M-Commerce, o comercio electrónico móvil

El comercio electrónico móvil (m-commerce) crece en Estados Unidos y Europa. El mundo pide teléfonos “ inteligentes” y aguarda la tercera generación de telefonía celular que permitirá el despegue definitivo de los negocios electrónicos.

22 abril, 2001

Según un reciente estudio de Strategy Analytics Inc., consultora estadounidense experta en innovaciones tecnológicas, hacia el año 2006 el sector del comercio electrónico móvil (m-commerce) estará generando ingresos por US$ 230.000 millones. De resultar así, la cifra contrastaría violentamente con los poco menos de US$ 1.000 millones registrados en 2000.

El estudio hace un diagnóstico sobre las aplicaciones de comercio móvil con mayor margen de mercado. En el corto plazo, se extenderán servicios como débitos con fines específicos –por ejemplo, pagos de servicios o compras en determinados comercios-, emisión electrónica de facturas, entradas, boletos, etc. y máquinas de venta y estacionamiento. En el largo plazo, la gente irá empleando dispositivos inalámbricos para hacer compras y pagos de bienes o servicios en línea.

“Estamos pasando por un punto de convergencia. Las tecnologías de procesos y demandas del consumidor tienden a sincronizarse. Nuevos dispositivos están listos para salir al mercado. Mayoristas y minoristas están dispuestos a experimentar y el público se muestra receptivo”, comenta David Kerr, vicepresidente de la consultora.

Al otro lado del Atlántico, la londinense Wireless Internet Newsletter indicaba que las empresas interesadas en sistemas de comunicación móvil de tercera generación (3G) habían invertido más de US$ 110 millones en licencias. Por lo cual, aplicando la típica lógica bursátil, las acciones de los futuros proveedores han estado retrocediendo. A su vez, las compañías involucradas apuestan a 480 millones de abonados para 2006 en el Primer Mundo.

Los objetivos iniciales de expansión parecen ubicarse en la Unión Europea. De hecho, Gran Bretaña, Bélgica, Holanda y Luxemburgo se han adelantado a Estados Unidos en el desarrollo del m-commerce. En el caso británico, hay claros nexos entre comercio móvil, acceso a Internet vía telefonía celular y la tecnología 3G; es decir, acceso múltiple por división de códigos en banda ancha (W-CDMA, wideband code-division multiple access)

.
Resulta obvio, entonces, que otros dispositivos móviles como las Palm y las computadoras manuales serán claves en este sector. Sobre todo si se las equipa con dispositivos inalámbricos. De hecho, hay planes en marcha para poner en venta –entre mediados y fines de 2001- una amplia gama de novedades. Entre ellas, juegos electrónicos, aparatos de música y teléfonos inteligentes, todos inalámbricos.

Según se vislumbra en Japón, Gran Bretaña y Estados Unidos, el m-commerce será impulsado por 3G de dispositivos que facilitarán compras, ventas y otras operaciones a través de redes inalámbricas múltiples. Este tipo de artículos contará con pantallas cromáticas más grandes y memorias notablemente más amplias.

En el futuro que describe Strategy Analytics, los dispositivos contendrán programas (software) básicos que permitirán al cliente armar su propio perfil, definir qué quiere comprar, dónde y cómo pagarlo. Una vez que alguien haya adquirido, por ejemplo, una licuadora en un megamercado, éste podrá ubicarlo. En otras palabras, el m-commerce estará microsegmentando un mercado desde el extremo del cliente, no ya del vendedor.

Naturalmente, los primeros beneficiarios de ese nuevo mercado virtual estarán entre los minoristas que adapten productos, servicios y ofertas al comprador móvil. Pero las oportunidades se brindarán por igual a compañías digitales, comercios físicos y comercios mixtos (bricks&clicks). De acuerdo con Kerr, los operadores de redes inalámbricas podrían ganar comisiones de hasta 3%. Pero, a su vez, esta estimación es inmediatamente anterior a la guerra que se ha declarado, entre proveedores inalámbricos, vía subastas de banda anchas en las ciudades más grandes de Estados Unidos.

En verdad, casi todo el primer mundo vive una fiebre por asegurarse licencias para operar banda ancha en términos de G3, una tecnología del futuro próximo; o sea, todavía por llegar al mercado. Hasta fines del último invierno, sólo un puñado de operadores había anticipado nuevos servicios (y dispositivos) de comunicación móvil para el último trimestre de 2001.

Contradicciones en Estados Unidos

Ahora bien, parecen surgir sugestivos paralelos entre el auge de lo inalámbrico en Inglaterra y Estados Unidos, cuyos consumidores pagan tarifas más altas. Al respecto, la analista de mercado Econ One revela que, en 2000, el usuario de telefonía móvil pagó 6,9% menos que en 1999 y, por tanto, su gasto mensual promedia US$ 39,60 a diciembre último contra 42,35 doce meses antes. Fuentes londinenses señalaban que el costo del servicio celular básico local equivale a poco más de US$ 35 contra apenas 30 en Alemania. Pero, a diferencia de Estados Unidos, no se observan síntomas de descenso.

Pero las cosas distan de verse uniformes a este lado del océano. Volviendo al estudio de Econ One, sus cifras revelan que el costo promedio anualizado, tomando cuatro tipos de prestación en 19 de 25 núcleos urbanos, se redujo algo más de 10%. En otras palabras, la tendencia de fondo en Estados Unidos apunta a una telefonía algo más barata que en Gran Bretaña a mediano plazo. Pero, en las seis ciudades restantes, el perfil es opuesto.

Otros datos puestos en evidencia al analizar este trabajo indican que los costos para usuarios con más de 600 minutos mensuales, la tarifa sigue relativamente cara (US$59,90 por mes), pero en 2000 tendía a descender más de10,1%, pues había terminado 1999 en US$ 66,63. En el otro extremo, los planes más baratos marcaron bajan inferiores a 6,3% -hasta 150 minutos mensuales-e inclusive a 2% (para 30 minutos por mes).

A criterio de Econ One, empero, 2001 podría deparar sorpresas poco gratas a los consumidores. Ocurre que, en diciembre de 2000, la tendencia descendente empezó a darse vuelta. “Puede haber influido el intenso uso del teléfono en las fiestas, pero –teme Charles Mahla, analista jefe de la firma- la agresiva campaña para difundir dispositivos manuales ha pesado y continuará pesando más”.

El experto encuentra interesante que “las ciudades donde, en nuestra encuesta, se cobra más caro el servicio sean objetivos favoritos de quienes buscan ampliar sus carteras de licencias inalámbricas”. Casi, casi el mismo fenómeno que tiene lugar Gran Bretaña, otros mercados de la Unión Europea, Japón y Taiwán. Sólo que con un componente más volátil: la III generación.

También la Federal Communications Comission (FCC, comisión federal de comunicaciones) ha notado ese factor, a través de las subastas periódicas relativas al ancho de banda. La FCC está poniendo mayor espectro a disposición de proveedores inalámbricos y, como era de esperar, el interés despertado resulta en una ola de ofertas masivas para ciudades como Los Angeles, San Francisco, Filadelfia, Nueva York, Boston y Washington. Justamente, los seis núcleos “caros” aludidos más arriba.

Según un reciente estudio de Strategy Analytics Inc., consultora estadounidense experta en innovaciones tecnológicas, hacia el año 2006 el sector del comercio electrónico móvil (m-commerce) estará generando ingresos por US$ 230.000 millones. De resultar así, la cifra contrastaría violentamente con los poco menos de US$ 1.000 millones registrados en 2000.

El estudio hace un diagnóstico sobre las aplicaciones de comercio móvil con mayor margen de mercado. En el corto plazo, se extenderán servicios como débitos con fines específicos –por ejemplo, pagos de servicios o compras en determinados comercios-, emisión electrónica de facturas, entradas, boletos, etc. y máquinas de venta y estacionamiento. En el largo plazo, la gente irá empleando dispositivos inalámbricos para hacer compras y pagos de bienes o servicios en línea.

“Estamos pasando por un punto de convergencia. Las tecnologías de procesos y demandas del consumidor tienden a sincronizarse. Nuevos dispositivos están listos para salir al mercado. Mayoristas y minoristas están dispuestos a experimentar y el público se muestra receptivo”, comenta David Kerr, vicepresidente de la consultora.

Al otro lado del Atlántico, la londinense Wireless Internet Newsletter indicaba que las empresas interesadas en sistemas de comunicación móvil de tercera generación (3G) habían invertido más de US$ 110 millones en licencias. Por lo cual, aplicando la típica lógica bursátil, las acciones de los futuros proveedores han estado retrocediendo. A su vez, las compañías involucradas apuestan a 480 millones de abonados para 2006 en el Primer Mundo.

Los objetivos iniciales de expansión parecen ubicarse en la Unión Europea. De hecho, Gran Bretaña, Bélgica, Holanda y Luxemburgo se han adelantado a Estados Unidos en el desarrollo del m-commerce. En el caso británico, hay claros nexos entre comercio móvil, acceso a Internet vía telefonía celular y la tecnología 3G; es decir, acceso múltiple por división de códigos en banda ancha (W-CDMA, wideband code-division multiple access)

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Resulta obvio, entonces, que otros dispositivos móviles como las Palm y las computadoras manuales serán claves en este sector. Sobre todo si se las equipa con dispositivos inalámbricos. De hecho, hay planes en marcha para poner en venta –entre mediados y fines de 2001- una amplia gama de novedades. Entre ellas, juegos electrónicos, aparatos de música y teléfonos inteligentes, todos inalámbricos.

Según se vislumbra en Japón, Gran Bretaña y Estados Unidos, el m-commerce será impulsado por 3G de dispositivos que facilitarán compras, ventas y otras operaciones a través de redes inalámbricas múltiples. Este tipo de artículos contará con pantallas cromáticas más grandes y memorias notablemente más amplias.

En el futuro que describe Strategy Analytics, los dispositivos contendrán programas (software) básicos que permitirán al cliente armar su propio perfil, definir qué quiere comprar, dónde y cómo pagarlo. Una vez que alguien haya adquirido, por ejemplo, una licuadora en un megamercado, éste podrá ubicarlo. En otras palabras, el m-commerce estará microsegmentando un mercado desde el extremo del cliente, no ya del vendedor.

Naturalmente, los primeros beneficiarios de ese nuevo mercado virtual estarán entre los minoristas que adapten productos, servicios y ofertas al comprador móvil. Pero las oportunidades se brindarán por igual a compañías digitales, comercios físicos y comercios mixtos (bricks&clicks). De acuerdo con Kerr, los operadores de redes inalámbricas podrían ganar comisiones de hasta 3%. Pero, a su vez, esta estimación es inmediatamente anterior a la guerra que se ha declarado, entre proveedores inalámbricos, vía subastas de banda anchas en las ciudades más grandes de Estados Unidos.

En verdad, casi todo el primer mundo vive una fiebre por asegurarse licencias para operar banda ancha en términos de G3, una tecnología del futuro próximo; o sea, todavía por llegar al mercado. Hasta fines del último invierno, sólo un puñado de operadores había anticipado nuevos servicios (y dispositivos) de comunicación móvil para el último trimestre de 2001.

Contradicciones en Estados Unidos

Ahora bien, parecen surgir sugestivos paralelos entre el auge de lo inalámbrico en Inglaterra y Estados Unidos, cuyos consumidores pagan tarifas más altas. Al respecto, la analista de mercado Econ One revela que, en 2000, el usuario de telefonía móvil pagó 6,9% menos que en 1999 y, por tanto, su gasto mensual promedia US$ 39,60 a diciembre último contra 42,35 doce meses antes. Fuentes londinenses señalaban que el costo del servicio celular básico local equivale a poco más de US$ 35 contra apenas 30 en Alemania. Pero, a diferencia de Estados Unidos, no se observan síntomas de descenso.

Pero las cosas distan de verse uniformes a este lado del océano. Volviendo al estudio de Econ One, sus cifras revelan que el costo promedio anualizado, tomando cuatro tipos de prestación en 19 de 25 núcleos urbanos, se redujo algo más de 10%. En otras palabras, la tendencia de fondo en Estados Unidos apunta a una telefonía algo más barata que en Gran Bretaña a mediano plazo. Pero, en las seis ciudades restantes, el perfil es opuesto.

Otros datos puestos en evidencia al analizar este trabajo indican que los costos para usuarios con más de 600 minutos mensuales, la tarifa sigue relativamente cara (US$59,90 por mes), pero en 2000 tendía a descender más de10,1%, pues había terminado 1999 en US$ 66,63. En el otro extremo, los planes más baratos marcaron bajan inferiores a 6,3% -hasta 150 minutos mensuales-e inclusive a 2% (para 30 minutos por mes).

A criterio de Econ One, empero, 2001 podría deparar sorpresas poco gratas a los consumidores. Ocurre que, en diciembre de 2000, la tendencia descendente empezó a darse vuelta. “Puede haber influido el intenso uso del teléfono en las fiestas, pero –teme Charles Mahla, analista jefe de la firma- la agresiva campaña para difundir dispositivos manuales ha pesado y continuará pesando más”.

El experto encuentra interesante que “las ciudades donde, en nuestra encuesta, se cobra más caro el servicio sean objetivos favoritos de quienes buscan ampliar sus carteras de licencias inalámbricas”. Casi, casi el mismo fenómeno que tiene lugar Gran Bretaña, otros mercados de la Unión Europea, Japón y Taiwán. Sólo que con un componente más volátil: la III generación.

También la Federal Communications Comission (FCC, comisión federal de comunicaciones) ha notado ese factor, a través de las subastas periódicas relativas al ancho de banda. La FCC está poniendo mayor espectro a disposición de proveedores inalámbricos y, como era de esperar, el interés despertado resulta en una ola de ofertas masivas para ciudades como Los Angeles, San Francisco, Filadelfia, Nueva York, Boston y Washington. Justamente, los seis núcleos “caros” aludidos más arriba.

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