El sentido del gusto en los humanos reacciona positivamente a la sal, la grasa y el azúcar. Dicho de otro modo, la gente prueba y dice que “es sabroso” cuando lo que come tiene alguno de esos ingredientes en abundancia. Las empresas productoras de alimentos procesados – que siempre han basado sus innovaciones en paneles de pruebas de degustación – advirtieron que, a más grasa, más azúcar o más sal, mayor aprobación obtenían en las evaluaciones de la gente. Y así, paulatinamente fueron aumentando las proporciones de eso que ahora condenamos.
Thornton Mustard, director de una consultora británica sobre gusto y sabores llamada “The Marketing Clinic” dice que no es manipulación por parte de las empresas. No aumentan la proporción de sal, por ejemplo, para generar adicción en los consumidores. Lo hacen simplemente para que sus productos gusten. ¿Y por qué? Porque en las pruebas ven que el producto más elogiado es el que tiene alto contenido de alguno de esos tres elementos. O sea, no las condenemos haciéndolas responsables de la obesidad actual. En su momento, fue una decisión lógica y natural de marketing que buscaba lograr mayor grado de aceptación en los consumidores.
El sentido del gusto en los humanos reacciona positivamente a la sal, la grasa y el azúcar. Dicho de otro modo, la gente prueba y dice que “es sabroso” cuando lo que come tiene alguno de esos ingredientes en abundancia. Las empresas productoras de alimentos procesados – que siempre han basado sus innovaciones en paneles de pruebas de degustación – advirtieron que, a más grasa, más azúcar o más sal, mayor aprobación obtenían en las evaluaciones de la gente. Y así, paulatinamente fueron aumentando las proporciones de eso que ahora condenamos.
Thornton Mustard, director de una consultora británica sobre gusto y sabores llamada “The Marketing Clinic” dice que no es manipulación por parte de las empresas. No aumentan la proporción de sal, por ejemplo, para generar adicción en los consumidores. Lo hacen simplemente para que sus productos gusten. ¿Y por qué? Porque en las pruebas ven que el producto más elogiado es el que tiene alto contenido de alguno de esos tres elementos. O sea, no las condenemos haciéndolas responsables de la obesidad actual. En su momento, fue una decisión lógica y natural de marketing que buscaba lograr mayor grado de aceptación en los consumidores.