Un nuevo contrato social para el trabajo debe brindar mayor seguridad.
Los elementos esenciales de un nuevo contrato social incluyen poner un piso a los ingresos de las personas mediante mejores salares mínimos o subsidios al salario, beneficios obligatorios para los trabajadores flexibles e invertir seriamente en recapacitar a aquellos que están desempleados.
Los países se dividen entre los que brindan menos flexibilidad y mucha protección (la mayoría en Europa), mucha flexibilidad y poca protección (Estados Unidos), y poca protección con poca flexibilidad para el sector formal y mucha flexibilidad para el sector informal (la mayoría en Asia, África, Medio oriente y América latina). Unos pocos países –Dinamarca, Nueva Zelanda, Japón y Australia– ocupan “el punto justo” de brindar mucha flexibilidad y mucha protección. Logran el equilibrio justo que da a los empleadores flexibilidad para ajustar su fuerza laboral mientras se aseguran de que los trabajadores están apoyados mientras pasan a otros empleos mientras mantienen un nivel de vida razonable. Covid–19 también ha tenido impactos diferentes sobre las generaciones.