El Pentágono proponía la especulación con futuros geopolíticos

Un almirante militar norteamericano promovía un mercado global de futuros en Internet, donde se apuesta a eventos geopolíticos. Desde la caída de un gobierno hasta el asesinato de un líder y atentados masivos. La idea generó un escándalo.

29 julio, 2003

El esquema lanzado por John Pointdexter permitiría apostar sobre probabilidades
de esos hechos. A su vez, los vaivenes de ese hipotético mercado virtual
“ayudarían al Pentágono a prever acontecimientos críticos”(supone
Donald Rumsfeld, secretario de Defensa). Este curioso esquema se puso en la Red,
vía el sitio web de la agencia para investigaciones avanzadas en defensa
(DARPA = Defense Advanced Rearch Projects Agency). El portal ofrecía un ejercicio
basado una hipótesis de caso típico: el derrocamiento de la monarquía
jordana”.

Por supuesto, también figuraban “opciones” como un ataque nuclear
norcoreano sobre EE.UU. Sin embargo,el sitio no explicaba el sistema para que operadores, analistas geopolíticos e
inversores comunes apuesten, la mecánica de pagos y qué
haría el Pentágono con los datos del futuro mercado”. Pero
todo naufragó en medio de otro escándalo político
y sus complicaciones diplomáticas.

¿De dónde salía tan peregrino esquema? De la misma fuente que propuso
una red de espionaje electrónico e informático sobre toda la población
norteamericana, para detectar potenciales terroristas. Con esa lógica,
los eventuales participantes del mercado geopolítico a término
podrían “comprar” la opción de un ataque biológico
contra Israel-Palestina u otro atentado tipo Torres Gemelas en Estados Unidos.
Por supuesto, el Pentágono afirma que era “sólo una nueva
forma de prever acontecimientos y prevenirlos”.

Dos senadores demócratas, Byron Dorgan de Dakota norte, Ronald Wyden
de Oregon- denunciaron el esquema como “grotesco y moralmente repugnante”.
De paso, confirmaron que fue auspiciado por la Terrorism Information Awareness
Office (TIWO, un dislate traducible más o menos como “oficina para
conciencia informativa sobre terrorismo”), feudo de Pointdexter, un pintoresco
almirante retirado que asesoraba a Ronald Reagan cuando era presidente.

Dorgan señala que “todo resulta tan absurdo que me ha costado convencer
a mucha gente de que no es una broma de hackers. ¿Qué pasaría
si, en otro país, instalasen sistemas que permitieran apostar, por ejemplo,
sobre el asesinato de algún dirigente político nuestro?”.
Tras las declaraciones públicas de ambos legisladores y varios colegas,
Defensa trataba anoche de restarle relevancia a un programa para el cual se
le han pedido al Congreso ocho millones anuales en este ejercicio, 2004 y 2005.
Por las dudas, la Casa Blanca alteró velozmente el sitio www-policyanalysismarket.org.

Pero el asunto se ponía espeso. Algunos funcionarios del gobierno y varios
dirigentes oficialistas -entre ellos, legisladores y gobernadores- presionaban
discretamente para que el Pentágono cancelase el proyecto. Defensa, entonces,
salió con un comunicado donde arguye que “este tipo de operaciones
a futuro se ha demostrado capaz de predecir eventos como precios petroleros,
resultados electorales, ventas de productos o éxito de una película.
Los mercados son en extremo racionales, eficientes y oportunos recolectores
de datos dispersos u ocultos”. A esta altura del debate académico
y con el surgimiento del conductismo económico, sólo Robert Lucas
(Nobel económico, 1995) y sus admiradores creen en la racionalidad o
la información perfecta de los mercados especulativos.

Hasta su apresurada “limpieza” el sitio web ofrecía
inscribir -desde este viernes- participantes anónimos que, al registrarse
y obtener su clave, depositarían su dinero en una cuenta similar a la
de cualquier bolsa. Luego, cada cual ganaría o perdería según
como marcharan las cosas.

Así “uno podría apostar al asesinato del primer ministro
X -explicaba Wyden- abriendo un futuro de cinco dólares. Cuantos más
especuladores adhiriesen, mayor sería el precio del contrato hasta llegar,
digamos, a 50 dólares. La renta global, en caso de que se cargaran al
dirigente, sería de 100 dólares. Si en efecto lo matan en término,
los que entraron al principio ganarán 95 dólares y los que lo
hayan hecho al final, sólo cinco. Pero, como hay anonimato, cualquier
bin Laden podría entrar; sea para hacer diferencia, sea para desorientar
a la inteligencia de Washington. Esto demuestra que la idea no servirá
para recoger más o mejores datos en el mercado”.

La iniciativa se llamaba “policy analysis market” (mercado para análisis
de políticas, algo que en realidad no significa nada) e iba a
arrancar el viernes 1 con mil suscriptores y pretendía llegar a fin de año
con 10.000. Una timba, dirían los porteños.

Alarmado por el tono irracional que estaban adquiriendo las exposiciones de
Pointdexter, hace pocas semanas el Senado bloqueó todo gasto ulterior
de TIWO. Pero la cámara baja no acompañó. Las nuevas revelaciones
han hecho cancelar del mercado para futuros geopolíticos, cuyo lanzamiento
incluía derivativos sobre Egipto, Jordania, Israel-Palestina, Saudiarabia,
sus satélites, Turquía, Irak, Irán y la presencia norteamericana
en la zona. En el Capitolio y cerca de Colin Powell -azorado ante este esquema,
según sus íntimos-, nadie da mucho por el futuro del venerable
Pointdexter.

El esquema lanzado por John Pointdexter permitiría apostar sobre probabilidades
de esos hechos. A su vez, los vaivenes de ese hipotético mercado virtual
“ayudarían al Pentágono a prever acontecimientos críticos”(supone
Donald Rumsfeld, secretario de Defensa). Este curioso esquema se puso en la Red,
vía el sitio web de la agencia para investigaciones avanzadas en defensa
(DARPA = Defense Advanced Rearch Projects Agency). El portal ofrecía un ejercicio
basado una hipótesis de caso típico: el derrocamiento de la monarquía
jordana”.

Por supuesto, también figuraban “opciones” como un ataque nuclear
norcoreano sobre EE.UU. Sin embargo,el sitio no explicaba el sistema para que operadores, analistas geopolíticos e
inversores comunes apuesten, la mecánica de pagos y qué
haría el Pentágono con los datos del futuro mercado”. Pero
todo naufragó en medio de otro escándalo político
y sus complicaciones diplomáticas.

¿De dónde salía tan peregrino esquema? De la misma fuente que propuso
una red de espionaje electrónico e informático sobre toda la población
norteamericana, para detectar potenciales terroristas. Con esa lógica,
los eventuales participantes del mercado geopolítico a término
podrían “comprar” la opción de un ataque biológico
contra Israel-Palestina u otro atentado tipo Torres Gemelas en Estados Unidos.
Por supuesto, el Pentágono afirma que era “sólo una nueva
forma de prever acontecimientos y prevenirlos”.

Dos senadores demócratas, Byron Dorgan de Dakota norte, Ronald Wyden
de Oregon- denunciaron el esquema como “grotesco y moralmente repugnante”.
De paso, confirmaron que fue auspiciado por la Terrorism Information Awareness
Office (TIWO, un dislate traducible más o menos como “oficina para
conciencia informativa sobre terrorismo”), feudo de Pointdexter, un pintoresco
almirante retirado que asesoraba a Ronald Reagan cuando era presidente.

Dorgan señala que “todo resulta tan absurdo que me ha costado convencer
a mucha gente de que no es una broma de hackers. ¿Qué pasaría
si, en otro país, instalasen sistemas que permitieran apostar, por ejemplo,
sobre el asesinato de algún dirigente político nuestro?”.
Tras las declaraciones públicas de ambos legisladores y varios colegas,
Defensa trataba anoche de restarle relevancia a un programa para el cual se
le han pedido al Congreso ocho millones anuales en este ejercicio, 2004 y 2005.
Por las dudas, la Casa Blanca alteró velozmente el sitio www-policyanalysismarket.org.

Pero el asunto se ponía espeso. Algunos funcionarios del gobierno y varios
dirigentes oficialistas -entre ellos, legisladores y gobernadores- presionaban
discretamente para que el Pentágono cancelase el proyecto. Defensa, entonces,
salió con un comunicado donde arguye que “este tipo de operaciones
a futuro se ha demostrado capaz de predecir eventos como precios petroleros,
resultados electorales, ventas de productos o éxito de una película.
Los mercados son en extremo racionales, eficientes y oportunos recolectores
de datos dispersos u ocultos”. A esta altura del debate académico
y con el surgimiento del conductismo económico, sólo Robert Lucas
(Nobel económico, 1995) y sus admiradores creen en la racionalidad o
la información perfecta de los mercados especulativos.

Hasta su apresurada “limpieza” el sitio web ofrecía
inscribir -desde este viernes- participantes anónimos que, al registrarse
y obtener su clave, depositarían su dinero en una cuenta similar a la
de cualquier bolsa. Luego, cada cual ganaría o perdería según
como marcharan las cosas.

Así “uno podría apostar al asesinato del primer ministro
X -explicaba Wyden- abriendo un futuro de cinco dólares. Cuantos más
especuladores adhiriesen, mayor sería el precio del contrato hasta llegar,
digamos, a 50 dólares. La renta global, en caso de que se cargaran al
dirigente, sería de 100 dólares. Si en efecto lo matan en término,
los que entraron al principio ganarán 95 dólares y los que lo
hayan hecho al final, sólo cinco. Pero, como hay anonimato, cualquier
bin Laden podría entrar; sea para hacer diferencia, sea para desorientar
a la inteligencia de Washington. Esto demuestra que la idea no servirá
para recoger más o mejores datos en el mercado”.

La iniciativa se llamaba “policy analysis market” (mercado para análisis
de políticas, algo que en realidad no significa nada) e iba a
arrancar el viernes 1 con mil suscriptores y pretendía llegar a fin de año
con 10.000. Una timba, dirían los porteños.

Alarmado por el tono irracional que estaban adquiriendo las exposiciones de
Pointdexter, hace pocas semanas el Senado bloqueó todo gasto ulterior
de TIWO. Pero la cámara baja no acompañó. Las nuevas revelaciones
han hecho cancelar del mercado para futuros geopolíticos, cuyo lanzamiento
incluía derivativos sobre Egipto, Jordania, Israel-Palestina, Saudiarabia,
sus satélites, Turquía, Irak, Irán y la presencia norteamericana
en la zona. En el Capitolio y cerca de Colin Powell -azorado ante este esquema,
según sus íntimos-, nadie da mucho por el futuro del venerable
Pointdexter.

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