Una opinión a favor de dos mandos en la cumbre

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Es bueno tener un jefe ejecutivo y otro no ejecutivo, dice Jack Creighton. Los futuros CEO deberán aprender a convivir con un presidente no ejecutivo, a compartir responsabilidades y a no infatuarse tanto.

Desde que comenzó a ponerse en práctica en Estados Unidos la reforma del gobierno de la empresa, uno de los temas que más ha dado que hablar a teóricos y ejecutivos es el de separar los cargos de director ejecutivo y presidente del directorio (CEO y chairman en inglés). Algunos se oponen y otros aplauden. Entre estos últimos figura Jack Creighton quien, entrevistado por McKinsey Quarterly, expuso con toda claridad las razones por las que cree que la medida es acertada.

Él ha desempeñado ambos cargos, juntos y por separado, en muchas compañías. Según su experiencia, mantener dos roles separados libera al CEO de las obligaciones de presidir un directorio y a su vez tiene a su lado los consejos de alguien que no lleva las riendas pero conoce a fondo la compañía. “Reunir ambos cargos alimenta el ego, pero no necesariamente vuelve más efectiva a la persona que los ejerce.”

Separar los cargos es necesario por una simple cuestión de control interno. Los departamentos de contabilidad tienen una persona para librar cheques y otra para llevar los balances. ¿Por qué no vamos a tener lo mismo a nivel ejecutivo?

Hacer negocios es hoy una actividad muy compleja y además, a consecuencia de la ley Sarbanes-Oxley, también más regulada. El CEO tiene trabajo más que suficiente como para asumir además todas las relaciones con los directores. “Para decirlo de otra manera, creo que esos dos roles, en una empresa grande, requieren más tiempo del que les puede dedicar una sola persona.

Es más, al separar ambas responsabilidades, uno crea una válvula de escape para que directores, empleados, accionistas y hasta clientes— manifiesten disconformidad o preocupación. Les puede resultar menos intimidante hablar con el presidente del directorio (menos involucrado en el día a día) que con el director

Desde que comenzó a ponerse en práctica en Estados Unidos la reforma del gobierno de la empresa, uno de los temas que más ha dado que hablar a teóricos y ejecutivos es el de separar los cargos de director ejecutivo y presidente del directorio (CEO y chairman en inglés). Algunos se oponen y otros aplauden. Entre estos últimos figura Jack Creighton quien, entrevistado por McKinsey Quarterly, expuso con toda claridad las razones por las que cree que la medida es acertada.

Él ha desempeñado ambos cargos, juntos y por separado, en muchas compañías. Según su experiencia, mantener dos roles separados libera al CEO de las obligaciones de presidir un directorio y a su vez tiene a su lado los consejos de alguien que no lleva las riendas pero conoce a fondo la compañía. “Reunir ambos cargos alimenta el ego, pero no necesariamente vuelve más efectiva a la persona que los ejerce.”

Separar los cargos es necesario por una simple cuestión de control interno. Los departamentos de contabilidad tienen una persona para librar cheques y otra para llevar los balances. ¿Por qué no vamos a tener lo mismo a nivel ejecutivo?

Hacer negocios es hoy una actividad muy compleja y además, a consecuencia de la ley Sarbanes-Oxley, también más regulada. El CEO tiene trabajo más que suficiente como para asumir además todas las relaciones con los directores. “Para decirlo de otra manera, creo que esos dos roles, en una empresa grande, requieren más tiempo del que les puede dedicar una sola persona.

Es más, al separar ambas responsabilidades, uno crea una válvula de escape para que directores, empleados, accionistas y hasta clientes— manifiesten disconformidad o preocupación. Les puede resultar menos intimidante hablar con el presidente del directorio (menos involucrado en el día a día) que con el director

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