A partir del movimiento de la calidad, que fue adoptado con gran eficacia por las empresas japoneses en los 80, en Estados Unidos se tuvo la impresión de que podría haber secretos para el buen accionar de las empresas que sólo conocían los expertos. Si las técnicas de calidad podían convertir a Japón en un titán industrial, entonces tal vez había otros secretos que podrían aprenderse para lograr resultados similares.
Otro elemento catalizador fue una revolución en las estructuras gerenciales. A medida que las capas gerenciales se iban eliminando de las corporaciones se comenzó a pensar que quien poseyera las más actuales teorías podía ser considerado como un camino hacia el progreso. Aunque uno no coincidiera con las ideas de Michael Porter o Tom Peters, convertirlas en mantra podría ser una forma de conservar el puesto.
Con el achatamiento de las jerarquís se produjo un giro del management hacia liderazgo. Avanzar una carrera en management solo es posible si hay una jerarquía gerencial. Si no hay jerarquías, el énfasis cambia. Hoy, montañas de libros se dedican a hablar de liderazgo.
La era de los gurúes de management está terminando, entre otras cosas, con los problemas de la economía mundial. En los 90 estaban en el pináculo, el mundo era rico y ellos escribían libros y daban la vuelta al mundo dando discursos.
La crisis global financiera cambió todo eso. Nadie les pagaba ya los altísimos aranceles que cobraban para viajar y dar esas conferencias . Al mismo tiempo, con la proliferaciáon de Internet, cambió la forma en que los gurúes y sus mercados se desarrollaron.
Hoy tienen blogs, las conferencias TED y fundamentalmente You Tube para difundir sus teorías.
Finalmente, se advierte una pérdida de confianza en lo que el gurú tiene para ofrecer. Nunca una sola teoría sirve para todos los casos. Hay sectores diferentes, circunstancias diferentes, culturas diferentes y personas diferentes. Los modelos y las fórmulas perdieron importancia.