Decrecer en lugar de crecer

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Hay un movimiento que se opone a la idea de crecer cada vez más, producir cada vez más, consumir cada vez más. Sostiene que el crecimiento ilimitado es insostenible por más esfuerzos que haga la tecnología. 

El decrecimiento es un movimiento social, económico y políti9co basado en la economía ecológica e ideas anticapitalistas y anticonsumistas. También se lo considera una estrategia económica esencial que responde al dilema sobre los límites del crecimiento. Sus pensadores y activistas pregonan la reducción de la producción y el consumo argumentando que el exceso de consumo está en la raíz de los problemas ambientales de largo plazo y de las desigualdades sociales. 

A medida que las economías crecen, también crece en la misma medida la necesidad de recursos. Hay una cantidad fija de recursos no renovables como el petróleo y esos recursos inevitablemente se van a acabar algún día. Por otra parte, los recursos renovables también se pueden agotar si son extraídos en formas insostenibles durante largos períodos. La precupación por estos temas ha generado este movimiento, que desde hace algunos años clama por detener la eterna búsqueda del crecimiento.

El filósofo y periodista austriaco André Gorz revela lo que muchas veces la gente ha pensado, por qué si la tecnología ha avanzado tanto no tenemos productos que no se gasten. “Intenten imaginar una sociedad que produzca tejidos muy resistentes, zapatos que duran años, máquinas fáciles de reparar y capaces de funcionar un siglo. Todo eso está, desde hace tiempo, al alcance de la técnica y de la ciencia, de la misma forma que la multiplicación de instalaciones y de servicios colectivos (de transporte, de lavado, etc.) que nos libren de la compra individual de máquinas caras, frágiles y devoradoras de energía”.

Orígenes del decrecimiento

Muchos análisis de varias disciplinas científicas implican que un sistema económico y social basado en el crecimiento no puede tener futuro: a pesar de que aumenta el número de soluciones tecnológicas para el “crecimiento verde”, las inequidad y la destrucción del la naturaleza crecen sin cesar. Es hora de desarrollar modelos socioeconómicos que sean independientes del crecimiento y puedan brindar buena vida a todos.

Rosae Martín Peña, en Tendencias 21, explica que la idea concreta del decrecimiento nace de pensadores que se oponen a la idea de desarrollo y de la sociedad de consumo, entre ellos Ivan Illich, André Gorz o Cornelius Castoriadus. Dentro del campo estrictamente de la economía, tras el informe del Club de Roma de 1972 aparecen voces críticas como la del economista, Herman Daly, un norteamericano que recibió el Nobel Alternativo en 1996, y que propuso la tesis del crecimiento 0.

Aunque fue Georgescu Roegen, un economista rumano y padre de la bioeconomía el que introdujo el concepto de decrecimiento, tal y como se entiende ahora mismo. Roegen realizó en la década de los 70 algunas propuestas en esta dirección como: dejar de fabricar armamento para matarnos, ajustar la población mundial a la cantidad de personas que podrían alimentarse en el planeta con agricultura ecológica o permitir la libre circulación de personas entre países sin restricción.

Sin embargo, fue en la década de los 90 cuando se sentaron las bases teóricas que consolidarían y armarían el movimiento por el decrecimiento con autores como Latouche y Schneider, entre otros. Entre las voces mundialmente conocidas está la del profesor Latouche, que afirma que no hay que entender el decrecimiento como una alternativa concreta al modelo actual, sino como una llamada de atención a los riesgos de la situación que vivimos, un slogan que agita conciencias, un grito por el cambio.

 

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