Antibióticos cada vez más impotentes ante las bacterias

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La incapacidad para combatir infecciones plantea un problema serio a futuro.

La resistencia a los antibióticos – el proceso mediante el cual las bacterias y los virus desarrollan mecanismos de defensa contra las drogas que usamos para combatirlos — está avanzando con tanta rapidez que las naciones Unidas han declarado un “estado de emergencia sanitaria mundial”. Millones y millones de personas contraen anualmente infecciones que no responden a los tratamientos. Los llamados “superbugs”, o súper bichos” se expanden con rapidez, en parte porque algunas bacterias pueden tomar prestados genes resistentes de otras especies vecinas a través de un proceso llamado transferencia horizontal de genes.

 

Las bacterias están en todas partes: en nuestro cuerpo, en el aire, en el suelo y cubriendo la superficie de millones de cosas. Muchas bacterias producen compuestos antibióticos, probablemente a modo de armas en una batalla microscópica que se da entre las deferentes cadenas de bacterias en procura de recursos. Como las bacterias se reproducen tan rápidamente pueden evolucionar también a velocidades sorprendentes.

Los antibióticos solo existen desde hace unos 80 años, pero los “bugs”, los bichos (virus, bacterias, etc.) están en el planeta desde hace billones de años. Por eso han desarrollado todo tipo de mecanismos de supervivencia, explica el doctor Colin Garner, CEO de Antibiotic Research UK.

 

El problema es que hoy los antibióticos también están en todas partes. Se recetan para todo, muchas veces innecesariamente. Los agricultores hace muchos años que inyectan antibióticos a su ganado, tanto para engordarlos como para prevenir infecciones. “Vivimos en una sociedad enamorada de los antibióticos y los usamos aun cuando no son necesarios”, dice Jim O’Neill, economista miembro del Sistema Nacional de Salud de Gran Bretaña.

 

Hay un problema adicional. Los grandes grupos farmacéuticos comenzaron a recortar el financiamiento a la investigación en antibióticos y luego terminaron por interrumpirlo. Es un simple problema económico para ellos: idealmente los antibióticos deberían ser baratos, pero también usados lo menos posible. Esa no es una buena proposición de negocios. Y dado que la resistencia a los antibióticos puede aparecer al año de la introducción de un nuevo tipo, un antibiótico nuevo solamente podría tener una vida útil de 10 a 15 años, apenas suficiente para compensar el gasto incurrido para su desarrollo. “los números no da”!, dice Tim Jinks, jefe del programa Drogas Resistentes a las Infecciones del Wellcome Trust de Gran Bretaña.

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