Un experto en marcas cuenta una experiencia en la Patagonia chilena,

El turismo es un gran negocio para crear marca. Desde poderosos gobiernos hasta economías locales, todas las regiones del globo hacen lo indecible para crear una marca que atraiga turistas y su dinero. Una experiencia sobre la Patagonia (chilena).

19 noviembre, 2007

Por Joe Ray
Brandchannel

La marca Patagonia-que habla de estepas desoladas, altos picos e inmensos glaciares
que parecen ciudades derruidas – está creciendo y cambiando. Aunque mucha
gente sólo conozca la Patagonia por la marca de ropa deportiva, cada
vez más turistas se interesan en la región que ahora, de pronto,
debe atender las expectativas de los turistas y mantener a la vez la autenticidad
de su estilo de vida.

En Puerto Natales, una de las ciudades más activas de la región
patagónica chilena, dos líderes del negocio turístico no
se muestran particularmente interesados en dar a sus clientes una muestra de
la cultura local. El hotelero Hernán Joffré y Max Salas, dueño
de un restaurante, son naturales de Santiago transplantados en el lugar y no
creen que sus clientes viajen tremendas distancias para ir a conocer la cultura
indígena.

“Un viajero llega (al hotel) por dos o tres días y luego se va”,
dice Joffré, creador del Indigo Hotel & Spa. “Vienen a ver la
belleza del paisaje. No les interesa Puerto Natales. Tenemos un casino, refiriéndose
a un tugurio muy popular entre los locales. ¿Usted cree que los turistas
quieren eso? El que quiere casino va a Las Vegas.
Jofré cree que sus colegas no han captado cabalmente el concepto de servicio
al cliente, fundamental para que la economía local atraiga turistas.

Aunque los visitantes pueden dormir muy bien en la mayoría de las hosterías
más típicas de la Patagonia chilena, y algunas son realmente buenas,
la mayoría no ha tenido una actualización estética en 20
o 30 años. Esto puede ser y no ser parte de su atractivo.

Joffré, que viste con elegancia, fue aprendiendo de a poco. “Estudié
ingeniería comercial, pero después de terminar, vine a escalar
montañas”.
“Esto era como un pueblo fantasma,” dice, señalando las montañas.
“Alquilamos (la casa) y pusimos una pizzería/bar abajo con habitaciones
arriba. Era un el lugar preferido de los andinistas.”

El lugar comenzó a crecer, se convirtió en posada y comenzó
a ofrecer paseos guiados por el parque. En 1999 Joffré compró
el edificio.

Hace apenas un año, el hotel fue remodelado bajo la responsabilidad de
un renombrado arquitecto chileno ( de Santiago), Sebastián Irarrazával.
Comparado con lo que aquí es típico, Indigo (el nombre del hotel)
se resiste rotundamente a la tendencia del mantelito y la tetera. Según
lo ve Joffré, “¿quién va a decirle no a una hermosa
habitación, una excelente cama y a tres jacuzzis en el último
piso luego de una semana de intenso ciclismo?”

El plan fue claro. Atrajo inversores mientras creaba una base de andinistas
que se convirtieron en clientes recurrentes ; aunque aventureros, igualmente
se interesaban cada vez más en las comodidades de la vida moderna. Joffré
separó también la parte hotelera de la de trekking y creó
una empresa de exclusiones “Antares Patagonia” para ofrecer paseos
por parques y montañas; por la noche, los los alojaba en el hotel que
al principio se llamó Concepto Indigo.

“La gente que viene al pueblo comenzó a cambiar,” dice. “No
tenían ningún problema en dormir en carpa (mientras escalaban
la montaña a pie o en bicicleta), pero les encantaba volver al pueblo
y gastar dinero en una buena habitación y una buena comida.”

El potencial de crecimiento era fácil de ver para Joffré, pero
convencer a los inversores chilenos le resultó tan sencillo. Para la
inversión que necesitó el año pasado en la tremenda remodelación,
tuvo que buscar dinero afuera. Los locales no entendían su visión.

“Comencé a buscar inversores en Santiago, pero pensaban que el turismo
era una idea rara y la Patagonia demasiado lejos,” cuenta. En cambio, encontró
una pareja española/francesa dispuesta a invertir.

Escuchándolo hablar, es fácil comprender por qué decidió
apartarse de la típica experiencia patagónica y por qué
está aprovechando la posibilidad de ver el negocio desde la perspectiva
de un forastero.

“Un tipo de aquí me dijo que tenía que poner una pizzería
con karaoke. Yo dije ´No.´ Mi público no son los locales.” Se dedicó,
en cambio, a concentrarse en pequeños detalles. “Yo no bebo café,
pero sé que la gente sí. En mi hotel no se fuma. Antes aquí
en un hotel te servían la comida fumando.

El bar y el restaurante pegado a Indigo (pero con dueño diferente) sirve
pescado fresco del lugar y café espresso (raro en la zona), pero la gerencia
tiene opina como Joffré.

“El turismo sigue siendo parte de un estilo alternativo de vida,”
dice Max Salas, que dirige tanto el restaurante Pez Glaciar como el bar Pisco
Sour. Como el ïndigo, el bar y el restaurante tienen un diseño elegante
y moderno que podría verse en cualquier otra parte del mundo.

Entre otros platos, el equipo de Salas sirve hasta cinco variedades de ceviche,
congrio con semillas de sésamo y varias presentaciones de peceto.

Sin embargo, ¿esta experiencia es auténtica? ¿Es por esto
que la gente viene a la Patagonia? Si los turistas quieren vivir una experiencia
totalmente patagónica, tal vez Indigo y Pez Glaciar no sean lugares indicados
para ellos.

“¿Es auténtico?” pregunta Joffré, “Me lo
vengo preguntando desde hace 11 años. No sé cuántos viajeros
prefieren eso antes que la máxima comodidad.”

Es la visión del turismo de uno de afuera y, para bien o para mal, algunos
podrían decir que es la ola del futuro, y la marca Patagonia del futuro,
también.

Por Joe Ray
Brandchannel

La marca Patagonia-que habla de estepas desoladas, altos picos e inmensos glaciares
que parecen ciudades derruidas – está creciendo y cambiando. Aunque mucha
gente sólo conozca la Patagonia por la marca de ropa deportiva, cada
vez más turistas se interesan en la región que ahora, de pronto,
debe atender las expectativas de los turistas y mantener a la vez la autenticidad
de su estilo de vida.

En Puerto Natales, una de las ciudades más activas de la región
patagónica chilena, dos líderes del negocio turístico no
se muestran particularmente interesados en dar a sus clientes una muestra de
la cultura local. El hotelero Hernán Joffré y Max Salas, dueño
de un restaurante, son naturales de Santiago transplantados en el lugar y no
creen que sus clientes viajen tremendas distancias para ir a conocer la cultura
indígena.

“Un viajero llega (al hotel) por dos o tres días y luego se va”,
dice Joffré, creador del Indigo Hotel & Spa. “Vienen a ver la
belleza del paisaje. No les interesa Puerto Natales. Tenemos un casino, refiriéndose
a un tugurio muy popular entre los locales. ¿Usted cree que los turistas
quieren eso? El que quiere casino va a Las Vegas.
Jofré cree que sus colegas no han captado cabalmente el concepto de servicio
al cliente, fundamental para que la economía local atraiga turistas.

Aunque los visitantes pueden dormir muy bien en la mayoría de las hosterías
más típicas de la Patagonia chilena, y algunas son realmente buenas,
la mayoría no ha tenido una actualización estética en 20
o 30 años. Esto puede ser y no ser parte de su atractivo.

Joffré, que viste con elegancia, fue aprendiendo de a poco. “Estudié
ingeniería comercial, pero después de terminar, vine a escalar
montañas”.
“Esto era como un pueblo fantasma,” dice, señalando las montañas.
“Alquilamos (la casa) y pusimos una pizzería/bar abajo con habitaciones
arriba. Era un el lugar preferido de los andinistas.”

El lugar comenzó a crecer, se convirtió en posada y comenzó
a ofrecer paseos guiados por el parque. En 1999 Joffré compró
el edificio.

Hace apenas un año, el hotel fue remodelado bajo la responsabilidad de
un renombrado arquitecto chileno ( de Santiago), Sebastián Irarrazával.
Comparado con lo que aquí es típico, Indigo (el nombre del hotel)
se resiste rotundamente a la tendencia del mantelito y la tetera. Según
lo ve Joffré, “¿quién va a decirle no a una hermosa
habitación, una excelente cama y a tres jacuzzis en el último
piso luego de una semana de intenso ciclismo?”

El plan fue claro. Atrajo inversores mientras creaba una base de andinistas
que se convirtieron en clientes recurrentes ; aunque aventureros, igualmente
se interesaban cada vez más en las comodidades de la vida moderna. Joffré
separó también la parte hotelera de la de trekking y creó
una empresa de exclusiones “Antares Patagonia” para ofrecer paseos
por parques y montañas; por la noche, los los alojaba en el hotel que
al principio se llamó Concepto Indigo.

“La gente que viene al pueblo comenzó a cambiar,” dice. “No
tenían ningún problema en dormir en carpa (mientras escalaban
la montaña a pie o en bicicleta), pero les encantaba volver al pueblo
y gastar dinero en una buena habitación y una buena comida.”

El potencial de crecimiento era fácil de ver para Joffré, pero
convencer a los inversores chilenos le resultó tan sencillo. Para la
inversión que necesitó el año pasado en la tremenda remodelación,
tuvo que buscar dinero afuera. Los locales no entendían su visión.

“Comencé a buscar inversores en Santiago, pero pensaban que el turismo
era una idea rara y la Patagonia demasiado lejos,” cuenta. En cambio, encontró
una pareja española/francesa dispuesta a invertir.

Escuchándolo hablar, es fácil comprender por qué decidió
apartarse de la típica experiencia patagónica y por qué
está aprovechando la posibilidad de ver el negocio desde la perspectiva
de un forastero.

“Un tipo de aquí me dijo que tenía que poner una pizzería
con karaoke. Yo dije ´No.´ Mi público no son los locales.” Se dedicó,
en cambio, a concentrarse en pequeños detalles. “Yo no bebo café,
pero sé que la gente sí. En mi hotel no se fuma. Antes aquí
en un hotel te servían la comida fumando.

El bar y el restaurante pegado a Indigo (pero con dueño diferente) sirve
pescado fresco del lugar y café espresso (raro en la zona), pero la gerencia
tiene opina como Joffré.

“El turismo sigue siendo parte de un estilo alternativo de vida,”
dice Max Salas, que dirige tanto el restaurante Pez Glaciar como el bar Pisco
Sour. Como el ïndigo, el bar y el restaurante tienen un diseño elegante
y moderno que podría verse en cualquier otra parte del mundo.

Entre otros platos, el equipo de Salas sirve hasta cinco variedades de ceviche,
congrio con semillas de sésamo y varias presentaciones de peceto.

Sin embargo, ¿esta experiencia es auténtica? ¿Es por esto
que la gente viene a la Patagonia? Si los turistas quieren vivir una experiencia
totalmente patagónica, tal vez Indigo y Pez Glaciar no sean lugares indicados
para ellos.

“¿Es auténtico?” pregunta Joffré, “Me lo
vengo preguntando desde hace 11 años. No sé cuántos viajeros
prefieren eso antes que la máxima comodidad.”

Es la visión del turismo de uno de afuera y, para bien o para mal, algunos
podrían decir que es la ola del futuro, y la marca Patagonia del futuro,
también.

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