Eisner abandonará Walt Disney, pero recién en 2006

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Michael Eisner anunció que dejará de ser director ejecutivo del grupo en 2006, tras más de veinte años al timón. No obstante haber multiplicado por dieciocho las ventas en dólares corrientes, casi nadie lo llorará.

En una carta a la junta directiva, el veterano mandamás (62 años) señala que participará en el proceso para elegir sucesor, algo que no todos ven con buenos ojos. No obstante, el CEO saliente convirtió a los estudios Disney en el segundo grupo de medios y entretenimiento de Estados Unidos.

Por supuesto, el mensaje exalta los méritos de su gestión y sus colaboradores inmediatos. No se priva, claro, de criticar por lo alto a quienes vienen atacándolo desde hace algunos años; entre ellos, el sobrino del difunto Walt, Roy Disney –ex miembro del directorio-, que ha intentado vanamente de hacerlo echar acusándolo de mala conducción y errores. De hecho, Eisner debió entregar la presidencia de junta, en marzo, al ex senador George Mitchell.

En esos momentos, Comcast Corporation acababa de hacer un intento, sin resultados, por comprar Walt Disney en US$ 54.100 millones. Disconformes con el rechazo a una oferta tan alta, 45% de los accionistas con voto no apoyaron la reelección de Eisner a los dos cargos y éste retiene sólo la dirección ejecutiva.

“Son buenas noticias. A esta altura de las circunstancias, Disney estará mejor sin Eisner. Lo malo es que se aferre al puesto otros dos años”, dijo sin ambages Antony Gifford, que coadministra la cartera de Henderson Global Investors (Londres, US$ 2.000 millones). “Disney tiene algunos activos más valiosos de lo que sugiere su capitalización bursátil, pero Eisner no el hombre apropiado para aprovecharlos”.

Aunque sin formular comentarios formales, el directivo saliente le dijo al “Wall Street Journal” que su partida no responde a presiones de Roy o de Stanley Gold ni al asunto Comcast. El sobrino de W.D. anticipó que iniciará acciones para abreviar “la despedida de Eisner, porque ya ha perjudicado bastante a la compañía”.

Bajo su égida, el grupo compró Capital Cities/ABC por US$ 19.000 millones, abrió siete parques temáticos, añadió setenta redes de TV por cable y cuadruplicó el personal. También perdió ejecutivos relevantes y tuvo algunos fracasos. Por ejemplo, la Disneylandia de París.

En una carta a la junta directiva, el veterano mandamás (62 años) señala que participará en el proceso para elegir sucesor, algo que no todos ven con buenos ojos. No obstante, el CEO saliente convirtió a los estudios Disney en el segundo grupo de medios y entretenimiento de Estados Unidos.

Por supuesto, el mensaje exalta los méritos de su gestión y sus colaboradores inmediatos. No se priva, claro, de criticar por lo alto a quienes vienen atacándolo desde hace algunos años; entre ellos, el sobrino del difunto Walt, Roy Disney –ex miembro del directorio-, que ha intentado vanamente de hacerlo echar acusándolo de mala conducción y errores. De hecho, Eisner debió entregar la presidencia de junta, en marzo, al ex senador George Mitchell.

En esos momentos, Comcast Corporation acababa de hacer un intento, sin resultados, por comprar Walt Disney en US$ 54.100 millones. Disconformes con el rechazo a una oferta tan alta, 45% de los accionistas con voto no apoyaron la reelección de Eisner a los dos cargos y éste retiene sólo la dirección ejecutiva.

“Son buenas noticias. A esta altura de las circunstancias, Disney estará mejor sin Eisner. Lo malo es que se aferre al puesto otros dos años”, dijo sin ambages Antony Gifford, que coadministra la cartera de Henderson Global Investors (Londres, US$ 2.000 millones). “Disney tiene algunos activos más valiosos de lo que sugiere su capitalización bursátil, pero Eisner no el hombre apropiado para aprovecharlos”.

Aunque sin formular comentarios formales, el directivo saliente le dijo al “Wall Street Journal” que su partida no responde a presiones de Roy o de Stanley Gold ni al asunto Comcast. El sobrino de W.D. anticipó que iniciará acciones para abreviar “la despedida de Eisner, porque ya ha perjudicado bastante a la compañía”.

Bajo su égida, el grupo compró Capital Cities/ABC por US$ 19.000 millones, abrió siete parques temáticos, añadió setenta redes de TV por cable y cuadruplicó el personal. También perdió ejecutivos relevantes y tuvo algunos fracasos. Por ejemplo, la Disneylandia de París.

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