La pandemia cambió la vida de los argentinos, su forma de trabajar (para todos los que hacen home office), de estudiar, de viajar y también de consumir.
También cambió la forma en que nos vestimos para enfrentar la jornada laboral.
Los argentinos, como gran parte del mundo, transitan la cuarentena y los distintos tipos de aislamiento según su lugar de residencia desde hace más de 150 días, siendo protagonistas de un momento histórico en el mundo. Cambios sociales, laborales y económicos se viven a diario y son solo algunos de los que se enfrentan en este período.
Un estudio realizado recientemente por Adecco Argentina, durante el período de cuarentena, reflejó que el 18% de los argentinos admite que se queda en pijama o la ropa de dormir todo el día, incluso mientras desarrolla desde su casa su jornada laboral.
El mismo trabajo y para sorpresa de muchos destacó que el 14% de los encuestados se viste como si fuera a trabajar a la oficina intentando, así, mantener cierta cercanía con la rutina desarrollada antes del 20 de marzo cuando el Gobierno Nacional decretó el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO).
En un mismo sentido, consecuencia o no de la vestimenta, 6 de cada 10 afirman que trabajan más relajados desde su casa que en la oficina pese a que reconocen que están trabajando más que cuando estaban en la oficina (42%). En esa misma línea, el 56% de los trabajadores admitió que el home office es totalmente nuevo para ellos.
Recientemente, un artículo publicado en The New York Times Magazine sostuvo que, si bien la venta de ropa en Estados Unidos cayó un 79% durante el mes de abril, la de los joggings creció un 80%.
Otro relevamiento, realizado por Adecco Argentina con bastante anterioridad a la pandemia determinó que el 46% de los argentinos dedicaba entre un 5% y un 10% de su salario a la vestimenta laboral y que casi la mitad estarían encantados de cumplir su jornada laboral en jeans y zapatillas… pero seguramente nunca pensaron que algún tiempo más tarde lo harían en pantuflas, jogging o pijama.
Ese mismo trabajo señaló en su momento que casi 8 de cada 10 tardaban entre 10 y 15 minutos en vestirse para ir al trabajo. Ahora que no hay que correr tanto para llegar hasta la computadora, ¿tardarán más o menos que antes?