Los empresarios están solventes en Estados Unidos

La eliminación del impuesto sobre la plusvalía en ganancias superiores a US$ 500.000 sobre la venta de la vivienda principal significó un gran impulso para la actividad inmobiliaria.

18 abril, 2001

En 1998, casi 5% de las familias estadounidenses más de tres propiedades, comparado con menos de 1%, a principio de los noventa, según indicó un economista de la Universidad de Nueva York. A las inmobiliarias de zonas tan buscadas como los valles Napa y Sonoma, California, la región noreste de Manhattan o la costa de Hamptons, Nueva York, no les preocupa la falta de compradores, sino la falta de propiedades.

La compra de casas de veraneo está en pleno auge. Un estudio, llevado a cabo por la asociación nacional de bienes raíces, reveló que 1999 fue el año más fuerte en este tipo de compras, el cual incrementó 9,3% desde 1997 y 24% en los últimos cinco años. Pero lo cierto es que las personas con solvencia económica no son las únicas que adquieren casas de veraneo.

Podría pensarse que esta tendencia se debe a salarios de seis cifras, opciones de compra de acciones y altísimos bonos de fin de año, pero eso es sólo parte de la historia. Los estudios demográficos conforman la otra parte. En 1999, la edad promedio de quienes compraban la segunda vivienda rondaba los 43 años, lo que determina que este puñado de compradores pertenece al tan conocido grupo demográfico: los baby boomers que hoy tienen entre 36 y 54 años.

Gracias a la modificación de la ley impositiva dictada en 1997, muchos ciudadanos de mediana edad llenaron sus bolsillos de dinero, dinero que antes de ese año habría sido destinado a otra casa principal para proteger las ganancias de las cargas fiscales.

Es probable que este mercado permanezca fuerte, aun cuando la economía se detenga un poco o más de un poco.
De hogar a casa flotante a casa de campo
Lugares de vacaciones — playa, montañas y lagos — siguen siendo las ubicaciones más populares para comprar una segunda propiedad. Pero no hay que esperar que los baby boomers se rijan por los hábitos convencionales del mundo inmobiliario, ya que nunca han seguido la norma. Por lo tanto, este grupo bien puede comprar una casa flotante como una casa de campo en el sur de Francia. Hoy en día, las casas flotantes conforman una industria de US$ 200 millones en los Estados Unidos. En Kentucky, un puñado de fabricantes vende 1.500 casas flotantes al año, a precios que oscilan entre US$ 150.000 y US$ 500.000 por un “lujoso departamento flotante” de 480 m2.

Los mercados de bienes raíces de Francia, Italia y Alemania sacan provecho de la baja cotización del Euro, ya que los estadounidenses se apresuran a comprar viviendas a precios realmente bajos. RE/MAX International dice que recibe dos consultas diarias de estadounidenses interesados en comprar propiedades en Italia. Un agente especializado en propiedades costosas sobre la rivera francesa comenta que atiende dos o tres consultas mensuales, cuando sólo recibía un pedido de información cada varios meses.

Vida lujosa
Lo curioso acerca de la compra de una segunda y tercera vivienda es que estas casas suelen ser mucho más opulentas y contar con más servicios que las primeras. Una casa de veraneo es sinónimo de distinción, especialmente en Estados Unidos.

En 1998, casi 5% de las familias estadounidenses más de tres propiedades, comparado con menos de 1%, a principio de los noventa, según indicó un economista de la Universidad de Nueva York. A las inmobiliarias de zonas tan buscadas como los valles Napa y Sonoma, California, la región noreste de Manhattan o la costa de Hamptons, Nueva York, no les preocupa la falta de compradores, sino la falta de propiedades.

La compra de casas de veraneo está en pleno auge. Un estudio, llevado a cabo por la asociación nacional de bienes raíces, reveló que 1999 fue el año más fuerte en este tipo de compras, el cual incrementó 9,3% desde 1997 y 24% en los últimos cinco años. Pero lo cierto es que las personas con solvencia económica no son las únicas que adquieren casas de veraneo.

Podría pensarse que esta tendencia se debe a salarios de seis cifras, opciones de compra de acciones y altísimos bonos de fin de año, pero eso es sólo parte de la historia. Los estudios demográficos conforman la otra parte. En 1999, la edad promedio de quienes compraban la segunda vivienda rondaba los 43 años, lo que determina que este puñado de compradores pertenece al tan conocido grupo demográfico: los baby boomers que hoy tienen entre 36 y 54 años.

Gracias a la modificación de la ley impositiva dictada en 1997, muchos ciudadanos de mediana edad llenaron sus bolsillos de dinero, dinero que antes de ese año habría sido destinado a otra casa principal para proteger las ganancias de las cargas fiscales.

Es probable que este mercado permanezca fuerte, aun cuando la economía se detenga un poco o más de un poco.
De hogar a casa flotante a casa de campo
Lugares de vacaciones — playa, montañas y lagos — siguen siendo las ubicaciones más populares para comprar una segunda propiedad. Pero no hay que esperar que los baby boomers se rijan por los hábitos convencionales del mundo inmobiliario, ya que nunca han seguido la norma. Por lo tanto, este grupo bien puede comprar una casa flotante como una casa de campo en el sur de Francia. Hoy en día, las casas flotantes conforman una industria de US$ 200 millones en los Estados Unidos. En Kentucky, un puñado de fabricantes vende 1.500 casas flotantes al año, a precios que oscilan entre US$ 150.000 y US$ 500.000 por un “lujoso departamento flotante” de 480 m2.

Los mercados de bienes raíces de Francia, Italia y Alemania sacan provecho de la baja cotización del Euro, ya que los estadounidenses se apresuran a comprar viviendas a precios realmente bajos. RE/MAX International dice que recibe dos consultas diarias de estadounidenses interesados en comprar propiedades en Italia. Un agente especializado en propiedades costosas sobre la rivera francesa comenta que atiende dos o tres consultas mensuales, cuando sólo recibía un pedido de información cada varios meses.

Vida lujosa
Lo curioso acerca de la compra de una segunda y tercera vivienda es que estas casas suelen ser mucho más opulentas y contar con más servicios que las primeras. Una casa de veraneo es sinónimo de distinción, especialmente en Estados Unidos.

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