La compañía minera Glencore International consiguió el sí de las autoridades regulatorias europeas el martes pasado para adquirir, finalmente, el total de las acciones de Xstrata. La negociación cerró en US$ 32.000 millones pero implicó un acuerdo de la nueva empresa con los reguladores para reducir operaciones en Europa y evitar así actividades oligopólicas.
Los accionistas de Xstrata, por su parte, votaron afirmativamente ser adquiridos por Glencore, creando así una compañía minera gigante valuada en US$ 80.000 millones. Rechazaron, sin embargo, la idea de entregar a los ejecutivos bonos por US$ 220 millones. Este revés significó la renuncia del CEO de Xstrata, John Bond, efectiva luego de la fusión.
La aprobación tardó porque las autoridades regulatorias apoyaban la idea de que una fusión semejante reduciría la competencia en sectores clave de materias primas. El problema se solucionó cuando Glencore se deshizo de su porcentaje en la productora de zinc, Nyrstar. Su participación en ese mercado bajará de 50% a 40%. Sin esta concesión es posible que la Unión Europea no haya accedido al acuerdo por miedo a que la fusión subiese los precios del zinc en el continente. Así se aseguró crear más espacio para la competencia.
Luego de conocerse la noticia las acciones de Glencore subieron 3% en Londres; las de Xstrata, 3,1%. Luego de nueve meses de negociaciones se espera que la fusión se haga efectiva a principios de 2013. Sin embargo, todavía deben esperar la autorización de las autoridades de Sudáfrica y China.
La desaceleración de economías emergentes como China e India implica menos espacio para colocar materias primas del sector minero, lo que implica una demanda reducida y precios más bajos. Los actores deberán acomodarse a esta nueva realidad. Glencore ya hizo su parte.
