La proactividad es la diferencia en ventas

Las empresas estadounidenses gastan más de US$ 140.000 millones en venta personal, es decir, más que en ningún otro método promocional. Hay vendedores en todos los sectores, aun en aquellas instituciones que conocemos como sin fines de lucro. El enfoque tradicional mostraba un concepto de vendedor cuyo rol era vender, vender y vender.

3 marzo, 2009

El enfoque actual es el de un profesional de ventas que debe alcanzar objetivos cuali-cuantitativos, cumpliendo un amplio abanico de actividades para que la empresa alcance la mejor relaci&oacute;n con los clientes.<br /><br />En las &uacute;ltimas d&eacute;cadas, la venta ha pasado en todo el mundo por un profundo proceso de transformaci&oacute;n. El vendedor ha dejado de ser un mero impulsor del producto o servicio que vende: es un profesional preparado para resolver problemas de sus clientes, relacionando a su empresa &iacute;ntimamente con su mercado. El sector servicios en general se ha expandido muy fuertemente, con lo que la venta personal, su principal canal de comercializaci&oacute;n, adquiri&oacute; renovada importancia. Pero la competencia ha hecho que tambi&eacute;n los productores de bienes se interesen por sus clientes, desarrollando el contenido de servicio de sus productos y poniendo en el primer plano de sus comunicaciones los beneficios para el cliente. <br /><br />As&iacute;, actualmente, tanto para bienes f&iacute;sicos como para servicios, la venta ha dejado definitivamente su vieja imagen de reparto, toma de pedidos o colocaci&oacute;n de mercader&iacute;a a clientes renuentes, para posicionarse como actividad central de servicio al cliente. <br /><br />El uso y la costumbre han reservado el calificativo de profesionales para los acad&eacute;micos (egresados de universidades) y quienes practican ciertas actividades remuneradas, por ejemplo las deportivas y las art&iacute;sticas. Pero, curiosamente, una actividad tan ligada a todo el quehacer humano como la venta ha quedado, para la conciencia de la gente, al margen de lo profesional. Demasiadas veces, la venta es practicada como actividad ocasional o por quien no pudo obtener &eacute;xito en otra cosa. Esto ha creado un prejuicio sobre el vendedor como improvisador, que ya no responde a la realidad de esta actividad. <br /><br />La evoluci&oacute;n se&ntilde;alada ha transformado la actividad de vendedor en una profesi&oacute;n por derecho propio. En los pa&iacute;ses desarrollados, las grandes empresas seleccionan a los m&aacute;s brillantes graduados en ciencias de la administraci&oacute;n para iniciarlos en carreras comerciales, por dos razones b&aacute;sicas: las condiciones personales exigidas para el &eacute;xito en ventas en los actuales mercados competitivos son muy altas y, segundo, los vendedores exitosos son un buen semillero de dirigentes para las empresas. <br /><br />El vendedor que ha sabido desempe&ntilde;arse con independencia y buenos resultados est&aacute; a un muy breve paso de convertirse en un empresario. Debe: <br />- asignar prioridades para usar su tiempo en forma efectiva, <br />- planificar y luego controlar sus resultados para mejorar continuamente su rendimiento, <br />- conocer los l&iacute;mites de rentabilidad, para <br />- negociar condiciones adecuadas, y <br />- persuadir continuamente a otras personas. <br /><br />Esto requiere no s&oacute;lo una cuidadosa preparaci&oacute;n b&aacute;sica, sino tambi&eacute;n una constante dedicaci&oacute;n a mejorar el rendimiento. Ya solamente por estas razones podemos calificar al vendedor moderno como verdadero profesional. <br /><br />Pero desde los primeros a&ntilde;os del nuevo milenio se agregan a estos rasgos b&aacute;sicos de la actividad, ya consolidados, nuevas componentes que provienen de nuestro r&aacute;pido avance hacia la plenitud de la era de la informaci&oacute;n. Podemos identificar cuatro dimensiones centrales que gu&iacute;an el desarrollo de la profesi&oacute;n de ventas en la actualidad:

<strong>Dimensi&oacute;n 1: la proactividad </strong><br />
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El lugar de la acci&oacute;n se ha transferido totalmente del punto de ventas estacionario al punto de operaci&oacute;n del cliente. La &uacute;nica excepci&oacute;n notoria a esta tendencia es el comercio minorista a consumidores, pero tambi&eacute;n &eacute;l est&aacute; siendo profundamente transformado por el comercio electr&oacute;nico, en la misma direcci&oacute;n. El f&aacute;cil acceso a la informaci&oacute;n ha creado una generaci&oacute;n de clientes (tanto individuos como empresas) perfectamente al tanto de las opciones disponibles, y en muchos casos de sus precios. No podemos solucionar esto quedando al margen de las fuentes de informaci&oacute;n, porque esta opci&oacute;n nos dejar&iacute;a fuera del mercado. As&iacute;, todos tendremos nuestro <em>website </em>si queremos ser tenidos en cuenta. La diferencia que distingue a un oferente del otro es, m&aacute;s que nunca antes, la disposici&oacute;n a brindar servicio, a lo que podemos agregar la informaci&oacute;n en s&iacute; misma, que es una forma de dar servicio. No s&oacute;lo se espera de la empresa vendedora que exponga con total transparencia su oferta, sino que sus vendedores se orienten proactivamente a su mercado, anticipando sus deseos y adapt&aacute;ndose continuamente a la evoluci&oacute;n de sus necesidades. El comprador invariablemente se volcar&aacute; hacia aquel que le ofrece esto, y siempre hay un competidor que s&iacute; lo hace. La proactividad ya no es por s&iacute; sola un diferenciador, sino que se ha vuelto necesaria para la supervivencia competitiva. <br />
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<strong>Dimensi&oacute;n 2: la velocidad </strong><br />
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Est&eacute; donde estuviere, el vendedor actual debe tener a su alcance al menos las mismas herramientas de informaci&oacute;n que sus clientes potenciales, para anticipar proactivamente sus necesidades y estar preparado para resolver sus objeciones. La progresiva generalizaci&oacute;n del concepto de <em>automatizaci&oacute;n de la fuerza de venta</em>s, a trav&eacute;s de la <em>conectividad </em>universal de los vendedores, es una consecuencia del movimiento de la venta a lo largo de esta dimensi&oacute;n. En todos los mercados, el tiempo requerido para realizar un paso de desarrollo, para tomar una decisi&oacute;n o para culminar un proceso cualquiera est&aacute; decreciendo en forma exponencial. La conectividad permanente de los vendedores con administradores centralizados de bases de datos de marketing, sistemas de <em>stocks </em>o sistemas de facturaci&oacute;n ecualiza los tiempos del proceso de ventas con los propios de sus clientes, a la manera del <em>just in time</em> de los ingenieros industriales. Esta conectividad est&aacute; facilitada por los precios r&aacute;pidamente descendentes de los dispositivos tecnol&oacute;gicos requeridos para ponerla en pr&aacute;ctica, tales como <em>laptops</em>, <em>palmtops </em>y teleprocesamiento <em>wireless</em>. Otra componente de esta dimensi&oacute;n es la flexibilidad. S&oacute;lo el <em>empowerment </em>(asignaci&oacute;n de responsabilidad y delegaci&oacute;n de autoridad) de los vendedores hace posible el pleno aprovechamiento de la conectividad para obtener la velocidad de reacci&oacute;n que requiere la competencia actual. <br />
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Estas dos determinantes de la velocidad de las transacciones cargan sobre los hombros del vendedor actual, por un lado (la conectividad), la necesidad de manejar elementos tecnol&oacute;gicos avanzados, y por el otro (la flexibilidad), la necesidad de una profunda preparaci&oacute;n personal para soportar la responsabilidad y la autoridad correspondientes.<br />
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<strong>Dimensi&oacute;n 3: la integraci&oacute;n </strong><br />
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Tradicionalmente, la venta ha sido dejada totalmente en manos de los vendedores. Esto, que dicho as&iacute; parece una tautolog&iacute;a, pierde su car&aacute;cter trivial si dividimos el proceso de ventas en sus etapas cl&aacute;sicas desde la identificaci&oacute;n y la calificaci&oacute;n de clientes potenciales, a trav&eacute;s de la toma de contacto y la detecci&oacute;n de necesidades, hasta la presentaci&oacute;n de beneficios y el cierre, sin olvidar las actividades de inducci&oacute;n, mantenimiento, retenci&oacute;n y recuperaci&oacute;n de clientes para desarrollar una cartera activa. <br />
Cuando es el vendedor el que tiene que enfrentar todo el proceso por s&iacute; solo, termina dedicando una fracci&oacute;n relativamente peque&ntilde;a de su tiempo a las &uacute;ltimas etapas del proceso de venta (desde la toma de contacto hasta el cierre), y a las actividades de fidelizaci&oacute;n de sus principales clientes, que son aquellas para las que est&aacute; especialmente preparado y las que hacen rentable su acci&oacute;n. En demasiados casos, la fuerza de ventas termina dedicando todo su tiempo a mantener una cartera construida con esfuerzo, sin poder dar tiempo a su expansi&oacute;n. <br />
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La <em>integraci&oacute;n </em>con otras herramientas de comunicaci&oacute;n es el camino para aprovechar al vendedor en toda su potencialidad. Esto significa utilizar la publicidad de respuesta, el <em>mailing</em>, el <em>marketing </em>telef&oacute;nico e Internet como complementos para resolver las etapas menos comprometedoras del proceso (es decir, la prospecci&oacute;n y la informaci&oacute;n y calificaci&oacute;n previas de los prospectos, as&iacute; como la atenci&oacute;n de los clientes de menor valor relativo y el aumento de frecuencia de contacto con los de mayor valor). De este modo, el vendedor, que suele ser el recurso de mayor costo relativo (porque todos los medios reci&eacute;n mencionados tienen un costo por contacto sensiblemente menor), puede concentrar su atenci&oacute;n en las etapas cr&iacute;ticas, que son adem&aacute;s aquellas que le dan m&aacute;s placer y reconocimiento. En un grado superior de profesionalizaci&oacute;n, es el propio vendedor, progresando a lo largo de la dimensi&oacute;n 1 (velocidad), quien opera el sistema de vinculaci&oacute;n con clientes, disparando &eacute;l mismo las acciones de comunicaci&oacute;n a distancia que requiera el manejo &oacute;ptimo del proceso. V&eacute;ase que el avance a lo largo de esta dimensi&oacute;n 2 conlleva una consecuencia fundamental: la posesi&oacute;n de los datos de marketing de los clientes, incluyendo los detalles de la historia de vinculaci&oacute;n, por parte de la empresa. Hasta la aparici&oacute;n de la integraci&oacute;n, el vendedor era el depositario de absolutamente todas las componentes de la relaci&oacute;n, con el consiguiente riesgo para la empresa. As&iacute;, tambi&eacute;n, se hace posible el seguimiento de los par&aacute;metros de productividad que manejan la rentabilidad de la fuerza de ventas, por parte del propio vendedor: visitas por unidad de tiempo, visitas requeridas por cada cierre y tasa de conversi&oacute;n de nuevos contactos a venta. Lo que no se puede medir, no se puede mejorar. La integraci&oacute;n implica tambi&eacute;n la profesionalizaci&oacute;n del vendedor en el sentido de medir su gesti&oacute;n para mejorarla continuamente. <br />
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En resumen: el vendedor actual se enfrenta no s&oacute;lo a los requerimientos tradicionales de actitud y aptitud, sino que m&aacute;s que nunca est&aacute; obligado a ser esencialmente proactivo, incorporar el manejo de herramientas tecnol&oacute;gicas, integrarse con otros medios y cuantificar su gesti&oacute;n en t&eacute;rminos de costo-beneficio. Si esto no es determinante de una actividad profesional, &iquest;qu&eacute; lo es?

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