domingo, 22 de diciembre de 2024

Diez circunstancias que nos enfrentan a una nueva pandemia

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La peste negra, el cólera, la tuberculosis, la gripe, el tifus o la viruela son tan solo algunos ejemplos de enfermedades que nos han dejado cicatrices imborrables.

Es que existan epidemias y pandemias no es nada nuevo.
Por Raúl Rivas González (*)

Cada enfermedad requiere una actuación específica y la puesta en marcha de distintos mecanismos de prevención, respuesta y tratamiento. Por esta razón, es fundamental identificar los orígenes y los patrones de aparición de los patógenos.

En este sentido, alrededor del 60 % de las enfermedades infecciosas emergentes que se notifican a nivel mundial son zoonosis (que se transmiten entre animales y humanos). Las estimaciones apuntan que, en todo el mundo, cada año, alrededor de mil millones de personas enferman y millones mueren a consecuencia de eventos zoonóticos. Y de los más de 30 nuevos patógenos humanos detectados en las últimas décadas, el 75 % se han originado en animales.

La emergencia reciente de diversas enfermedades de origen zoonótico –la influenza aviar H5N1, la influenza aviar H7N9, el VIH, el Zika, el virus del Nilo Occidental, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), la enfermedad por el virus Ébola o la covid-19 (SARS-CoV2)– han planteado serias amenazas para la salud humana y el desarrollo económico mundial.

En general son impredecibles, ya que muchas se originan en animales y son causadas por virus nuevos que solo son detectados una vez producido un brote. Sin embargo, hay al menos diez factores que ya sabemos a ciencia cierta que están vinculados a la aparición de una futura epidemia o pandemia. Los enumeramos.

  1. Guerras y hambrunas

Los daños causados por la guerra son muchos y complejos. La muerte, las lesiones y el desplazamiento son los más obvios. Pero la aparición de epidemias infecciosas también está estrechamente relacionada con los conflictos bélicos.

En el año 2006, se informó de brotes de cólera en 33 países africanos, y en el 88 % de los casos los informes procedían de países afectados por conflictos bélicos. En los últimos años, diferentes países de Oriente Medio y África han sufrido brotes infecciosos como efecto directo de la guerra, agravados por la escasez de alimentos y agua, el desplazamiento y los daños a la infraestructura y a los servicios de salud.

  1. Cambio de uso del suelo

El cambio en el uso de la tierra es una modificación en el ecosistema inducida por el ser humano. Estas alteraciones pueden afectar a la abundancia y distribución de la vida silvestre, y la hacen más susceptible a la infección por patógenos. Además, al crear oportunidades de contacto nuevas, facilitan la circulación de patógenos entre especies, lo que en última instancia conduce a la infección humana y a una mayor propagación de los patógenos.

  1. Deforestación

Con la deforestación y la fragmentación de los bosques favorecemos la extinción de especies especialistas en hábitats, permitiendo que prosperen las generalistas. Se ha comprobado que las especies de vida silvestre que son anfitrionas de patógenos, particularmente en el caso de murciélagos y otras especies de mamíferos como los roedores, son relativamente más abundantes en paisajes manipulados por el ser humano, como los ecosistemas agrícolas y las áreas urbanas, que en sitios adyacentes no perturbados.

El establecimiento de pastos, plantaciones o granjas de ganadería intensiva cerca de los márgenes del bosque también puede aumentar el flujo de patógenos de la vida silvestre a los humanos.

  1. Urbanización descontrolada y aumento poblacional

Los cambios demográficos en el tamaño y la densidad de la población a través de la urbanización afectan a la dinámica de las enfermedades infecciosas. Por ejemplo, la gripe tiende a exhibir brotes más persistentes en regiones urbanas más pobladas y densas.

  1. Cambio climático

El cambio climático aumenta el riesgo de transmisión viral entre especies. Muchas especies de virus son todavía desconocidas, pero es probable que tengan la capacidad de infectar a los humanos. Por suerte, en la actualidad la gran mayoría circula silenciosamente en los mamíferos salvajes. Sin embargo, el aumento de las temperaturas provocará migraciones masivas de animales que busquen condiciones ambientales más suaves, facilitando la aparición de puntos críticos de biodiversidad. Si llegan a áreas de alta densidad de población humana, principalmente en Asia y África, surgirán nuevas oportunidades para la propagación zoonótica al ser humano.

Predicciones recientes bajo escenarios de cambio climático apuntan que, para el año 2070, la transmisión de virus entre especies aumentará unas 4 000 veces.

  1. Globalización

La globalización ha facilitado la propagación de numerosos agentes infecciosos a todos los rincones del planeta. La transmisión de enfermedades infecciosas es el mejor ejemplo de la creciente porosidad de las fronteras. La globalización y el aumento de la conectividad aceleran la posible aparición de una pandemia por la movilización constante de los microorganismos a través del comercio y el transporte internacional.

  1. La caza, el comercio y el consumo de carne de animales silvestres

La transmisión de enfermedades zoonóticas puede ocurrir en cualquier punto de la cadena de suministro de carne de animales silvestres, desde la caza en el bosque hasta el punto de consumo. Los patógenos que se han propagado a los humanos a partir de la carne de animales silvestres son numerosos e incluyen entre otros el VIH, el virus del Ébola, el virus espumoso de los simios o el virus de la viruela del mono.

  1. Tráfico ilegal de especies y mercados de animales salvajes

Un ecosistema natural con un alto grado de riqueza de especies reduce la tasa de encuentro entre individuos susceptibles e infecciosos, disminuyendo la probabilidad de transmisión de un patógeno. Por el contrario, los mercados de animales vivos y los recintos dedicados a ocultar animales destinados al comercio ilegal son lugares donde especies animales de todo tipo son enjauladas y hacinadas.

En esas circunstancias no solo comparten el mismo espacio insalubre y antinatural, sino también los ectoparásitos y endoparásitos vectores de enfermedades. Los animales sangran, babean y se defecan y orinan unos sobre otros, lo que lleva al intercambio de microorganismos patógenos y parásitos, forzando interacciones entre especies que nunca deberían ocurrir.

  1. Evolución microbiana

Los microorganismos están en constante evolución en respuesta a las presiones de selección indirectas y directas en su entorno. Un claro ejemplo son los virus influenza tipo A, cuyo reservorio ancestral son las aves acuáticas, a partir de las cuales han conseguido infectar a otros tipos de animales.

Otro ejemplo evidente de la capacidad de los microorganismos para adaptarse rápidamente es el desarrollo mundial de muchos tipos de resistencia antimicrobiana en patógenos humanos comunes.

  1. Colapso del sistema de salud pública

En las últimas décadas, en numerosos países, ha acontecido una retirada paulatina del apoyo financiero a los sistemas de salud pública. Esta situación ha diezmado la infraestructura esencial y necesaria para hacer frente a brotes epidémicos sorpresivos. La rápida aparición reciente de nuevas amenazas de enfermedades infecciosas como la covid-19, unida al resurgimiento de afecciones antiguas como el sarampión o la tuberculosis, tiene implicaciones importantes para los sistemas de salud públicos mundiales.

Debemos ser conscientes de que la preparación contra posibles futuras epidemias y pandemias requiere de un estudio profundo y concienzudo de los potenciales factores que facilitan la emergencia de enfermedades infecciosas. El análisis sosegado y crítico permitirá diseñar futuras estrategias de previsión y prevención.

(*) Catedrático de Microbiología, Universidad de Salamanca.

 

 

 

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