Pocos días atrás, Scott Galloway profesor de marketing en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York, experto en marketing digital, orador público, autor y empresario escribió un artículo donde planteó que no hay empresa en mejor situación que Disney para irrumpir en el territorio de la educación con el “edutainment” (educación + entretenimiento). ¿Quién mejor que ellos para captar la atención de las niñas y los niños?, se preguntó. E hizo énfasis en la necesidad de que la compañía lance su plataforma de educación a distancia, recuerda un informe de la consultora Trendsity que dirige Mariela Mociulsky.
La sugerencia viene dentro de un razonamiento extendido en un sector de la sociedad que entiende que las grandes plataformas tienen que hacer sinergia con las instituciones, en concreto, en el diseño de un sistema de educación digital conjunto.
La razón es que las últimas tienen el conocimiento y las primeras la posibilidad de expandir masivamente la educación en formatos online. El extender por ejemplo las vacantes físicas limitadas que pueden ofrecer la instituciones y generar una reducción de costos, democratiza el acceso a educación. El planteo es de un modelo híbrido que rescate lo mejor de los dos mundos.
Si bien la intervención de las tecnológicas en la educación no es bienvenida unánimemente (vale recordar la resistencia de la comunidad educactiva de New York frente a la intervención de Bill Gates en su sistema) la realidad es que esta institución no ha sufrido un cambio sustancial en muchas décadas y la crisis sanitaria es la coyuntura perfecta para evaluar la posibilidad. Ya antes de la pandemia, un estudio de Market Research Future predecía un crecimiento anual para el elearning del 13% hasta 2022. Sin embargo, en este punto, es esencial entender que las brechas de acceso a la tecnología juegan un papel crucial en la profundización de las desigualdades.
Vale agregar que desde otros ángulos también ven el valor de las plataformas para la educación. Ya hay estudios que señalan la necesidad de tomar elementos de las “comunidades de práctica” de la Gen Z (TikTok como caso paradigmático) y los valores que las sustentan para aplicarlos al diseño educativo, a saber: la hípertextualidad, el aprendizaje experiencial, la espectacularidad de la intimidad, el manejo de recursos, la creatividad, entre otros.