jueves, 28 de noviembre de 2024

La hora de la Tercera Edad

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El mundo envejece. La gente vive más y las tasas de natalidad caen. En poco tiempo más, eso obligará a casi todos los negocios a repensar sus productos, sus servicios y su marketing.

Los marketineros, gerentes y fabricantes se preparan para ocuparse de la población de más años.

Ahora que el grupo etario de mayor crecimiento en el mundo es el de la gente de más de 100 años, la sociedad moderna debe hacer a un lado su obsesión por la juventud y poner nuevo empeño en atender las realidades, buenas o malas, de una población cada vez más vieja.

Hoy, 35 millones de estadounidenses tienen 65 años o más. El número se duplicará en poco más de 30 años gracias a los 70 millones de baby boomers, cuyos representantes más viejos ya están en los 50.

En realidad, gran parte del mundo desarrollado está envejeciendo, a medida que la gente vive más y las tasas de natalidad declinan.

Japón pronto tendrá menos de dos adultos en actividad para sostener a un jubilado (hoy trabajan cinco por cada jubilado).

El número de italianos de más de 65 años aumentará 15% en los próximos 12 años mientras la tasa de natalidad se contraerá 30%. Alemania y Francia presentan situaciones semejantes.

• Los marketineros redoblarán sus esfuerzos por llegar a los ciudadanos viejos que tienen más salud y más dinero que las generaciones anteriores.

En publicidad, las imágenes de ancianos reflejarán más justamente una heterogénea población de ancianos: muchas razas, muchos intereses, muchos niveles de bienestar emocional y físico.

(Y, por qué no, también se los puede ir a buscar en la Internet. La gente de más de 50 constituye el segmento de usuarios Web de mayor crecimiento, y tan inclinado a comprar on line como cualquier otro grupo).

• La persistente escasez de mano de obra obligará a los empleadores a ajustar la estructura organizacional para acomodar trabajadores de diferentes generaciones.

Esto llevará a una nueva apreciación de lo que los más viejos aportan al trabajo: lealtad, flexibilidad y un tesoro de conocimiento acumulado y experiencia.

Lo que es más, muchos de los viejos de mañana no podrán darse el lujo de la jubilación, y querrán seguir viviendo vidas productivas prolongando sus carreras o iniciando nuevas.

• Las comunidades de retirados cambiarán de aspecto para reflejar una nueva clase de residentes, más activos y más independientes.

Los colegios de los pueblos, siempre ricos en estimulación cultural e intelectual, están brotando con campos de retiro.

Nuevos modelos de viviendas para ancianos y hasta comunidades con atención personal y médica y viviendas preparadas para impedidos o personas con dificultades físicas.

Las ciudades están haciendo esfuerzos por ser más vivibles para los ancianos, para que puedan continuar viviendo en las casas que ya conocen y quieren, en lugar de verse obligados a retirarse a lugares especiales.

• Los productos y servicios para el consumo se volverán más accesibles a la gente que ya no se mueve como antes, o que tienen problemas de visión y oyen menos.

Comparativamente tendrán más salud que antes, pero a la larga el tiempo deja su marca en la mayoría de los cuerpos.

Por eso habrá aparatos que se activan con una orden verbal, libros con letra grande y ropa cómoda y fácil de mantener son algunas de las respuestas para esta tendencia.

También aquí surgen oportunidades:

• Servicios personales, incluyendo mantenimiento del hogar, diligencias y cuidado del césped.

• Nuevas formas de viviendas para gente de edad.

• Talleres de computación e Internet y materiales educativos.

• Guías de turismo.

• Productos contra el envejecimiento.

• Formas de compra y entrega de productos que faciliten la vida del anciano.

La población que está entrando en la tercera edad obligará a casi todos los negocios a repensar sus productos, servicios y marketing.

Las empresas crearán empleos puente para ayudar a que los empleados hagan la transición hacia la jubilación en forma gradual.

Se acentuará el debate sobre el derecho a morir a medida que crece el número de los que confrontan su propia mortalidad.

Los marketineros, gerentes y fabricantes se preparan para ocuparse de la población de más años.

Ahora que el grupo etario de mayor crecimiento en el mundo es el de la gente de más de 100 años, la sociedad moderna debe hacer a un lado su obsesión por la juventud y poner nuevo empeño en atender las realidades, buenas o malas, de una población cada vez más vieja.

Hoy, 35 millones de estadounidenses tienen 65 años o más. El número se duplicará en poco más de 30 años gracias a los 70 millones de baby boomers, cuyos representantes más viejos ya están en los 50.

En realidad, gran parte del mundo desarrollado está envejeciendo, a medida que la gente vive más y las tasas de natalidad declinan.

Japón pronto tendrá menos de dos adultos en actividad para sostener a un jubilado (hoy trabajan cinco por cada jubilado).

El número de italianos de más de 65 años aumentará 15% en los próximos 12 años mientras la tasa de natalidad se contraerá 30%. Alemania y Francia presentan situaciones semejantes.

• Los marketineros redoblarán sus esfuerzos por llegar a los ciudadanos viejos que tienen más salud y más dinero que las generaciones anteriores.

En publicidad, las imágenes de ancianos reflejarán más justamente una heterogénea población de ancianos: muchas razas, muchos intereses, muchos niveles de bienestar emocional y físico.

(Y, por qué no, también se los puede ir a buscar en la Internet. La gente de más de 50 constituye el segmento de usuarios Web de mayor crecimiento, y tan inclinado a comprar on line como cualquier otro grupo).

• La persistente escasez de mano de obra obligará a los empleadores a ajustar la estructura organizacional para acomodar trabajadores de diferentes generaciones.

Esto llevará a una nueva apreciación de lo que los más viejos aportan al trabajo: lealtad, flexibilidad y un tesoro de conocimiento acumulado y experiencia.

Lo que es más, muchos de los viejos de mañana no podrán darse el lujo de la jubilación, y querrán seguir viviendo vidas productivas prolongando sus carreras o iniciando nuevas.

• Las comunidades de retirados cambiarán de aspecto para reflejar una nueva clase de residentes, más activos y más independientes.

Los colegios de los pueblos, siempre ricos en estimulación cultural e intelectual, están brotando con campos de retiro.

Nuevos modelos de viviendas para ancianos y hasta comunidades con atención personal y médica y viviendas preparadas para impedidos o personas con dificultades físicas.

Las ciudades están haciendo esfuerzos por ser más vivibles para los ancianos, para que puedan continuar viviendo en las casas que ya conocen y quieren, en lugar de verse obligados a retirarse a lugares especiales.

• Los productos y servicios para el consumo se volverán más accesibles a la gente que ya no se mueve como antes, o que tienen problemas de visión y oyen menos.

Comparativamente tendrán más salud que antes, pero a la larga el tiempo deja su marca en la mayoría de los cuerpos.

Por eso habrá aparatos que se activan con una orden verbal, libros con letra grande y ropa cómoda y fácil de mantener son algunas de las respuestas para esta tendencia.

También aquí surgen oportunidades:

• Servicios personales, incluyendo mantenimiento del hogar, diligencias y cuidado del césped.

• Nuevas formas de viviendas para gente de edad.

• Talleres de computación e Internet y materiales educativos.

• Guías de turismo.

• Productos contra el envejecimiento.

• Formas de compra y entrega de productos que faciliten la vida del anciano.

La población que está entrando en la tercera edad obligará a casi todos los negocios a repensar sus productos, servicios y marketing.

Las empresas crearán empleos puente para ayudar a que los empleados hagan la transición hacia la jubilación en forma gradual.

Se acentuará el debate sobre el derecho a morir a medida que crece el número de los que confrontan su propia mortalidad.

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