Esa elección sirve para destacar que cada vez son más los hombres que se maquillan y abandonas ideas anticuadas sobre masculinidad. Es cierto que la mayoría, hasta ahora, son hombres gay. Esa identidad parece darles más libertad para inclinarse a romper las expectativas sobre la apariencia de los géneros.
Los hombres heterosexuales que se pintan se cuentan con los dedos de la mano. Prince y algunos otros artistas y músicos norteamericanos como Robert Smith y David Bowie, han usado lápiz de labios y delineador. No muchos más, porque a pesar de los esfuerzos del movimiento metrosexual — ya pasado al olvido — la mayoría de los hombres consideran el uso de productos de belleza para mejorar su apariencia como un tabú.
Eso ocurre, dice Lux Alptraum, porque si bien se han logrado avances hacia la igualdad de género, seguimos siendo una sociedad bastante misógina. Los hombres que aceptan la femineidad son mucho más objeto de burla que una mujer “machona”. Los estereotipos de género, cuyo principal objetivo es crear arbitrarios rankings de poder, afectan a los hombres tanto como a las mujeres.
Este aspecto del sexismo frena a hombres y mujeres creando arbitrarios estándares sociales de belleza y de género. Al mismo tiempo desalienta a los hombres de incursionar en una actividad que puede ser divertida y fuente de expresión personal, cualquiera sea la orientación sexual.
En su nivel más básico, el maquillaje es un arte que usa el rostro como tela. Un punto de color o de sombra tienen el poder de cambiar un rostro.
El maquillaje para hombres no tiene por qué ser necesariamente del estilo llamativo que usa James Charles. También se puede usar en formas mucho más sutiles, menos evidentes, para mejorar la apariencia y al mismo tiempo lucir “natural“.
Se puede usar, por ejemplo, para tapar el acné o las ojeras. Las mujeres vienen usando maquillaje para tapar imperfecciones desde hace siglos. Es hora de permitir a los hombres algunos de esos secretos de belleza. Los antiguos egipcios lo hacían sin ningún complejo.
