<p>El poder viene siendo considerado desde hace mucho como algo moralmente corrosivo, y a menudo sospechamos las intenciones de los que lo persiguen. Por cierto, el deseo de dominio es tan poco decoroso que pocos de nosotros admite abiertamente que esté buscando tener influencia.</p>
<p>Por lo tanto, podría sorprenderle saber que uno de los más distinguidos pensadores de management en el mundo ha sacado recientemente un detallado manual sobre la sed de poder.</p>
<p>Nos suele parecer que los mentirosos y los egoístas tienen un talento especial para acumular (y abusar del) poder, y en algún punto, muchos de nosotros hemos sido manipulados por alguna persona más ducha que nosotros en las estratagemas políticas. Pero en “Power: Why Some People Have it and Others Don’t”, Jeffrey Pfeffer, profesor de la Escuela del posgrado en negocios de la Universidad de Stanford, da a las chicas y muchachos buenos las herramientas que necesitan para equilibrar los tantos, resumiendo más de treinta años de investigación y enseñanza sobre cómo avanzar.</p>
<p>Pregunté a Pfeffer por qué había escrito un libro sobre poder en un momento en que todos los gurúes del management hablan de colaboración, comunidad y “liderazgo abierto”. Su contestación es simple: Hace falta poder para lograr que las cosas se hagan. Sin poder, uno es impotente, por más talento que uno tenga o grandeza de la causa.</p>
<p>Pfeffer me recordó algo desagradable: el poder es, en gran medida, independiente de la inteligencia (emocional o de la otra) y del desempeño en el trabajo. Todos conocemos individuos brillantes que califican muy bajo cuando se trata de cargos políticos. A la inversa, todos conocemos brutos que encontraron la forma de ascender a la cima del árbol. Y si no pensamos, por ejemplo, en todos esos ejecutivos o presidentes de directorio que vacilaban mientras ardía el sistema bancario y sin embargo lograron aferrarse a sus cargos o incluso conseguir mejores luego del colapso. No es que el coeficiente intelectual y el valor agregado no sean importantes; lo que ocurre es que el poder no los reemplaza.</p>
<p>Entonces, ¿cuál es el consejo de Pfeffer para los que ansían tomar el mando?</p>
<p>Primero, hay que reconocer que en general, el poder se toma, no se da. O tal vez, en 80% de los casos se toma y en 20% se da. O sea, si usted quiere poder, tiene que manotearlo. Cuando vea oportunidades de ampliar el alcance de su influencia, agárrelas y cuando avizore un vacío de poder, llénelo.</p>
<p>Segundo, debe entender la importante de su red personal y trabajar incansablemente para mejorarla. Pfeffer recomienda pensar en trabajar con la red de conexiones como una habilidad que se puede mejorar, “como hablar un idioma extranjero o tocar el piano”.</p>
<p>Tercero, si usted quiere poder, tiene que trabajar para destacarse. A medida que crecemos, nos enseñan a ser tímidos: pedir permiso; esperar nuestro turno; hacer la cola; no atraer la atención. Pero para conseguir poder, usted tiene que correr el riesgo que entraña levantar la cabeza por encima del muro. “El riesgo,” dice Pfeffer, “es tan importante en los mercados de capital humano como lo es en los mercados de capital financiero. Sin riesgo no hay recompensa.” Al principio de su carrera, puede ser útil ofrecerse voluntariamente a realizar una tarea que otros han rechazado o aceptar un rol recientemente creado. ¿Por qué? Es más fácil destacarse cuando usted tiene su propio nicho y más fácil avanzar cuando no tiene que gastar demasiada energía defendiéndose de rivales para un puesto muy codiciado.</p>
<p>Cuarto, la búsqueda de poder requiere persistencia. Con demasiada frecuencia, argumenta Pfeffer, vemos líderes poderosos y suponemos que llegaron allí sin tropiezos. Pero cada gran líder tropezó con el fracaso. La diferencia entre los que siguen para convertirse en poderosos y los que no, está en cómo reaccionan ante los reveses. Si aceptan el fracaso como un veredicto del destino, se hunden en el anonimato, Si, en cambio, aprenden del golpe, fortalecen su decisión y extraen lecciones, llegarán lejos.</p>
<p>Como todos nosotros, Pfeffer quiere líderes que aspiren no sólo al poder sino al bien. Los virtuosos no siempre ganan, pero él cree que una causa meritoria puede ser una importante fuerza multiplicadora.</p>
<p> </p>