<p>Alarmados –o inspirados- por una ola de marcas oportunistas en medio mundo, los expertos tratarán de poner coto a un fenómeno que puede afectar la imagen presidencial del que, todavía, es el país más poderoso de globo. “nuestros abogados estudian forma de evitar ese deterioro de cariz comercial” señalaba Jennifer Psaki, portavoz de la Casa Blanca.<br />
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En realidad, esto no es nuevo en Estados Unidos. Basta examinar la colección “Mad” en sus años de oro (1952 a 1981) para encontrar “avisos” con los tres hermanos Kennedy, la esposa de Lyndon Johnson (Lady Bird), Richard Nixon, la banda de Watergate o James Carter y su ridículo hermano William.<br />
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Pero era publicidad en solfa y sólo la usaba el “merchandising” de la revista. Hoy se trata de algo espinoso y roza la sacra primera enmienda constitucional (libertad de expresión), que ni siquiera los fanáticos evangélicos o judíos alrededor de George W.Bush lograron mellar.<br />
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“El problema es que Obama no es una estrella convencional de la música popular o el espectáculo, sino una mezcla de político y figura de Internet, un universo lábil, inasible”, observa hablando con Bloomberg TV un experto en “<em>copyright</em>”, Jonathan Band. El propio presidente es un ícono de la comunidad Blueberry, algo que alegra a un sector cuyas ventas tambalean a causa de la recesión. </p>
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Ahora, copyright para un presidente
Barack Obama analiza registrar derechos de propiedad intelectual sobre Barack Obama. Un pequeño grupo de letrados en la Casa Blanca examina casos tan flagrantes como el café “Barack-0-blend”. ¿Harían igual los Kirchner con el pingüino magallánico?