Los problemas que genera el éxito

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A veces el éxito lleva a crear una mentalidad que no fomenta la innovación permanente, y lo que fue fortaleza se convierte en debilidad. Jeffrey Pfeffer da algunos consejos para sortear el problema.

Hay dos cosas que invariablemente ocurren cuando una empresa tiene éxito. La primera es que los competidores aprenden pronto a hacer lo mismo; la segunda, las condiciones cambian, de modo que lo que funcionó en el pasado ya no funciona más. Y las empresas, dice Jeffrey Pfeffer en su habitual columna en Business 2.0, tienen dificultad para adaptarse porque desarrollan competencias que no actualizan productos o estrategias. A eso él lo llama “la trampa de la competencia”.

Un ejemplo: Podría decirse que fue Chrysler, en los ‘80, la automotriz que inventó la minivan, que le generó ventas millonarias. Pero luego aparecieron los vehículos utilitario-deportivos y los híbridos y más recientemente la crisis con el alza de precios del combustible. Cambiaron los hábitos de compra de la gente pero las fábricas de Chrysler estaban configuradas para producir un determinado estilo de auto. Toda la innovación de que eran capaces se limitaba a mejoras en la minivan. Mientras tanto, otras automotrices ingresaron al ruego y aumentó la competencia. Cuando ya no pudo resistir más, Chrysler se fusionó con Daimler-Benz.

Evitar caer en la trampa de las propias habilidades es una tarea bastante difícil, dice el experto. Tres estrategias pueden ayudar a compensarla.

La primera es evitar la especialización excesiva. La segunda es desarrollar visión periférica. Los mercados no cambian de repente. Hay que prestar atención a las señales de la realidad. Finalmente, si se comprende que la mayor fortaleza de una compañía puede convertirse en su mayor debilidad cuando cambian las circunstancias, se podrá crear una mentalidad de permanente aprendizaje y vigilancia.

No hay empresa que sea igualmente buena en todo. Pero comprender que el éxito genera sus propios problemas puede ayudar a mitigar el problema.

Hay dos cosas que invariablemente ocurren cuando una empresa tiene éxito. La primera es que los competidores aprenden pronto a hacer lo mismo; la segunda, las condiciones cambian, de modo que lo que funcionó en el pasado ya no funciona más. Y las empresas, dice Jeffrey Pfeffer en su habitual columna en Business 2.0, tienen dificultad para adaptarse porque desarrollan competencias que no actualizan productos o estrategias. A eso él lo llama “la trampa de la competencia”.

Un ejemplo: Podría decirse que fue Chrysler, en los ‘80, la automotriz que inventó la minivan, que le generó ventas millonarias. Pero luego aparecieron los vehículos utilitario-deportivos y los híbridos y más recientemente la crisis con el alza de precios del combustible. Cambiaron los hábitos de compra de la gente pero las fábricas de Chrysler estaban configuradas para producir un determinado estilo de auto. Toda la innovación de que eran capaces se limitaba a mejoras en la minivan. Mientras tanto, otras automotrices ingresaron al ruego y aumentó la competencia. Cuando ya no pudo resistir más, Chrysler se fusionó con Daimler-Benz.

Evitar caer en la trampa de las propias habilidades es una tarea bastante difícil, dice el experto. Tres estrategias pueden ayudar a compensarla.

La primera es evitar la especialización excesiva. La segunda es desarrollar visión periférica. Los mercados no cambian de repente. Hay que prestar atención a las señales de la realidad. Finalmente, si se comprende que la mayor fortaleza de una compañía puede convertirse en su mayor debilidad cuando cambian las circunstancias, se podrá crear una mentalidad de permanente aprendizaje y vigilancia.

No hay empresa que sea igualmente buena en todo. Pero comprender que el éxito genera sus propios problemas puede ayudar a mitigar el problema.

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