Se cree que es el proyecto de grabación más grande que se conoce. El músico norteamericano John Anderson siguió a la orden de 43 monjas durante tres años. Instaló micrófonos en la iglesia de la abadía – Notre Dame de Fidelité de Jouques – cerca de Aix-en-Provence, y captó el canto de las monjas durante sus ocho “oficios” diarios. El resultado es miles de cánticos, la totalidad del repertorio gregoriano, unas 7.000 horas de música.
El canto gregoriano se originó en el siglo VIII y se difundió por toda Europa. Concuerda con la “regla” de San Benedicto, según la cual el día se divide en secciones equilibradas de trabajo manuel e intelectual, rezo y descanso. El día comienza a las 5 de la mañana con el canto de los matins y concluye a las 8 de la noche con el compline. Le sigue “el gran silencio” de la noche.
Las monjas de Jouques llevan una vida estricta de contemplación en la que recitan los cantos diariamente. Para esta Pascua – y debido a que no pueden recibir fieles en su abadía por la epidemia de coronavirus—permitieron la difusión de sus cánticos durante los seis días de la Semana Santa que preceden al domingo de Pascua.
Anderson se interesó en los cantos gregorianos cuando una tía suya entró al convento y la visitó un verano. Luego de negociar con las monjas durante una semana, él junto a un sonidista, colocaron ocho micrófonos de alta potencia en la iglesia y colocaron un pequeño grabador que registraba la música en tarjetas SD. Las monjas apretaban “Record” cada vez que entraban a la iglesia y “Stop” cuando salían después de cada servicio”.
Un módem 4G instalado en el monasterio permitía a las monjas subir los 24GB de contenido a la cuenta Google Drive de los técnicos cada noche, desde donde las grabaciones se mezclaban y se masterizaban.