Por primera vez desde los años 50, el número de mujeres que trabajan fuera del hogar se ha mantenido de estable y con tendencia a la baja en los últimos años. Junto con ese dato, también ha dejado de crecer el número de comidas para llevar que venden los restaurantes en Estados Unidos.
El aumento de mujeres en la fuerza laboral, en crecimiento permanente durante décadas – y el consecuente aumento en las comidas compradas en restaurantes — se ha detenido y comenzado a recorrer el camino inverso. Este dato que publica Advertising Age y que por lo demás pasa bastante desapercibido, desmiente lo que por lo general se cree, pero sus consecuencias son enormes para restaurantes, supermercados y empresas de alimentación.
Se come menos afuera
La participación femenina en la fuerza laboral paga de Estados Unidos llegó a ser de 60% en 1999 y otra vez en 2001 pero desde entonces comenzó a bajar, según el Departamento de Trabajo de ese país. Los restaurantes se beneficiaron durante largo tiempo de la migración de las madres a la fuerza laboral: en 2001 vendiero0n 211 comidas por persona por año, según el National Purchase Diary (NPD) y, de la misma forma, desde entonces viene cayendo hasta llegar a 207 este año.
Para los restaurantes, significa el agotamiento de una mina de oro demográfica que alimentó décadas de crecimiento. Para los supermercados, significa que se invierte una tendencia que marcó décadas de declinación y que podría ayudar, a los más inteligentes, a ganar la difícil batalla que libran contra WalMart. Para las empresas que venden alimentos envasados, la nueva tendencia les brinda una oportunidad para recuperar terreno g}frente a los restaurantes por primera vez en décadas.
Por primera vez desde los años 50, el número de mujeres que trabajan fuera del hogar se ha mantenido de estable y con tendencia a la baja en los últimos años. Junto con ese dato, también ha dejado de crecer el número de comidas para llevar que venden los restaurantes en Estados Unidos.
El aumento de mujeres en la fuerza laboral, en crecimiento permanente durante décadas – y el consecuente aumento en las comidas compradas en restaurantes — se ha detenido y comenzado a recorrer el camino inverso. Este dato que publica Advertising Age y que por lo demás pasa bastante desapercibido, desmiente lo que por lo general se cree, pero sus consecuencias son enormes para restaurantes, supermercados y empresas de alimentación.
Se come menos afuera
La participación femenina en la fuerza laboral paga de Estados Unidos llegó a ser de 60% en 1999 y otra vez en 2001 pero desde entonces comenzó a bajar, según el Departamento de Trabajo de ese país. Los restaurantes se beneficiaron durante largo tiempo de la migración de las madres a la fuerza laboral: en 2001 vendiero0n 211 comidas por persona por año, según el National Purchase Diary (NPD) y, de la misma forma, desde entonces viene cayendo hasta llegar a 207 este año.
Para los restaurantes, significa el agotamiento de una mina de oro demográfica que alimentó décadas de crecimiento. Para los supermercados, significa que se invierte una tendencia que marcó décadas de declinación y que podría ayudar, a los más inteligentes, a ganar la difícil batalla que libran contra WalMart. Para las empresas que venden alimentos envasados, la nueva tendencia les brinda una oportunidad para recuperar terreno g}frente a los restaurantes por primera vez en décadas.