En tiempos de costos crecientes, para cualquier empresa el ahorro es una variable tan o más importante que el ingreso.
Pero, ¿qué pasa si además de ahorrar en nuestros gastos ayudamos al ambiente? Es un proceso que podemos hacer de manera gradual poniéndonos metas concretas para lograr el objetivo. Una de las primeras cosas que podemos hacer es armar un programa de “Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos” (GIRSU). En muchas provincias es obligatorio, en esos casos también estaríamos cumpliendo una normativa.
A través de este programa vamos a empezar separando los residuos en dos grandes corrientes, reciclables (o secos) y no reciclables (o húmedos). Vamos a disponer cada una de estas corrientes en cestos diferenciados. El paso siguiente es identificar una empresa o cooperativa que nos pueda hacer la logística diferenciada de cada una de esas corrientes.
Los secos tienen un proceso posterior a través del cual se separan los distintos tipos de residuos, a saber, papel, cartón, metal, plástico, y vidrio, generalmente se enfardan, y se entregan a las distintas industrias recicladoras para que éstas los utilicen como materia prima en la fabricación de nuevos productos.
Hay otros materiales reciclables como RAEEs (residuos de aparatos eléctricos y electrónicos), maderas, telas, entre otros, que si bien generalmente no tienen destino comercial, si se les puede buscar un destino social; en estos el objetivo es que no terminen tirados en un basural contaminando.
Los húmedos generalmente terminan en un relleno sanitario o basural a cielo abierto. Una buena solución es tratarlos en origen, y hay dos sistemas disponibles uno es el Compostaje corporativo que nos permite disponer en las composteras los vegetales crudos y sin condimentar. A través de un proceso natural se va descomponiendo esa materia orgánica y en un período de entre 4 y 6 meses se transforma en tierra fértil.
El otro proceso disponible es el de Biodigestión. En esta, a diferencia del compostaje, se puede digerir todo tipo de residuos orgánicos, como restos de comida cruda o cocida, condimentada o no; bosta de animales; restos de poda, y a través de un proceso natural microbiano un grupo de bacterias que se generan naturalmente en el equipo van descomponiendo la materia orgánica y la transforman en biogás. El biogás se puede utilizar para cocinar, calefaccionar, etc y en escalas industriales hasta para generar energía eléctrica. El único subproducto de estos equipos es un líquido fertilizante.
Por el servicio de retiro de ambas corrientes las empresas pagan muchísimo dinero y en la mayoría de los casos para que terminen enterrados contaminando cursos de agua, suelos y la atmósfera, y poniendo en riesgo sanitario a mucha gente. Pero si elaboramos un programa de GIRSU en nuestra organización y empezamos a darle a cada una de las corrientes el destino que corresponde, vamos a ahorrar gran parte de ese dinero que le pagamos a las empresas que nos retiran los residuos.
También vamos a poder ver un ahorro en la factura de gas o de luz si optamos por la Biodigestión corporativa; pero además algo muy importante es que vamos a ayudar a mitigar el impacto ambiental que tarde o temprano nos va a afectar como organización.
Ayudar al ambiente también nos puede abrir puertas a nuevas oportunidades de negocio. Así como en muchos mercados se exigen normas de calidad y seguridad, las certificaciones ambientales y las empresas de triple impacto (económico, social y ambiental), como las Empresas B, son cada vez más valoradas en el ámbito internacional.
Podemos ahorrar dinero, cuidar el ambiente, cumplir la normativa y fidelizar el vínculo con clientes cada vez más conscientes. Solo se trata de poner manos a la obra.
(*) Ciro Panizo, Contador Público Nacional. Co-fundador de GEA Sustentable, GEA Bio y Gea Cursos (@geasustentable)