En los organismos financieros internacionales, desde hace décadas, funciona un viejo chiste. ¿Qué es lo que dice? Que en el mundo hay cuatro categorías de economías. Están las economías desarrolladas y están las subdesarrolladas. Luego están la economía argentina, y la japonesa.
La referencia a nuestro país, no demanda explicación. Podríamos enriquecer con argumentos cualquier respuesta. Lo interesante es la mención al país del Sol Naciente. ¿Cuáles son los rasgos originales que la convierten en una economía especial?
Después de la destrucción y la devastación de la Segunda Guerra Mundial, el país comenzó a crecer a enorme velocidad, con el apoyo financiero de Estados Unidos. En pocas décadas, esta sociedad de personas con buena calificación profesional y espíritu solidario, comenzó a emerger como una importante potencia económica (ayudada por cero gasto en el campo de la defensa, a cargo de su aliado y protector, EE.UU).
En los años 80 era una potencia emergente y sus inversores y exportadores dejaban huella. Comenzó a hablarse del “peligro amarillo”, capaz de una rápida dominación económica.
Pero en los años 90, todo cambió, y no sólo porque otros países como Alemania y Corea del Sur, comenzaron a disputarle terreno palmo a palmo. Algo más profundo ocurrió en esta economía – y en esta sociedad- que desde ese momento estuvo condenada a una larguísima etapa de estancamiento con mínimo crecimiento, pero con mucho bienestar.
Tal vez eso es lo que convenga destacar. Como dijo hace poco Jesper Koll –un ex banquero, ahora académico y conferenciante, en un artículo publicado en el Japan Times, el país merece que se le conceda el Premio Nobel de Economía.
¿La razón? Hay otro milagro económico, pero esta vez no el del crecimiento. El nuevo es sobre la buena distribución interna del ingreso, que convierte a esa sociedad en más justa y equitativa.
El ingreso medio per capita en Japón es de US$ 96.000 anuales, casi el doble de ese indicador en Estados Unidos. Nuevas políticas de respaldo laboral a las mujeres (algo impensado hace un tiempo desde la perspectiva occidental) y una ajustada oferta laboral (la población envejece), han establecido “un capitalismo que funciona”.
Lo cual, posiblemente, explica por qué no hay indicios en este país de un surgimiento de movimientos populistas o autoritarios y de derecha (algo en lo que antes hubo buena experiencia histórica).
La meta de la economía es crear y respaldar a una sociedad estable.