Esta estrategia integrada con proveedores puede ser implementada bajo enfoques como el que ofrece el abastecimiento estratégico, y otros similares, que permite a la empresa compradora, no solo ahorrar costos, sino también ejercitarse en la detección temprana de posibles impactos indeseados y establecer alianzas estratégicas con proveedores clave para su negocio.
Bajo esta mirada integrada, estamos trabajando con empresas que buscan orientar sus compras a un aprovisionamiento que exceda el hecho de suplir un producto o servicio en tiempo y forma, buscando potenciar esquemas de creación de valor compartido.
Estas empresas están repensando el propósito de la actividad de comprar y contratar, empezando a convencerse de que su gran poder de compra puede utilizarse como una palanca positiva para generar buenas prácticas, instalación de capacidades y creación de valor compartido a lo largo de toda su cadena de valor.
Pensar y actuar estratégicamente implica no dejar fuera del radio a ninguna actividad clave, y las compras y contrataciones reportan una enorme proporción en el gasto y en la utilidad de las empresas, pero también en sus pérdidas.
Para ello, hay básicamente dos caminos a emprender. El primero, bajo enfoques como los que ofrece la Guía ISO 20400 de compras sostenibles, bajo el cual la empresa puede alinear su estrategia central y sus prácticas a un modelo de Costo por Ciclo de Vida. Para ello, deberá reformular sus políticas y especificaciones ampliando la mirada a criterios ambientales y sociales, con el objetivo de gestionar sus impactos e identificar oportunidades.
Criterios antes no tomados en cuenta en los procesos de compras y contrataciones tradicionales, ahora comienzan a tener algún peso en la evaluación de proveedores y en la asignación de contratos.
La segunda opción sería la que comúnmente se conoce como “compras inclusivas”, que genéricamente consiste en desarrollar un canal alternativo de compras que incorpore a proveedores no tradicionales, cuya característica es la de pertenecer a un colectivo socialmente vulnerable. Para estos casos, deberá rediseñarse las políticas y prácticas para adecuarlas a la realidad de estos públicos y darle acceso a las compulsas que se generen.
En ambos casos, el trabajo es progresivo, comenzando con un piloto con algunos proveedores seleccionados con los cuales se establece una relación preferencial, y luego el modelo se va replicando en la medida que su desarrollo adquiere la robustez esperada.
Con el tiempo, las empresas indudablemente ampliarán sus criterios de compras y contrataciones a dimensiones más amplias, vinculadas a aspectos sociales y ambientales y generando así enormes contribuciones al desarrollo sostenible en sus transacciones cotidianas.
(*) Es autor es Coordinador general de Valor RSE + Competitividad de Amia/BID/Fomin