Yahoo fue demandado por los padres de un niño cuya fotografía – dicen – apareció publicada por un pedófilo en un chat room de Yahoo manejado por usuarios. Consecuencia: Yahoo cerró sus chat-room generados por los usuarios. El diario The Los Angeles Times tuvo que cerrar un servicio dentro de su sitio que permitía el comentario de los lectores cuando observó que la gente publicaba pornografía y obscenidades.
¿Es seguro anunciar en sitios de Internet que básicamente son administrados por el público y no pueden ser controlados? n by consumers and cannot be controlled? ¿Se pueden proteger los anunciantes cuando la gente que participa en un chat-room o que publica en un blog tienen libertad para decir lo que se le ocurre? En realidad, el marketinero que decide anunciar en lugares de este tipo quedan a merced de muchos peligros. Un consumidor que se enojó por el motivo que fuere expone allí su ira y lo que dice tiene un alcance que es difícil imaginar. Algunos anunciantes están comenzando a advertir que el riesgo no vale la pena.
Algunos expertos dicen que sortear el riesgo no es la solución, que deberían considerarlo parte de los riesgos calculados que un anunciante siempre corre. Y comienzan a establecer diferencias. Los blogs, por ejemplo, aunque requieren cautela, son mucho más predecibles que un chat-room. Los blogs donde se puede anunciar, añaden, son aquellos que tienen un pequeño número de autores, o sea, gente que escribe en ellos. En los chat-rooms, en cambio, escribe cualquiera. Ésa es la gran diferencia entre un blog y un chat: en el primero el contenido puede vigilarse y controlarse, en forma manual o automática. Si aparece algo objetable, en minutos se puede retirar un aviso.
Tecnológicamente, ese control es imposible en los chat-rooms, así como fue imposible para Yahoo supervisar los miles de chat-rooms que tiene.
Yahoo fue demandado por los padres de un niño cuya fotografía – dicen – apareció publicada por un pedófilo en un chat room de Yahoo manejado por usuarios. Consecuencia: Yahoo cerró sus chat-room generados por los usuarios. El diario The Los Angeles Times tuvo que cerrar un servicio dentro de su sitio que permitía el comentario de los lectores cuando observó que la gente publicaba pornografía y obscenidades.
¿Es seguro anunciar en sitios de Internet que básicamente son administrados por el público y no pueden ser controlados? n by consumers and cannot be controlled? ¿Se pueden proteger los anunciantes cuando la gente que participa en un chat-room o que publica en un blog tienen libertad para decir lo que se le ocurre? En realidad, el marketinero que decide anunciar en lugares de este tipo quedan a merced de muchos peligros. Un consumidor que se enojó por el motivo que fuere expone allí su ira y lo que dice tiene un alcance que es difícil imaginar. Algunos anunciantes están comenzando a advertir que el riesgo no vale la pena.
Algunos expertos dicen que sortear el riesgo no es la solución, que deberían considerarlo parte de los riesgos calculados que un anunciante siempre corre. Y comienzan a establecer diferencias. Los blogs, por ejemplo, aunque requieren cautela, son mucho más predecibles que un chat-room. Los blogs donde se puede anunciar, añaden, son aquellos que tienen un pequeño número de autores, o sea, gente que escribe en ellos. En los chat-rooms, en cambio, escribe cualquiera. Ésa es la gran diferencia entre un blog y un chat: en el primero el contenido puede vigilarse y controlarse, en forma manual o automática. Si aparece algo objetable, en minutos se puede retirar un aviso.
Tecnológicamente, ese control es imposible en los chat-rooms, así como fue imposible para Yahoo supervisar los miles de chat-rooms que tiene.