Gestionar los excesos de capacidad no es nada nuevo. Durante mucho tiempo los bienes y servicios se comercializaron en formas mutuamente beneficiosas, a menudo según oferta y demanda, y los recursos cmpartían para bajar los costos. Tradicionalmente, esto se hacía principalmente a nivel local e informal. Ahora la evolución de la tecnología está permitiendo que la economía “del compartir” opere a una escala mucho más grande.
“Siempre fue problemático que los bienes fijos se utilicen sobre una base a tiempo parcial” dice Claudia Deprati, Directora de IT Advisory de Grant Thornton Argentina. “Sin embargo, dos cosas han cambiado; en primer lugar, ha habido una extraordinaria confluencia de la tecnología – móvil, social y analítica – que ha hecho compartir pequeñas cantidades de capacidad práctica ociosa. El segundo es el cambio social: cambiar la idea de “poseer” por la idea de “acceder”.
De acuerdo con Claudia Deprati, la tecnología ha dado a los consumidores la capacidad para investigar, discutir y tomar decisiones de compra en tiempo real, mientras que el cambio social crea una disposición a comprar servicios en formas no tradicionales. Juntos, crean un lazo de retroalimentación de los usuarios, impulsandohacia adelante a la economía global compartida.
Lo que estamos viviendo, sostiene, no es un cambio incremental en los modelos de negocios, sino algo enorme y perturbador semejante a una revolución: “Puede parecer muy extraño a los de una generación, la mía, para quienes la propiedad y el control — de casas, automóviles o bienes de consumo, por ejemplo—era fundamental. Los de la generación del milenio, sin embargo, tienen más disposición a participar en la economía global compartida porque que confían en la tecnología”.
Pros y contras
Para los emprendedores que detectaron la tendencia y respondieron con soluciones tecnológicas inteligentes, los resultados han sido extraordinarios. Valuaciones increíbles — Uber en $40 mil millones y AIRBNB en $13 mil millones dólares – llamaron la atención de los medios de comunicación y la atención de gobiernos y reguladores.
Muchas empresas han tenido que considerar la economía global compartida en una etapa temprana. “Si no lo hubieran hecho, habrían corrido el riesgo de desaparecer en pocos años”, dice Deprati. “ya estamos viendo gente que primero trató de ignorar la existencia de esta nueva economía o de negarla y ahora comienzxa combatiéndola pero termina por adoptarla”..
Mientras que el bajo costo de entrada para los nuevos negocios compartidosd puede ser visto como una amenaza para las organizaciones tradicionales, las empresas establecidas tienen sus propias ventajas, marcas, conocimiento profundo del cliente y su comprensión de la calidad y servicio al cliente. En última instancia, mucho dependerá de si pueden importar tecnología dentro del mix para ofrecer una experiencia fluida al cliente. Si pueden hacerlo , el negocio compartido podría producir enormes ahorros de costos, sobre todo en el uso de energía y materias primas.
BMW invirtió en DriveNow, un emprendimiento conjunto de autos compartidos con Sixt. Con una aplicación, los clientes pueden localizar, desbloquear y conducir vehículos en ciudades de Europa y Norte América, y la tarifa se cobra por minutos sin necesidad de dejar los vehículos en el punto en que fueron tomados. Para BMW, es el clásico ejemplo de crear a su peor enemigo, antes de que alguien más lo hagaenfrentarse cara a cara con servicios como Zipcar y Uber, es sorprendente por muchas razones, mucho más si se está ayudando a BMW a llegar a un sector demográfico que es 10 años más joven que sus clientes tradicionales.
Al igual que con la adopción de las tecnologías de Internet, el mayor reto para las empresas tradicionales es encontrar la experiencia adecuada. “La capacidad de reinventar un negocio y gestionar el cambio de forma constante es una competencia básica de las organizaciones exitosas”, dice Deprati. “Entender las posibilidades radicales que presentan tanto la tecnología como analytics ya no es algo que necesite ser encontrado entre funciones tales como marketing o logística, sino que supone algo que se debe vivir a nivel directivo”. O sea que las empresas deben encontrar personas que comprendan la tecnología y el modelo de negocio, con el perfil de toma de riesgos para ayudarles a reinventarse.
¿Pero qué sucede con la regulación? Las quejas de los operadores actuales acerca de las reglas que se incumplen y las preocupaciones de los gobiernos acerca de la pérdida de ingresos se están convirtiendo en el foco y la manera de responder a la economía compartida. Desde la perspectiva de Deprati, sin embargo ella no ve ninguna señal de que se esté obstaculizando la inversión: “muchas de las preocupaciones son legítimas, por supuesto. Sin embargo, algunas regulaciones, tales como las de Londres, San Francisco, París y Amsterdam, ya han mostrado su intención mediante reglas más laxas en torno a compartir su casa, mientras cumplan también con las garantías y normas de seguridad y fiscalidad. La clave para las empresas es desarrollar la capacidad para que puedan participar en una etapa temprana con las instituciones gubernamentales”.
Un tema más importante se plantea entorno a la implementación de la economía global compartida a mediano plazo. El ritmo del cambio tecnológico, junto con nuestro deseo de probar nuevas formas de trabajar y consumir, significa que ya no tiene sentido creer que hay un límite en las aplicaciones de negocio tecnológicas.
Claudia Deprati dice: “Se solía escuchar analistas diciendo ´la gente nunca va a comprar ropa online, la gente siempre va a querer ser dueña de la música´, pero ahora la gente se siente cada vez más cómoda volando a una ciudad por negocios sin tener que reservar una habitación hasta que llegan. Con este cambio de actitud y la imperiosa llegada de la tecnología – como impresoras 3D y el Internet – deberíamos sospechar de quien diga ´aquí está una línea que nunca deberá cruzarse´”.
¿Qué es la economía global compartida?
La economía global compartida –en la cual se crean negocios compartiendo recursos, permitiendo a los clientes acceder sólo cuando es necesario- está creciendo a ritmo acelerado. El mercado está dominado por empresas nuevas — AIRBNB, alquiler de coches Zipcar y SnapGoods, lo que facilita el intercambio de artículos para el hogar.
Otro ejemplo es Uber, un negocio basado en una aplicación que ofrece una alternativa a los taxis tradicionales de ciudad. Pone en contacto directo a conductores con clientes pasando directamente por alto a las compañías de alquiler de autos. El éxito de Uber nace de una combinación de comodidad y precios competitivos, ambos cimentados en el modelo de la economía global compartida. Ofrecer un taxi según la ubicación de los clientes más cercanos y informarles cuánto tiempo tendrán que esperar ha quitado del medio la ambigedad de esperar por algún taxi que pase por la calle.. Los coches y los conductores tienen buena oferta debido a los requisitos de pruebas y de licencias menos restrictivas. Y el costo menor de convertirse en un conductor Uber permite una reducción de tarifas.
Como ocurre con cualquier empresa que desestabiliza el mercado, Uber ha superado desafíos. Se han planteado dudas acerca de la calidad de sus conductores. Y se ha enfrentado a amenazas legales en países como Estados Unidos, Alemania, India y Francia. En París fue prohibida tras las protestas de las empresas ya establecidas. Sin embargo, con 8 millones de usuarios en todo el mundo, Uber está sin duda maximizando el potencial de la economía global compartida.
Pero esto no se refiere únicamente a empresas de reciente creación. Haier Group, con sede en China, es un fabricante de productos de línea blanca de larga tradición que ha adaptado su modelo de negocio para aprovechar la economía global compartida. Ofrece miles de lavarropas y heladeras en China, pero ha sustituido a su flota de vehículos con una plataforma online que enumera las entregas programadas para cada día. Gente local con vehículos de reparto puede aplicar para entregar los pedidos de los clientes, y un sistema de revisión se ha puesto en marcha para ayudar a protegerlos contra cualquier caída potencial en el servicio y la calidad.