Desde hace mucho tiempo, la economía argentina no garantiza un crecimiento estable y prolongado de manera sostenible, lo cual ocasionó un deterioro significativo en materia de capacidades de desarrollo humano e integración social.
En este sentido, cabe preguntarse sobre el modo y el sentido en que factores de tipo estructural condicionan la inserción laboral de manera vinculada o independiente de las credenciales educativas de la fuerza de trabajo.
Con base en los datos de la Encuesta de la Deuda Social Argentina 2022, se presentan los datos de calidad del empleo según nivel educativo de la fuerza de trabajo en Argentina de acuerdo con el sector de inserción laboral, así como también como se refleja esto en la estructura distributiva.
Entre otros datos, se indica que el 80% de las personas activas con nivel educativo alto (universitario completo o más) tenían un empleo pleno en 2022, en contraste al 41% quienes tenían un nivel educativo medio y el 15% de quienes tenían nivel educativo bajo. Sin embargo, el mercado laboral argentino tiene una alta predominancia de empleos de mala calidad: solo dos de cada cinco personas que se encuentran activas tienen un empleo pleno de derechos.
Por otra parte, quienes poseen un empleo pleno ganan un 45% más que la media de la población económicamente activa, mientras que quienes poseen un subempleo inestable ganan un 60% menos. Pero los diferenciales educativos tienen mayor efecto discriminador sobre los ingresos en aquellas personas que acceden a un empleo pleno o a un empleo precario. Entre quienes acceden a un subempleo inestable, el capital educativo no juega un papel importante en términos de diferenciales remunerativos.