El nuevo superciclo de los commodities es un llamado

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La soja acaba de trepar a U$S 589.75 / tonelada, lo que significa que ha aumentado más de 95% desde marzo de 2020; y a este ritmo atravesaría la barrera de U$S 650 /tn que alcanzó hace 10 años y que fue récord histórico absoluto.

Lo mismo ocurrió con el maíz que superó U$S 299/ tn el 6 de mayo pasado, lo que implica que se duplicó en el último año.

Lo decisivo para la Argentina es que un fenómeno similar han experimentado los principales productos de exportación agroindustriales –aceites y harina de soja-, con ventas que totalizaron 1.564.870 toneladas en los primeros 3 meses del año, también récord histórico absoluto en ese periodo, en tanto que las exportaciones de harina de soja alcanzaron a 6.535.203 toneladas, otro récord histórico.

Esto equivale a afirmar que entre enero y abril de este año entraron a la Argentina U$S 9.755 millones (U$S 1.707 millones más que en igual periodo de 2016).

Este aluvión de dólares, que es la principal restricción que tiene la economía argentina, implica que el país tendrá este año un récord de U$S 37.121 millones provenientes de sus exportaciones agroalimentarias, que serían U$S 10.524 millones más de los que recibió en 2020.

Hay que agregar que los ingresos al fisco originados por las retenciones alcanzarían a U$S 8.600 millones, lo que implica un extra de U$S 2.600 millones en relación al año pasado.

Este boom de exportaciones agroalimentarias que experimenta la Argentina no responde a una expansión de corto plazo del mercado mundial –tímidamente denominados “viento de cola”-, sino a la aparición en gran escala de un nuevo Superciclo de los Commodities, que sería el segundo en la historia del capitalismo en el siglo XXI (el primero transcurrió entre 2001 y 2011, con una breve pausa en 2009), pero la causa es la misma en ambos grandes acontecimientos históricos, que es la transformación del mercado global por el surgimiento irresistible, excepcional, de la demanda china.

El fenómeno arrastra todos los commodities sin excepción. El cobre (Chile / Perú) atravesó la barrera histórica de U$S 10.361 / tn , y dejó atrás el previo récord de 2011, lo que se revela con el hecho de que se ha duplicado desde marzo del año pasado; y ahora la City de Londres y Goldman Sachs en Wall Street esperan que supere el nivel nunca alcanzado de U$S 15.000 / tn en 2025.

El cálculo de Glencore, la mayor empresa minera del mundo, es que la industria productora de cobre (más de 70% radicada en Chile y Perú) necesitará producir un millón extra de toneladas por año para cumplir con las exigencias de una demanda imparable en el próximo lustro.

Esto significa que la producción mundial deberá crecer más de 10 puntos porcentuales en los próximos 5 años, debido a que el auge de la demanda china prácticamente se duplica en este período.

Los niveles actuales de la producción de cobre en el mundo ascienden a 29 millones de toneladas en 2021 y las exigencias de la nueva demanda global hacen que deban alcanzar a más de 60 millones de toneladas en 2026.

Solo la industria automotriz productora de vehículos eléctricos exigiría 24 millones de toneladas adicionales de cobre en 2030, cuando más de 30% de la producción de automotores en el mundo serian eléctricos o híbridos en este periodo.

“Se necesitarán dos Glen Cores más para entonces”, sostienen entusiastas en la City de Londres; y lo mismo podría decirse la necesidad de la aparición de 2 o más Cargill, una de las cuales tendría que ser por necesidad argentina.

Atrás del auge excepcional de la demanda china está el vuelco de la producción mundial a la “industria verde”, que es la transición ineludible hacia una forma de producción que no explote y destruya la Naturaleza, como ha ocurrido en el transcurso de la segunda y tercera revolución industrial, especialmente en EE.UU y la República Popular China. sino que lo haga de acuerdo a las leyes de la vida, y por lo tanto regenerando la biósfera, que es la dimensión viva de la Tierra.

El nuevo Superciclo de los Commodities es un llamado a la acción para el complejo agroalimentario argentino y, más aún, para la Argentina como Nación ante esta oportunidad histórica extraordinaria e irrepetible.

Para eso se requiere que el campo argentino adquiera una visión estratégica de largo plazo, de carácter estructural de esta situación. Es la condición para su eficacia en la acción tanto en términos económicos como políticos.

(*) Centro de reflexión Segundo Centenario.

 

 

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