Japón es el país que tiene la población más vieja del mundo. Por eso caló muy hondo allí el contenido del libro “The 100-Year Life”, lleno de sugerencias, advertencias y caminos a seguir para hacer frente a las necesidades de una población pasiva cada vez más grande.
El mensaje central del libro , escrito por Lynda Gratton & Andrew Scott, es que individuos, instituciones, gobiernos, finanza e infraestructura, todo debe estar preparado para vivir una era en la que millones de personas vivan un siglo.
La Sociedad Gerontológica Japonesa comenzó por pedir la redefinición de “persona de edad”: en lugar de “los de más de 65”, ahora será “los de más de 75”. Eso motiva cambios, por ejemplo, en las grandes compañías de servicios financieros. La industria de la construcción también introduce cambios fundamentales en sus modelos de negocios.
El espíritu del libro, publicado en 2016, llegó también al escritorio del primer ministro shinzo Abe, que por aquellos días se esforzada por revitalizar le fe pública en su programa de reformas “Abenomics”. El libro tocaba las nota de optimismo que él necesitaba desesperadamente: personas trabajando muchos más años, personas que mantienen su salud hasta mucho más tarde en la vida, personas adquiriendo nuevas habilidades e invirtiendo para una vida más larga. Todo eso encajaba perfectamente con el resto de sus políticas.
De la mano de Abe Japón se convirtió en el primer país en prepararse realmente para un futuro de vidas largas.