¿Estaremos a la altura de lograr reinventarnos?

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La necesidad de realizar una transición inmediata de lo presencial a lo virtual obliga a formarse e implementar nuevos programas. Los docentes tendrán que desaprender, aprender y reaprender.

La mayoría de los docentes han sido formados en un modo tradicional, teniendo como objetivo impartir en su mayoría clases presenciales. En este tipo de instrucción es difícil que las nuevas tecnologías emerjan como recursos didácticos. Asociado a esta tradición, las instituciones educativas son consideradas como entidades sociales conservadoras, enfocadas en preservar y asegurar la transmisión de conocimiento.

En este sentido, y tal como se esperaba, fui formada para dar clases presenciales. A medida que ganaba experiencia en cursos muy diversos y realizaba formación complementaria, creía estar bien preparada. Todo iba sobre ruedas, hasta que, debido a la pandemia, y en un fin de semana, la institución en la cual trabajo, decidió virtualizar la cursada.

De la noche a la mañana, un curso planificado y organizado como presencial mutó a virtual. Sin preparación, sin herramientas, sin anestesia… ¿Y ahora qué hacemos? ¿Cuánto tiempo tenemos para readecuar la cursada? ¿Hasta cuándo tendremos que dar clase así?

En el mismo momento que intentaba evaluar y probar herramientas, apps, programas de edición, recibía cataratas de mails. Alumnos desorientados, docentes desconcertados.

La tecnología conecta a las personas entre sí y con las instituciones de diversas maneras. Y en 2020 Internet es un inmenso cúmulo de foros, tutoriales, plantillas, etc. Pero ¿cómo filtrar ese exceso de información? ¿qué herramientas elegir? ¿Cómo saber cuáles iban a funcionar para realizar una tarea para la cual no fuimos formados?

En unos días logré encaminar el curso, pero el trabajo fue monumental. Aprender a usar programas nuevos y en simultáneo cambiar el enfoque pedagógico. El objetivo era que los alumnos incorporen los mismos contenidos del curso presencial. ¿Se logra transmitir de la misma manera? ¿Cómo muta tan rápidamente el proceso enseñanza aprendizaje? Si bien la tecnología une a las personas, también elimina lo específico y reta la sobrevivencia de los mecanismos a los cuales ya estábamos habituados.

Las nuevas herramientas habilitan infinitas posibilidades hacia nuevas direcciones. Su uso, ya no solo como recurso didáctico sino como fin pedagógico, nos obliga a replantear la manera tradicional de dar clases.

(*) Investigadora en IIEP-Baires-CONICET

 

 

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