Lujo para chiquitos

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Las grandes marcas del lujo, que desde hace años se esfuerzan por encontrar nuevas maneras de ampliar su base de clientes, han puesto sus ojos en los niños. Extienden sus marcas para ofrecer miniversiones de sus productos para la gente menuda.

¿Quiénes comprarían una marca premium para sus niños? Gente extremadamente rica decidida a convertir a hijos o nietos en cultores de las modas. Un informe sobre el tema publicado el año pasado por USA Today revela que en muchos casos, la compra de lujo es hecha por personas quienes, en una reacción psico-económica, se revelan contra una crianza extremadamente estricta.

Michael Silverstein, vicepresidente del Boston Consulting Group, dice que las marcas de lujo para niños surgen del hábito de hacer regalos. Por lo general las madres compran mercadería funcional para sus hijos. Pero los abuelos y amigos compran las cosas más lindas para nacimientos o cumpleaños, dice refiriéndose por igual a ropa, juguetes y productos educativos.

Otro factor que contribuye a alimentar el negocio suntuario infantil es el creciente poder económico de los niños. Participan más en las decisiones de cómo se va a gastar el dinero de una familia, y eso vale tanto para alimentos, ropa o decoración de interiores.

Otra característica del mundo actual que contribuye a crear un mercado para el lujo infantil es que los padres, hoy, son más viejos. En muchos casos esperan hasta los treinta y muchos para tener un bebé, y cuando lo tienen no escatiman el centavo para rodearlo de confort y elegancia. Los que más gastan son los que tienen un solo hijo.

Los dueños de marcas toman nota. En las principales tiendas de Estados Unidos aparecen boutiques para niños y bebés que ofrecen marcas tradicionales, marcas de renombre y “marcas emergentes”, todas con precios astronómicos.

En 2001 Dolce & Gabanna sacó la línea pret a porter D&G Junior y ahora, en la temporada 2004/2005, ofrece una colección para recién nacidos y pre adolescentes.

Versace participa en este baile con su línea Versace Young de ropa informal y deportiva pensada para niños de 4 a 14 años.

Prada, Coach, Longchamp, Louis Vuitton y Gucci son algunas de las muchas casas que han entrado en el mercado de los bolsos para pañales. Louis Vuitton tiene uno que cuesta US$ 1.120; Prada vende el suyo a US$ 670 y Kate Spade presenta uno más modesto a US$ 200. Casi todos tienen colchonetas separables para cambiar al bebé, estuches para pañales sucios, compartimientos en celofán plástico y muchas otras útiles características.

Para los que todavía se interesen por la cucharita de plata, Tiffany tiene una colección junto con sonajeros y cepillos de dientes, también de plata.

Silverstein cree que pronto aparecerán marcas dedicadas exclusivamente a atender el mercado de lujo para bebés y niños. Hasta ahora, al menos, las extensiones al mercado infantil de marcas originalmente de adultos no se han traducido en grandes negocios.

¿Quiénes comprarían una marca premium para sus niños? Gente extremadamente rica decidida a convertir a hijos o nietos en cultores de las modas. Un informe sobre el tema publicado el año pasado por USA Today revela que en muchos casos, la compra de lujo es hecha por personas quienes, en una reacción psico-económica, se revelan contra una crianza extremadamente estricta.

Michael Silverstein, vicepresidente del Boston Consulting Group, dice que las marcas de lujo para niños surgen del hábito de hacer regalos. Por lo general las madres compran mercadería funcional para sus hijos. Pero los abuelos y amigos compran las cosas más lindas para nacimientos o cumpleaños, dice refiriéndose por igual a ropa, juguetes y productos educativos.

Otro factor que contribuye a alimentar el negocio suntuario infantil es el creciente poder económico de los niños. Participan más en las decisiones de cómo se va a gastar el dinero de una familia, y eso vale tanto para alimentos, ropa o decoración de interiores.

Otra característica del mundo actual que contribuye a crear un mercado para el lujo infantil es que los padres, hoy, son más viejos. En muchos casos esperan hasta los treinta y muchos para tener un bebé, y cuando lo tienen no escatiman el centavo para rodearlo de confort y elegancia. Los que más gastan son los que tienen un solo hijo.

Los dueños de marcas toman nota. En las principales tiendas de Estados Unidos aparecen boutiques para niños y bebés que ofrecen marcas tradicionales, marcas de renombre y “marcas emergentes”, todas con precios astronómicos.

En 2001 Dolce & Gabanna sacó la línea pret a porter D&G Junior y ahora, en la temporada 2004/2005, ofrece una colección para recién nacidos y pre adolescentes.

Versace participa en este baile con su línea Versace Young de ropa informal y deportiva pensada para niños de 4 a 14 años.

Prada, Coach, Longchamp, Louis Vuitton y Gucci son algunas de las muchas casas que han entrado en el mercado de los bolsos para pañales. Louis Vuitton tiene uno que cuesta US$ 1.120; Prada vende el suyo a US$ 670 y Kate Spade presenta uno más modesto a US$ 200. Casi todos tienen colchonetas separables para cambiar al bebé, estuches para pañales sucios, compartimientos en celofán plástico y muchas otras útiles características.

Para los que todavía se interesen por la cucharita de plata, Tiffany tiene una colección junto con sonajeros y cepillos de dientes, también de plata.

Silverstein cree que pronto aparecerán marcas dedicadas exclusivamente a atender el mercado de lujo para bebés y niños. Hasta ahora, al menos, las extensiones al mercado infantil de marcas originalmente de adultos no se han traducido en grandes negocios.

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