<p>En 1993 abrió en Denver “<em>Chipotle Mexican Grill</em>” , un lugar sin pretenciones donde servía comida mexicana rápida. Tuvo tanto éxito que a poco abrió un segundo y un tercero. La clave de su éxito estuvo, dicen, en su implacable estilo perfeccionista. Hoy tiene 900 restaurantes en todo el territorio de Estados Unidos con ingresos que totalizan los US$ 1.300 millones al año. La marca cotiza en bolsa y acaba de anunciar la apertura de la primera sucursal en Londres y más adelante Francia y Alemania.</p>
<p>Pero la gran diferencia con otras cadenas de comidas rápidas es que sus productos son orgánicos y, así, demuestra quese puede triunfar incluso gastando más para cumplir con valores no económicos. Así lo expuso ante la conferencia Wharton sobre liderazgo.</p>
<p>Dijo allí que Chipotle compra más carne libre de antibióticos y hormonas que cualquier otro restaurante en todo el mundo. La cadena ha comenzado a comprar porotos orgánicos y hace todo lo posible por conseguir sus vegetales localmente y de estación. <br />
Tambièn ha conseguido transmitir a su personal de 25.000 personas el entusiasmo por alimentar a la gente con excelentes productos cultivados en forma sustentable.</p>
<p>“Ahora tenemos un modelo de negocios que està basado en gastar más en alimentos cultivados sustentablemente y también hacer una considerable ganancia y brindar verdaderas oportunidades de crecimiento. “Casi sin darnos cuenta hemos reinventado el fast food”, dijo ante su público.</p>
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Sin quererlo, reinventó el concepto fast food
El plan de Steve Bells, un chef con formaciòn culinaria clàsica, era poner un restaurante de alto vuelo. Como el plan era riesgoso y caro, decidiò montar un fast food para juntar dinero y experiencia y asì luego se lanzaba a su verdadero objetivo. Pero encontrò el èxito con la primera etapa.