En 1854 Louis Vuitton nació como una marca que fabricaba valijas con lona de alta calidad. Pronto los productos eran elegidos por la emperatriz Eugenia y muy pronto se convirtieron en los favoritos de ricos y famosos.
En 1867 ganaron la medalla dorada en la exposición mundial de Paris y así su nombre trascendió las fronteras de Francia. En 1885 la marca Vuitton abrió su primera tienda en Londres. A la muerte del fundador, Luis, su hijo George condujo a la marca por el camino que la llevaría a lo que hoy es, una marca de reconocimiento mundial. En 1893 abrieron tiendas en Estados Unidos y en 1896 se fabricó por primera vez la valija con el logo de la marca.
La historia de Hermés no es tan diferente. En 1837 Thierry Hermés abrió una tienda de arneses. Fue su nieto, Emile-Maurice, el responsable de la diversificación del negocio. Hacia fines del siglo 19 fabricaron la primera cartera y gradualmente fueron agregando relojes, ropa, joyas y accesorios a la lista. No usaron nunca líneas de ensamblaje; el diseño y la manufactura siempre fueron artesanales. Tardaron casi un siglo en abrir su primera tienda fuera de Francia, en 1920, en Nueva York. Cuando en los 50 se hizo cargo de la marca Robert Dumas, cuñado de Emile-Maurice, se agregaron más líneas como las de perfumes, zapatos y porcelana.
Pero la marca es famosa por sus carteras, especialmente dos modelos: la cartera Kelly y la cartera Birking. Lanzada en 1935 la cartera Kelly fue, en principio, una cartera de campo más refinada. Hoy en día la fabricación artesanal de ese modelo lleva 18 horas. La atención al detalle y la integridad de los materiales la han convertido en un éxito, más allá de cualquier espacio temporal. Es un clásico preservado por una manera de hacer negocios relativa al control familiar y la manufactura artesana.
