Vender o que nos compren, esa es la cuestión

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El planteo de Roly Boussy (OBC Consultora y Capacitación) representa la delgada y trascendente línea que separa dos posturas antagónicas que coexisten en la conducta de los vendedores de hoy.

<p>Estos sujetos son miembros de una tribu en vías de extinción, sencillamente porque no le aportan valor al proceso, al contrario, muchas veces, como he mencionado, erosionan la percepción de valor por parte del cliente.<br />
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Sobrevivirán en mercados de demanda, mientras persista la ingenuidad del comprador resignado de ayer y hasta que la oferta alcance la madurez profesional que se le reclama incrementalmente a cada segundo.<br />
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Se trata de un sujeto apenas reactivo, pasivo, casi obsoleto en función de los requerimientos y las tensiones actuales. De todas formas, debemos reconocer que todavía hay vastas poblaciones de este tipo de pseudos profesionales en la calle, ganándose la vida creyendo que venden. Por ahora.<br />
Hacer que nos compren es una actitud eminentemente activa, creativa y anticipativa, pero que implica un rol de servicio hacia un sujeto destinatario de nuestra gestión. <br />
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También implica abandonar un lugar egocéntrico y ególatra para resignificar el rol desde el servicio, con quizás menos estridencias triunfalistas, pero con mucha mayor consistencia y perdurabilidad. <br />
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El vendedor es el verdadero elemento esencial del proceso, pero que no se jacta de ello, sino que, como el varón en el tango, conduce cada movimiento, pero para el lucimiento de su compañera.<br />
El desafío está planteado. Vender o lograr que nos compren. De la manera que resolvamos cada uno de nosotros este dilema dependerá, en gran medida, el lugar que ocupemos en el futuro que ya llega a nosotros.</p>

<p>Con el paso del tiempo, esta pr&aacute;ctica fue generando en los compradores, nuevos anticuerpos que se han desarrollado fuertemente. No resulta tarea sencilla para este tipo de vendedor seguir encontrando incautos que caigan en sus redes con la misma facilidad de anta&ntilde;o. <br />
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Hoy, en gran medida por la propia acci&oacute;n de los vendedores, encontramos compradores que tienen memoria y cicatrices, y que muchas veces son m&aacute;s profesionales que ellos.<br />
Saben lo que quieren y sobre todo, saben cuales son las condiciones en las que aceptar&aacute;n comprar lo que quieren y van a hacer valer su poder en muchos casos, con rudeza.<br />
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En cambio, para quienes consideren que la real y verdadera responsabilidad de los vendedores no es vender sino generar un contexto en el que <em>les</em> <em>compren</em>, pues encontrar&aacute;n otro espectro de posibilidades infinitamente m&aacute;s amplio.<br />
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Veamos por qu&eacute;<br />
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Este tipo de vendedores basa su estrategia profesional en la confianza que genera en sus clientes, confianza que se ir&aacute; fortaleciendo en cada encuentro.<br />
Su principal responsabilidad no es vender, sino descubrir, crear y desarrollar clientes. La clave de su gesti&oacute;n es la relaci&oacute;n que genera en el otro y los fundamentos de esta relaci&oacute;n que se basa en valores personales, en conocimientos, en habilidades y en actitudes que establecen la diferencia competitiva.<br />
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Trabajan genuina y comprometidamente para lograr clientes que se conviertan en sus ap&oacute;stoles a partir de la convicci&oacute;n que generan.<br />
Este tipo de vendedores se preocupa anticipadamente para desarrollar propuestas de valor para sus clientes. Aporta beneficios, solucionando ventajosamente las necesidades de estos. <br />
Este vendedor se nutre de la ganancia de sus clientes.<br />
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Cuando finaliza un ciclo, su cliente siente que ha tomado una sabia decisi&oacute;n gracias a la interacci&oacute;n con su vendedor. &Eacute;l lo ha hecho mejor por s&iacute; mismo y el vendedor lo ha ayudado a lograrlo. El sentimiento es de realizaci&oacute;n por su acci&oacute;n y de gratitud y respeto hacia su asesor. Esto, adem&aacute;s, se da en un marco de acuerdos sustentables y leg&iacute;timos, que van m&aacute;s all&aacute; de la euforia inicial.<br />
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El verdadero protagonista es el cliente, siendo el vendedor un actor de reparto, muy importante, pero siempre complementario.<br />
Lograr que nos compren no debe confundirse con abastecer la demanda. Son cosas radical y absolutamente distintas.<br />
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Quien abastece la demanda no vende. A estos funcionarios (que se autoproclaman indebidamente vendedores) a lo sumo les demandas productos o servicios, y a&uacute;n as&iacute;, muchas veces ni siquiera en una experiencia gratificante.<br />
&nbsp;</p>

<p><em>Su rol, su posicionamiento y su perdurabilidad est&aacute;n ligados &iacute;ntimamente al lado en el que se encuentren. Definir de qu&eacute; lado se pongan es un tema estrat&eacute;gico y amerita un pensamiento profundo del que debe derivar de manera consecuente, su conducta profesional.<br /></em><br />Detr&aacute;s de este dilema de inofensiva apariencia, se esconde una problem&aacute;tica que es mucho m&aacute;s profunda de lo que aparece en la superficie del enunciado.<br />La verdadera cuesti&oacute;n en juego que se encuentra entre l&iacute;neas, tiene que ver con la conducta consecuente que adopten los vendedores a partir de una u otra alternativa.<br /><br />La verdadera trascendencia est&aacute; all&iacute; y no en el juego dial&eacute;ctico que se pueda plantear.<br />Las diferentes alternativas de resoluci&oacute;n de este enigma existencial para la profesi&oacute;n, se encontrar&aacute;n a partir de la definici&oacute;n de la principal responsabilidad de los vendedores, que cada uno de nosotros elijamos tomar.<br /><br />Por un lado, para todos aquellos que consideren que la principal responsabilidad del vendedor es sencillamente <em>vender</em>, pues encontrar&aacute;n que el desaf&iacute;o de los vendedores es lograr superar las defensas del mercado, introduciendo sus caballos de Troya entre los factores de decisi&oacute;n, para conquistarlos y lograr acumular compradores.<br /><br />En esta situaci&oacute;n, el vendedor ocupa el lugar activo de quien ejerce el control de la relaci&oacute;n comercial, pero vendiendo para satisfacer sobre todo su propia necesidad de hacerlo.<br />De esta manera el p&uacute;blico se transforma en sujeto pasivo, vulnerado por la acci&oacute;n habilidosa del vendedor que logra entregarle un bien a cambio de su dinero.<br /><br />El vendedor logra su objetivo y el comprador asume haber sido superado en esta batalla. Una vez m&aacute;s. Cada uno se queda con las sensaciones consecuentes de una y otra posici&oacute;n.<br />El vendedor se entusiasma en funci&oacute;n de la ganancia que le reporta su habilidad, nutre su ego y se fortalece para nuevos encuentros, y el comprador acumula m&aacute;s resistencias para que en el pr&oacute;ximo encuentro, pueda finalmente zafar del asedio enemigo que intenta despojarlo de su dinero.<br />El vendedor gan&oacute; y el comprador perdi&oacute;. &iquest;Es as&iacute;? Una perspectiva de largo plazo nos plantea algunas dudas al respecto.<br /><br />&nbsp;</p>

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