Un parate para Google

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Google fue forzada a detener su plan de incorporar a sus búsquedas el contenido de tres bibliotecas universitarias. Así se lo exigieron para dar a las editoriales o otros dueños de derechos la posibilidad de impedir que se copien sus obras.

Sin embargo, una asociación de editores dijo que la oferta de opt-out (optar por quedar afuera) de la empresa de búsquedas es inadecuada porque no atiende la principal preocupación de sus miembros, y es que es que el programa — el Google Print Library Project – está construido sobre la base de una violación intencionada de derechos de propiedad intelectual.

Google dijo que continuaría con sus planes de digitalizar, y poner en sus obras cuyos derechos de autor han expirado. Pero como respuesta a sus conversaciones con editoriales, autores y otros dueños de derechos, dijo que esperaría hasta por lo menos el 1° de noviembre para escanear trabajos todavía con copyright.

Mientras tanto, Google permitirá que las editoriales y otros le digan cuáles de sus obras no quieren que sean incluidas en las bases de datos de material impreso que se ponen dentro de los campos de búsquedas.

Adam M. Smith, gerente de producto de Google, dijo que la política de su empresa de “opt-out” es coherente con la forma en que Google mantiene sus relaciones con los dueños de sitios web, o sea, les permite decir qué es lo que no desean que sea incluido en el índice buscable.

Sin embargo, Patricia Schroeder, presidenta de la Asociación de Editoriales Americanas, dijo que mientras las editoriales están muy satisfechas con la suspensión del copiado, el programa igualmente sienta un dañino precedente, y es que las obras con derechos de propiedad intelectual pueden ser reproducidas a voluntad siempre que el dueño de los derechos no haya objetado anticipadamente.

Aclaró que las editoriales están a favor de ampliar el acceso al contenido que publican- Pero les preocupa que Google podría comenzar a vender publicidad relacionada con los resultados de las búsquedas de material con propiedad intelectual sin compartir los ingresos con los dueños de esos derechos.

La disputa surgió de un acuerdo, anunciado en diciembre, que Google firmó con bibliotecas de tres universidades estadounidenses: Harvard, Stanford y la Universidad de Michigan, más la Universidad de Oxford y la New York Public Library.

Los acuerdos con Oxford y la biblioteca de Nueva York permiten a Google hacer copias de todas las obras en esas instituciones que ya no están protegidas por propiedad intelectual. Una vez que el proyecto esté en funcionamiento, la empresa permitirá a los usuarios de su sitio Google Print buscar esas obras y ver los contenidos de acuerdo con sus palabras de búsqueda.

Con las otras tres bibliotecas el acuerdo resultó más problemático. Las bibliotecas aceptaron que Google copiara todas sus colecciones, tanto las de dominio público como las que están bajo propiedad intelectual, para permitir las búsquedas. Google muestra un fragmento de texto, información bibliográfica y, si el libro todavía no está agotado, conecta con sitios donde se lo podría conseguir para comprar.

Las editoriales igualmente objetan diciendo que aunque sólo publique un fragmento, Google igualmente viola la propiedad intelectual copándolo y manteniéndolo en las computadoras de su compañía.

Sin embargo, una asociación de editores dijo que la oferta de opt-out (optar por quedar afuera) de la empresa de búsquedas es inadecuada porque no atiende la principal preocupación de sus miembros, y es que es que el programa — el Google Print Library Project – está construido sobre la base de una violación intencionada de derechos de propiedad intelectual.

Google dijo que continuaría con sus planes de digitalizar, y poner en sus obras cuyos derechos de autor han expirado. Pero como respuesta a sus conversaciones con editoriales, autores y otros dueños de derechos, dijo que esperaría hasta por lo menos el 1° de noviembre para escanear trabajos todavía con copyright.

Mientras tanto, Google permitirá que las editoriales y otros le digan cuáles de sus obras no quieren que sean incluidas en las bases de datos de material impreso que se ponen dentro de los campos de búsquedas.

Adam M. Smith, gerente de producto de Google, dijo que la política de su empresa de “opt-out” es coherente con la forma en que Google mantiene sus relaciones con los dueños de sitios web, o sea, les permite decir qué es lo que no desean que sea incluido en el índice buscable.

Sin embargo, Patricia Schroeder, presidenta de la Asociación de Editoriales Americanas, dijo que mientras las editoriales están muy satisfechas con la suspensión del copiado, el programa igualmente sienta un dañino precedente, y es que las obras con derechos de propiedad intelectual pueden ser reproducidas a voluntad siempre que el dueño de los derechos no haya objetado anticipadamente.

Aclaró que las editoriales están a favor de ampliar el acceso al contenido que publican- Pero les preocupa que Google podría comenzar a vender publicidad relacionada con los resultados de las búsquedas de material con propiedad intelectual sin compartir los ingresos con los dueños de esos derechos.

La disputa surgió de un acuerdo, anunciado en diciembre, que Google firmó con bibliotecas de tres universidades estadounidenses: Harvard, Stanford y la Universidad de Michigan, más la Universidad de Oxford y la New York Public Library.

Los acuerdos con Oxford y la biblioteca de Nueva York permiten a Google hacer copias de todas las obras en esas instituciones que ya no están protegidas por propiedad intelectual. Una vez que el proyecto esté en funcionamiento, la empresa permitirá a los usuarios de su sitio Google Print buscar esas obras y ver los contenidos de acuerdo con sus palabras de búsqueda.

Con las otras tres bibliotecas el acuerdo resultó más problemático. Las bibliotecas aceptaron que Google copiara todas sus colecciones, tanto las de dominio público como las que están bajo propiedad intelectual, para permitir las búsquedas. Google muestra un fragmento de texto, información bibliográfica y, si el libro todavía no está agotado, conecta con sitios donde se lo podría conseguir para comprar.

Las editoriales igualmente objetan diciendo que aunque sólo publique un fragmento, Google igualmente viola la propiedad intelectual copándolo y manteniéndolo en las computadoras de su compañía.

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