<p>A partir de enero, los accionistas podrán, por ley, votar regularmente para aprobar o desaprobar las remuneraciones de los ejecutivos. ¿Que cosas van considerar los inversionistas antes de emitir su voto? ¿Se negarán a aprobar una cifra que crean demasiado generosa o se limitarán a refrendar lo que los directorios le pongan delante? Y cuando emitan esos votos que no serán obligantes, ¿cuánta influencia tendrán sus opiniones sobre los niveles de pago frente a la medición de desempeño?<br />
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El llamado “voto de opinión sobre pago” (say-on-pay)con carácter de asesoramiento de los accionistas fue primero requerido por ley para las instituciones financieras de Estados Unidos que recibían fondos de rescate según el programa oficial de alivio a los activos en problemas (TARP, según sus siglas inglesas) en 2008. Otras 70 empresas adoptaron voluntariamente programas similares de votación. Este verano la administración Obama dio un paso más con la ley Dodd-Frank, que, a partir del 21 de enero, exigirá a todas las empresas cotizantes realizar la votación say-on-pay por lo menos una vez cada tres años y pedir a los accionistas que voten sobre la frecuencia de esos votos cada seis años. A los accionistas también se les pedirán sus opiniones sobre los premios del paracaídas de oro luego de una fusión, adquisición o cualquier otro tipo de reestructuración. Mientras tanto, los fondos de pensión nacionales que realicen las votaciones deberán revelar públicamente cómo votaron y por qué. <br />
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Si bien el público general se sentirá decepcionado porque la nueva ley no necesariamente pondrá punto final a las remuneraciones exageradas (fat-cat-pay), la ley sí hará bastante en cuanto a aumentar la responsabilidad de muchos ejecutivos que durante mucho tiempo recibieron cheques increíblemente altos a pesar de un desempeño lamentable que muchas veces dañó el valor de sus compañías para los accionistas. Pero emitir votos que obligan a conectar pago con desempeño exige un cuidadoso análisis de parte de los inversionistas, según expertos de Wharton y asosores en remuneración. <br />
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<p>Fat-cat pay provocó la furia de inversionistas y público general durante años, pero al colmo se llegó en 2008, cuando explotó la crisis bancaria. Los contribuyentes, a quienes se les pidió que rescataran a los bancos, se enfurecieron de tener que compensar a Richard fuld, CEO de Lehman Brothers en los años anteriores a que la compañía decretara la quiebra más grande en la historia de Estados Unidos en septiembre 2008. Si bien Fuld declaró que recibió US$ 310 millones en remuneración entre 2000 y 2007 y que no había vendido gran parte de su capital, los observadores ponen su paga mucho más alta, alrededor de US$ 500 millones. <br />
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Fuld no era el único. ¿Las razones? Los excesivos bonos en efectivos del sector, un foco en las mediciones de crecimiento anual de corto plazo y los niveles de pago que eran tan altos que lo que en realidad hacían era asegurar a los ejecutivos contra el fracaso y alimentar la cultura del riesgo agresivo, según un nuevo informe pedido por el Council of Institutional Investors (CII), que representa a unos 130 fondos de pensión. El reporte reveló que el nivel medio de remuneración de Wall Street estaba entre dos y tres veces el nivel del resto de las 50 primeras de Fortune durante los cinco años entre 2003 y 2007. <br />
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Pero los expertos cuestionan si el sistema say-on-pay ayudará a mejorar el tamaño y la estructura de los paquetes de pago. “La cantidad de trabajo (que los inversionistas institucionales ) pueden hacer (para analizar y mejorar los paquetes de pago) es insignificante comparada con lo que ha hecho el directorio”, dice Wayen Guay, profesor de temas contables en Wharton expecializado en planes de remuneración ejecutiva. "La posibilidad de que encuentren un defecto es escasa. Yo estoy seguro de que la mayoría de los directorios están haciendo un muy buen trabajo”.<br />
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Según el informe CII, los votos say-on-pay también deberían aplicarse con cuidado. "Muchos votos negativos pueden constituir un instrumento sin filo”, señala y también agrega que hay otroas medidas posiblemente más eficaces que los inversionistas pueden usar para expresar su disconformidad con los pagos excesivos. <br />
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"Sería bueno que si van a votar contra la remuneración, los accionistas expliquen sus objeciones en una carta a la compañía. Si no hay cambios, los dueños pueden hacer saber a la compañía que votarán contra la reelección de la comisión de remuneración. Como último recurso, pueden considerar pasar una resolución de accionistas buscando mejoras en las prácticas de pago”.</p>