Patricia Dunn ¿víctima de una guerra en el directorio de H-P?

La semana pasada, la ex presidente de junta en Hewlett-Packard compareció por primera vez ante los tribunales, en conexión con una causa sobre espionaje ilegal. Mientras, trascendían aspectos de una dura puja interna en la firma.

12 octubre, 2006

Dunn se presentó voluntariamente, a cambio de que se retirara una orden de arresto. De inmediato se la acusó por cuatro cargos penales. Aceptó volver a presentarse en 17 de noviembre. Durante esa primera audiencia, se limitó a responder –ante el juez Alfonso Fernández- sobre las condiciones de su libertad bajo fianza.

Dos días antes, el fiscal estadual de California, William Lockyer, decidía procesar a Dunn y otros cuatro por apelar a engaños para obtener registros telefónicos de directores y periodistas, como parte de una investigación interna por filtraciones de la junta a los medios.

Kevin Hunsacker, ex asesor jurídico principal de H-P, también fue acusado por esos mismos cuatro cargos criminales y también quedó libre bajo caución. Además, Lockyer radicó acusaciones contra Ronald deLia –investigador privado-, Matteo dePAnte y Brian Wagner, por obtener registros telefónicos en forma ilícita.

Pero, poco a poco, la prensa va develando una sorda guerra sin cuartel, desatada por Thomas Perkins –capitalista de riesgo-, que envolvió a Dunn, tal vez sin quererloo ella, y pudo haber influido, mucho antes, en la caída de Carleton Fiorina. Asi presumen medios como el “Wall Street journal” en la web, “Los Ángeles times” y “Financial times”.

En borrascosas reuniones de junta, Perkins acusaba a Dunn de “burócrata aferrada a procedimientos rígidos” y ella lo trataba de “manipulador sin escrúpulos”. El especulador de 74 años, mejor conocido por una nivela erótica (“Sex and the single zillionaire”), llegó a sostener que hacía falta otro presidente. En realidad, Perkins quería imponer un candidato propio.

Estos choques originaron el asunto del espionaje interno. Pero personas allegadas a Dunn sospechan, ahora, que Perkins tampoco fue ajeno a la defenestración de Fiorina en 2005. De acuerdo con empleados de la compañía, este director tiene antecedentes misóginos. Curiosamente, ninguno de ambos proviene del sector informático. Dunn es licenciada en periodismo y Perkins es ingeniero eléctrico y entró a H-P como operador de torno. No obstante, su actual “profesión” verdadera es la especulación financiera: maneja el fondo Kleiner, Perkins, Caulfield y Byers.

Mientras Dunn tenía casi nueve años en H-P (1998/2006), la presencia de Perkins en el directorio es reciente: 2002/4 y 2005/6. Por supuesto, su fondo tiene acciones en la compañía, cosa que no sucede con Dunn. Pero ésta había hecho en 1998 algo que mucho después la enemistaría con Perkins: contratar a Fiorina como primer presidente ejecutivo traído de afuera y acompañarla en la polémica compra de Compaq (2002).

Dunn se presentó voluntariamente, a cambio de que se retirara una orden de arresto. De inmediato se la acusó por cuatro cargos penales. Aceptó volver a presentarse en 17 de noviembre. Durante esa primera audiencia, se limitó a responder –ante el juez Alfonso Fernández- sobre las condiciones de su libertad bajo fianza.

Dos días antes, el fiscal estadual de California, William Lockyer, decidía procesar a Dunn y otros cuatro por apelar a engaños para obtener registros telefónicos de directores y periodistas, como parte de una investigación interna por filtraciones de la junta a los medios.

Kevin Hunsacker, ex asesor jurídico principal de H-P, también fue acusado por esos mismos cuatro cargos criminales y también quedó libre bajo caución. Además, Lockyer radicó acusaciones contra Ronald deLia –investigador privado-, Matteo dePAnte y Brian Wagner, por obtener registros telefónicos en forma ilícita.

Pero, poco a poco, la prensa va develando una sorda guerra sin cuartel, desatada por Thomas Perkins –capitalista de riesgo-, que envolvió a Dunn, tal vez sin quererloo ella, y pudo haber influido, mucho antes, en la caída de Carleton Fiorina. Asi presumen medios como el “Wall Street journal” en la web, “Los Ángeles times” y “Financial times”.

En borrascosas reuniones de junta, Perkins acusaba a Dunn de “burócrata aferrada a procedimientos rígidos” y ella lo trataba de “manipulador sin escrúpulos”. El especulador de 74 años, mejor conocido por una nivela erótica (“Sex and the single zillionaire”), llegó a sostener que hacía falta otro presidente. En realidad, Perkins quería imponer un candidato propio.

Estos choques originaron el asunto del espionaje interno. Pero personas allegadas a Dunn sospechan, ahora, que Perkins tampoco fue ajeno a la defenestración de Fiorina en 2005. De acuerdo con empleados de la compañía, este director tiene antecedentes misóginos. Curiosamente, ninguno de ambos proviene del sector informático. Dunn es licenciada en periodismo y Perkins es ingeniero eléctrico y entró a H-P como operador de torno. No obstante, su actual “profesión” verdadera es la especulación financiera: maneja el fondo Kleiner, Perkins, Caulfield y Byers.

Mientras Dunn tenía casi nueve años en H-P (1998/2006), la presencia de Perkins en el directorio es reciente: 2002/4 y 2005/6. Por supuesto, su fondo tiene acciones en la compañía, cosa que no sucede con Dunn. Pero ésta había hecho en 1998 algo que mucho después la enemistaría con Perkins: contratar a Fiorina como primer presidente ejecutivo traído de afuera y acompañarla en la polémica compra de Compaq (2002).

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