La sede del Boeing 737, en Renton, Washington, aloja bajo un mismo techo a quienes diseñan los aviones, a los que los fabrican y a los que trabajan detrás de un escritorio.
La novedad es obra de Carolyn Corvi, vicepresidenta de Boeing, quien siempre había creído que estaba mal que aquellos que diseñan aviones sólo puedan verlos si antes compran un pasaje. Por eso cuando en 2001 un terremoto dañó varios edificios de la empresa, aprovechó la oportunidad para reunir en un mismo lugar a ingenieros, gerentes y maquinistas.
El estudio de arquitectura NBBJ (que también diseñó las oficinas centrales de Reebok y Starbucks, levantó tres enormes bloques en un predio de inmensas proporciones. La sala de conferencias está justo al frente de la planta fabril y los cubículos – desaparecen las oficinas privadas — no tienen ni paredes ni muebles fijos. La decoración se realizó íntegramente con excedentes industriales. Los cajones de caña de bambú que se usan para embarcar equipaje se aprovecharon como paneles en el área gerencial; con recortes de aluminio se armaron collages decorativos, y así muchas otras aplicaciones.
Tanto éxito ha tenido el primer experimento con los 737, que en octubre toda la gente que trabaja en los 747,767, 777 y 787 se trasladará a lo que ya llaman “la fábrica del futuro”, en Everett, Washington.
La sede del Boeing 737, en Renton, Washington, aloja bajo un mismo techo a quienes diseñan los aviones, a los que los fabrican y a los que trabajan detrás de un escritorio.
La novedad es obra de Carolyn Corvi, vicepresidenta de Boeing, quien siempre había creído que estaba mal que aquellos que diseñan aviones sólo puedan verlos si antes compran un pasaje. Por eso cuando en 2001 un terremoto dañó varios edificios de la empresa, aprovechó la oportunidad para reunir en un mismo lugar a ingenieros, gerentes y maquinistas.
El estudio de arquitectura NBBJ (que también diseñó las oficinas centrales de Reebok y Starbucks, levantó tres enormes bloques en un predio de inmensas proporciones. La sala de conferencias está justo al frente de la planta fabril y los cubículos – desaparecen las oficinas privadas — no tienen ni paredes ni muebles fijos. La decoración se realizó íntegramente con excedentes industriales. Los cajones de caña de bambú que se usan para embarcar equipaje se aprovecharon como paneles en el área gerencial; con recortes de aluminio se armaron collages decorativos, y así muchas otras aplicaciones.
Tanto éxito ha tenido el primer experimento con los 737, que en octubre toda la gente que trabaja en los 747,767, 777 y 787 se trasladará a lo que ya llaman “la fábrica del futuro”, en Everett, Washington.